Opinión / Ensayos · 13/09/2021

Celebrando el Bicentenario desde la independencia de mis pensamientos

*Por un ex preso político

Desde que tengo memoria septiembre ha sido uno de los meses más alegres en mi barrio, los sonidos de las bandas rítmicas y preparativos para los actos culturales en honor a las fiestas patrias eran el tema de cada día en el colegio. Una de las fechas importantes es el 15 de septiembre, en donde se conmemora la firma del acta de la independencia de centro América. A partir de esa fecha la región dejo de ser parte de las colonias españolas para ir formando lo que hoy se conoce como estados independientes, libres y soberanos. Pero la realidad siempre ha sido otra. Entre guerras, violencia, dictaduras y corrupción; Centro América no ha podido romper las cadenas del pasado heredado de una Independencia totalmente conservadora, antipopular y excluyente; una Independencia que pretendió cambiar para no cambiar, separándose de España como un acto simbólico pero al mismo tiempo dejando el estatus tal y como estaba. Donde las elites sustituyeron el poder para ser parte de los nuevos explotadores de los recursos de la región.

A 200 años de reclamar la libertad para nuestra nación, seguimos en la misma lucha por la búsqueda total de la independencia física, económica y de pensamiento. Esta vez el verdugo no es un extranjero que invade nuestro pais e impone sus leyes, religión e ideología; mas bien estas cadenas de esclavitud y represión son impuestas por alguien nacido en nuestra misma tierra. Son 200 años de repetición de un ciclo sin fin de violencia, muertes y guerras entre hermanos que por el beneficio de unos pocos derraman sangre por avaricia y egoísmo. Son 200 años donde un pueblo crédulo, procesionario y mesianista alimenta liderazgos tóxicos que en su mayoría han traicionado a la patria, la cual violan a su gusto y antojo.

Sin el pleno respeto a la dignidad humana no es posible un verdadero Estado de derecho y nunca tendremos un verdadero grito de libertad.

A pesar de todas las desgracias que hoy nos traen a esta fecha tan importante como es el bicentenario, y aunque no sea una celebración sino más bien una conmemoración critica que nos lleve a la reflexión. Quisiera resaltar la mayor fuerza que nos heredaron nuestros antepasados y el mayor símbolo de rebeldía que nos ha permitido estar donde estamos “la capacidad de resistencia de nuestros pueblos”. La fuerza que nos ha hecho sobrevivir a tantas desgracias. Esa necesidad de un cambio que se ha visto reflejada de alguna u otra forma en muchas intenciones, que por bien o por mal se ha manifestado en distintas luchas, en distintos grupos y movimientos. Ejemplo vivo de resistencia es abril 2018, que es un punto de partida que demostró la voluntad genuina de un pueblo que lucha y seguirá luchando para alcanzar el cambio que se merece. A tres años de este hecho y en este año del bicentenario, se siente un mal sabor, al seguir viviendo entre celdas, hambres y cadenas.

La desesperación y la incertidumbre nos invade muchas veces, pero también nos invade la rabia por aquellas personas que aun no obtienen justicia por sus familiares asesinados, aquellas personas que abandonaron todo para poder huir al exilio evitando la cruel represión y aquellas que desde una fría celda claman por su libertad. Ante la indefensión y la impotencia es fácil desesperar, y creer que todo este perdido. Si algo he aprendido desde las distintas trincheras de mi vida es a resistir y saber esperar el momento.

Nuestro momento llegará Nicaragua y de nosotros dependerá que todo lo sufrido haya valido la pena, nadie dijo que la lucha por un verdadero cambio social sería fácil. Mientras haya personas dispuestas a seguir resistiendo y encendiendo la llama de la rebeldía, habrá esperanza.

Conmemoro este bicentenario reclamando la libertad de mi cuerpo y de mi pensamiento, resistiendo para seguir exigiendo ¡Libertad para Nicaragua! ¡Justicia por los asesinatos cometidos! y sobre todo ¡Libertad para todas las personas prisioneras políticas de este régimen!