Opinión / Ensayos · 30/05/2022

“Menoscabo a la integridad dictatorial, en perjuicio de la familia Ortega Murillo”

*Por Ezequiel Molina | Mayo 28, 2022.

El título del presente artículo muestra en su real dimensión, una de las figuras «delictivas» creada a la medida de la dictadura, con la que ciudadanos nicaragüenses, hoy reos de conciencia, han sido condenados a varios años de prisión, por el simple hecho de expresar públicamente su disentimiento frente al amplio abanico de crímenes cometidos por el régimen. La ominosa pareja dictatorial, se ha erigido en dueña de la verdad absoluta, articulando una cadena de complicidad, cimentada en una mezcla de prebendas y terror, entre los títeres de guante de los poderes del Estado, así como de las fuerzas de orden público y seguridad nacional, para lograr una «tormenta perfecta», y mantener sojuzgados a millones de nicaragüenses.

La Nicaragua de hoy es un gigantesco gulag tropical muy sui géneris; quienes están dentro, carecen de derechos fundamentales frente a un estado policial invasivo en todos los niveles de la vida económica y social, que parece vivir en una guerra constante frente a un enemigo invisible; pero el régimen también promueve la emigración masiva, en aras de deshacerse de potenciales «enemigos» y a la vez obtener un fuerte apuntalamiento económico por la vía de las remesas provenientes del exterior.

Cifras oficiales del Banco Central de Nicaragua, reportan que durante el cuatrimestre Enero-Abril del presente año, las remesas familiares provenientes del exterior sumaron un cuantioso monto de 866.5 millones de dólares, equivalentes al 24% de las exportaciones totales de Nicaragua en el 2021; hay que indicar que dicha inyección de fondos líquidos, dinamiza de manera directa la economía, ya que fluye de manera directa a la compra, venta e intercambio de bienes y servicios, tanto de la economía formal como informal.

Por otro lado, la dinámica económica del gran capital, dedicado a las actividades financieras, de servicios y productivas de los grandes rubros exportables, se financia en gran parte, con los empréstitos que otorgan organizaciones financieras internacionales, siendo el Estado el agente intermediario de dichos fondos. Las ganancias generadas en este importante segmento económico, a diferencia de las remesas, se refugian en las cuentas bancarias de los magnates criollos, tanto en el exterior como en la banca nacional, que es manejada por ellos mismos.

La deriva del escenario económico descrito, explica la sólida alianza entre la familia presidencial y el gran capital, mismo que se evidencia en el silencio que guardan estos últimos, frente a los desmanes de la dictadura, que los convierte más que aliados, en cómplices de la misma; esto también nos obliga a marcar una clara línea divisoria entre el empresariado que día día resiste las alzas en la energía eléctrica, los combustibles, las dificultades para acceder a fuentes de financiamiento y un amplio etcétera de maniobras burocráticas, chantajes fiscales y otros delitos oficiales, mientras el gran capital en su última maniobra, para oxigenar a la dictadura, ha asumido el papel de intermediario de fondos provenientes del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), mismo cuyo presidente ejecutivo, sin empacho alguno declaró, «el BCIE no es una instancia de derechos humanos», cuando fue criticado por ciudadanos nicaragüenses, de financiar a la dictadura de Ortega.

No hay asomo alguno de una pronta solución a la compleja situación que atraviesa Nicaragua, de momento es necesario caracterizar a los grupos enemigos de la democracia y el bienestar de las familias nicaragüenses, no basta concentrar la mirada en la familia que desgobierna el país, sino desenmascarar a sus cómplices, unos más visibles y otros solapados. Eso será de gran utilidad, una vez se logre el anhelado sueño de una Nicaragua libre, encaminada hacia la prosperidad.