Opinión / Ensayos · 16/03/2021

Carta a Don Fabio

*Por Arturo Cruz

En su artículo “Orteguismo sin Ortega” del 16 de marzo de 2021, Don Fabio Gadea me acusa y recrimina de lo siguiente: (1) No ganaría una competencia por la candidatura presidencial. (2) Soy el candidato de Ciudadanos por la Libertad. (3) Fui embajador de este gobierno. (4) He tenido vínculos familiares con los Ortega. (5) Promovería un Orteguismo sin Ortega. (6) No he sido perseguido. En síntesis, que promuevo la división porque tengo un “trompo enrollado”.

En principio, me sorprende la atención que ha generado el anuncio de mi aspiración a la precandidatura a la presidencia en muchos sectores. Estén seguros que recibo con gran beneplácito que se me coloque en esa posición de privilegio. Por otro lado, me causa extrañeza que esta Carta Abierta venga de uno de los miembros de la Comisión de Buena Voluntad. A pesar de eso, le agradezco a Don Fabio su interpelación. Yo siempre he sido un hombre que considera que las formas reflejan en gran medida el peso de los argumentos en un debate. En nuestro país, algunos no comprenden todavía la importancia de cultivarnos en “valores democráticos” o que las imposiciones ya no tienen cabida en la Nicaragua de hoy. La gente quiere que se le hable con claridad y rectitud en todo momento. Por eso: ¿Cómo confiar en una Comisión de Buena Voluntad, donde uno de sus principales miembros, Don Fabio Gadea ha expresado abiertamente sus preferencias por otros candidatos?

En mi caso, siempre he sido transparente y coherente en mi pensamiento. Por lo que aprovecho su carta Don Fabio, para responder a las siguientes cuestiones: Uno. Lancé mis aspiraciones a precandidato porque deseo medirme con los demás aspirantes para ser el candidato de la oposición. Por esta razón, voy a inscribirme en Alianza Ciudadana, para competir en el mecanismo democrático que ellos han establecido, que incluye encuestas, grupos focales, debates, entre otros procedimientos. Cabe destacar que al día de hoy es el único mecanismo de competencia abierta para definir candidatos que una organización de oposición ha establecido.

Dos. El partido Ciudadanos por la Libertad dijo en 2019 que ellos no postularían candidatos a la presidencia. Su servidor no es militante de este partido, por lo que mi único vínculo con ellos ha sido como asesor externo. Por tanto, el decir que yo soy el candidato de este partido, sabiendo que no harán postulaciones es un actuar con mala voluntad. Sin embargo, quiero reafirmar algo que respondí en una consulta que me hizo el Diario La Prensa: “que me someto a la voluntad popular en este proceso y que respetaré los resultados que el pueblo decida. Solo eligiendo democráticamente al candidato único de la oposición alcanzaremos la verdadera unión de los nicaragüenses.”

Tres. Haber sido embajador de Nicaragua en Washington de enero 2007 a enero 2009, hace más de 12 años, no me descalifica. Anteriormente he explicado que lo fui a solicitud de prominentes actores de la política nacional, el sector privado y la propuesta del ex presidente Jimmy Carter de Estados Unidos. Esto con el fin de contener los excesos del gobierno de Daniel Ortega y reducir la incertidumbre sobre el retorno de la guerra, el servicio militar obligatorio, la hiperinflación, la escasez, suspensión de CAFTA y de la Cuenta Reto del Milenio, cuestiones que en ese momento preocupaban a la sociedad nicaragüense.

Por otro lado, la condición de exembajador no solamente forma parte de mi trayectoria profesional. Por ejemplo, es algo que también ostenta el Dr. Carlos Tunnermann, miembro también de la Comisión de Buena Voluntad. Estoy seguro que haber defendido los “intereses” de la Revolución Sandinista en esa época (1984 -1988) en Washington o haber sido Ministro de Educación, no descalifican al Dr. Tunnermann para actuar hoy de buena fe en la política nacional.

Sin duda esa fue una época de grandes contradicciones entre los nicaragüenses, que seguíamos inmersos en la guerra fratricida. Por eso, recuerdo de manera especial el ejemplo de mi padre, Arturo Cruz Porras, quién a pesar de las presiones, renunció a su candidatura presidencial en 1984 porque no había las condiciones electorales necesarias para competir. ¿Y cómo reprocharle aquella decisión? Si aquellos fueron tiempos donde la censura era permanente, los ataques a opositores eran despiadados y nuestros jóvenes morían en las montañas. Sin embargo, aunque estas realidades desgarraban a nuestro país, estas eran defendidas con convicción por la diplomacia sandinista.

Cuatro. Las descalificaciones y confrontaciones personales reflejan mala voluntad y no abonan en los esfuerzos de unión de los nicaragüenses. Hace más de quince años terminé una relación sentimental con una de las hijas de Humberto Ortega, una dama incuestionable, a quien amé y por la que todavía tengo un gran aprecio y respeto. No tengo vínculos familiares con los Ortega Murillo y no se me ocurre señalarlo a usted por ser consuegro de Arnoldo Alemán. Sin duda, no me esperaba de usted ese tipo de ataques “ad-hominen”.

Cinco. He planteado que, bajo ningún punto de vista en Nicaragua, el futuro gobierno de transición democrática puede cogobernar con el FSLN. Los pactos y consensos por arriba se acabaron. De ahí que no comulgo con las tesis de Orteguismo o sandinismo sin Ortega, porque creo que el sandinismo tiene que democratizarse y salir de sus prácticas totalitarias. Eso lo lograremos con un contundente triunfo en las elecciones del 7 de noviembre, donde sabremos demostrar el talante democrático de la mayoría de la sociedad nicaragüense.

Seis. Que no he sido perseguido: esta no es una competencia por quién ha sido el más perseguido. Además, ¿cómo sabe usted que no he sido sometido a ningún tipo de represión por parte del régimen? Sin embargo, considero que no es justo decir que CxL no ha sido víctima de la represión, cuando este partido ha sufrido asesinatos y tienen entre sus filas a cientos de heridos, presos, acusados y exiliados. Le invito a recordar que este partido es el heredero del PLI, partido que con entusiasmo y esfuerzo fue su plataforma para su candidatura y la de Edmundo Jarquín en el 2011, quién por cierto también fue embajador, ministro y diputado del FSLN. Pero a diferencia de aquellos tiempos Don Fabio, hoy si se está llevando a cabo un proceso democrático de selección de candidatos y no solamente una reunión de un “grupo de notables”.

Estoy convencido que habrá unión de las fuerzas opositoras, lo afirmé en la presentación de mi libro “Nicaragua: la impronta de la Colonia. Tres siglos de historia”. La división sería mortal para Nicaragua. Para que haya unión se tiene que hacer a un lado la desconfianza y ese alacrán en la camisa que tanto daño nos ha hecho como sociedad. El único “trompo enrollado” al que debemos referirnos es al que tanto le teme este régimen autoritario, que es el pueblo nicaragüense votando masivamente el 7 de noviembre.