Opinión / Ensayos · 23/12/2020

Ante un orden Democrático

*Bosco Matamoros

Dos noticias positivas para el mundo, comenzaron en gran escala las vacunaciones contra el Covid-19. La preocupación y los efectos sobre las elecciones norteamericanas han sido resueltos; Joe Biden ha sido declarado presidente electo por el Colegio Electoral, integrado por republicanos y demócratas, respetando las disposiciones constitucionales y una tradición centenaria. Con el Covid, los norteamericanos han pagado un altísimo precio, más de 300 mil fallecidos, millones infectados, contracción en su economía y un alto nivel de desempleo, fenómenos que indican la vulnerabilidad y la intimidad de nuestro mundo. De esta crisis es evidente que el sistema internacional ha sido sacudido, requiere una mayor coordinación y responsabilidad por parte de los Estados que no pueden pretender beneficiarse de este sistema, sin cumplir obligatoriamente con las normas internacionales que requieren transparencia y coordinación, en este caso, las normas sanitarias.

Como ejemplo de esta realidad, el Gobierno de China ha anunciado la adquisición de 100 millones de dosis de la vacuna de la farmacéutica americana Pfizer y la alemana BioNTech, y no la Sputnik de Rusia, su supuesto aliado. El Gobierno de Costa Rica adquirirá un millón y medio de dosis de esta empresa y un millón de dosis de Astra Zeneca-Oxford; Chile, Panamá y otros países igualmente. En el caso de Nicaragua, el gobierno no ha brindado ninguna información sobre qué vacuna adquirirá y cuándo estará disponible para la población, aunque es evidente que no hay una infraestructura adecuada y, aún subsiste la interrogante sobre la veracidad de los datos en cuanto al número de afectados y fallecidos.

En esta nueva era forzada en gran parte por esta pandemia, no se podrá pretender de los beneficios del sistema internacional invocando un principio de soberanía, típico del siglo XIX, que no cumpla con las normas internacionales tanto en el campo político, económico o sanitario. En el siglo XX como reacción a la debacle de la Primera Guerra Mundial, el mundo respondió por iniciativa americana creando la Sociedad de las Naciones, después de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas y las instituciones financieras de Bretton Woods a fin de darle una arquitectura al sistema internacional, ahora a los estados deben darle una respuesta a este nuevo reto

En Nicaragua si queremos ser parte de esta nueva realidad, es crucial que nuestro Estado observe los estándares internacionales si no es improbable que esos organismos, salvo por razones humanitarias, le otorguen asistencia a un gobierno que no respete los Derechos Humanos y que en consecuencia sería aislado internacionalmente. Mi opinión sobre la fuerza de este nuevo orden parte de mi confianza en la magia de la democracia y la enseñanza de la historia, si no cómo explicaríamos que Lituania, Polonia, Hungría y otros países, sujetos al comunismo soviético, sean hoy democracias.

Históricamente, es inaceptable que el futuro de nuestros países sea producto de fanáticos que generaron el Fuhrer, el Duce o de fraudes electorales o de caudillos de los cuales están plagadas las crónicas políticas de América Latina o acciones de fanáticos, como algunos seguidores del presidente Trump que esperaban una victoria electoral usando epítetos racistas contra Kamala Harris, o la amenaza que una derrota de Trump llevaría los Estados Unidos (EE. UU.) al comunismo.

Los nicaragüenses tenemos otra oportunidad en las elecciones del 2021. Los pronunciamientos de la Unión Europea, la carta de diez senadores demócratas y republicanos y las declaraciones de Michael Kozak —subsecretario de Estado de EE. UU. para América Latina interino— reflejan su preocupación sobre la situación de las libertades y el futuro de Nicaragua. Esta preocupación evidencia también la globalización de los valores en el mundo cuyo fundamento es el respeto de los derechos y de las normas internacionales. Más allá del pesimismo de nuestras circunstancias, nos pueden servir de reflexión, para nuestro futuro, la trascendencia del respeto de las leyes y el camino inexorable de la historia. En las elecciones en los EE. UU., el presidente Donald Trump presentó más de 30 impugnaciones contra los resultados electorales; los tribunales, incluyendo la Corte Suprema de Justicia integrada en su mayoría por jueces de tendencia conservadora, fallaron en contra de sus recursos. En Europa, países como Polonia, Rumania y otros, sujetos, hasta hace poco a dictaduras comunistas son ahora democracias.

*El autor es exdiplomático y catedrático nicaragüense.