Opinión / Ensayos · 04/06/2021

Construir redes que harán caer la dictadura

*Por Oscar René Vargas

Desde Abril 2018, Nicaragua vive atrapada en una crisis social, política y económica, que también se tornó internacional a partir de marzo de 2020 por la crisis sanitaria y la recesión mundial. La suma de estas crisis ha incrementando el resquebrajamiento institucional así como las disensiones entre el gran capital (preocupado por su capital) y la pareja Ortega-Murillo (preocupada por permanecer en el poder). No olvidemos que para permanecer en el poder, la dictadura implementó un baño de sangre que hasta hoy permanece en la impunidad.

Tras la rebelión de Abril, la economía entró en recesión, por lo que quedó semiparalizado el sistema financiero, interrumpiendo los créditos e incrementando la mora, destruyendo a la micro, pequeña y mediana empresa que  duras penas iba emergiendo. Es difícil imaginar cómo sobreviven los grupos más pobres en el campo, la mayoría de los cuales carecen de tierra, dependen del trabajo ocasional y padecen de cierto grado de desnutrición. Los negocios, como el turismo, hoteles y restaurantes se han marchitado; en cambio, prosperan los cortes ilegales en los bosques, la minería gana terreno con nuevas concesiones y las actividades ilícitas como el narcotráfico y el blanqueo de capitales, se mantienen.

Para tumbar un sistema político-económico hay que construir redes

Hay que resistir a la dictadura, pero la democracia electoral no es suficiente porque no basta con votar. Hay que saber ocupar y mantener los espacios de participación ciudadana democrática. Hoy, la democracia ya no solo es representativa, también es participativa, y es la clave para cualquier éxito futuro. También hay que centrarse en los problemas de la desigualdad y la desnutrición, para proteger a los grupos vulnerables.

Abril impuso la necesidad de realizar transformaciones. Sin embargo, la dictadura ha querido mantener su modelo político-económico. En el 2021, la batalla política impone el reto de evadir los torniquetes de la dictadura y favorecer un trabajo de base social, ecologista y democratico, gracias a las redes de activistas territoriales azules y blancos.

Necesitamos jóvenes hábiles, con expertise en cierto ámbito, con o sin título universitario, pero con olfato político y capacidad de mantener activas una o varias redes de gente confiable. Esos aún desconocidos líderes y lideresas podrían aprovechar que las maquinarias partidarias que componen la casta política y que están totalmente podridas y desconectadas del mundo real y, subjetivamente, se encuentran afectadas por la profunda crisis de hegemonía y de legitimidad de esta dictadura.

Aprendamos a leer los signos del desplome que se avecina

La arremetida del régimen Ortega-Murillo de los últimos días demuestra que no se puede esperar que se produzca un cambio en la lógica del “poder o la muerte”. Por el lado de los poderes fácticos, se mantiene la interrogante de si el Ejército continuará apoyando la dictadura o asumirá el rol por el cual fue creado: Proteger al pueblo.El malestar social no ha amainado sino que ha aumentado con la conjunción de las cinco crisis. Y por mucho que ciertos sectores de la casta política tradicional vociferen en contra de la dictadura, la operación del “orteguismo con o sin Ortega” sigue adelante con la intención de engañar a la población. Abril 2018 significó que centenares de miles de cuerpos y voluntades en rebeldía democrática salieran a las calles a exigir República y democracia, reclamando esa tan subjetiva dignidad que significa: basta de abusos recurrentes, corrupción sistémica, impunidad, nepotismo, consensos, pactos y cocinas entre las castas políticas, la dictadura y los poderes fácticos.

Está claro que esta dictadura a la vez autócrata y oligárquica ya no tiene sentido común y tampoco tiene nada en común con el pueblo. El Frente ya tiene los puentes cortados con los sectores populares. Desprecian el factor subjetivo y piensan que tanta “incertidumbre”, “complejidad” política y represión solo les favorecerá para desmotivar la rebeldía democrática de “los de abajo”. No hay que olvidar que cuando los sectores populares se mueven, se empoderan. Entonces las multitudes se potencian ellas mismas. Tres años después de Abril, a pesar de las duras condiciones de existencia, de la represión y de la pandemia, no se han olvidado las demandas y se mantienen las razones por las cuales se luchó en Abril. La voluntad popular de cambio está instalada en la conciencia colectiva, incluso cuando la estrategia del régimen sea “orteguismo con o sin Ortega”.

Por otro lado, los políticos tradicionales piensan que su legalidad institucional y su casilla electoral les basta para atrincherarse, mantener los pilares de la dominación de la oposición real y frenar el surgimiento de una alternativa independiente a sus intereses. Para la oligarquía empresarial, los errores políticos de Ortega están facilitando la conformación de una alternativa independiente a los designios de sus intereses.

El comienzo de los errores

En los últimos días, el gran perdedor han sido los Ortega-Murillo y sus aliados. Sus errores han obligado a sus incondicionales a pasar a una posición defensiva. La fracción dura del orteguismo apuesta a continuar e incrementar la represión, limitando más los espacios políticos y defendiendo el “statu quo”. Sin embargo, los errores del régimen lo aíslan aún más a nivel internacional, con posibilidad de que se le apliquen nuevas sanciones al círculo íntimo del poder. A nivel nacional, en lugar de profundizar la división, tiende a reactivar el factor subjetivo de la lucha que se traduce en que se vayan. S

Hay que tener en cuenta que en la mente del dictador, el costo de perder el poder es demasiado grande. Hay muchos intereses de por medio y tienen señalamientos por crímenes de lesa humanidad, lo que representa un gran peligro para todos ellos. Su lógica es que no importa el costo a pagar, ya que el costo de perder el poder es superior, por eso, su lógica sigue siendo El poder o la muerte. Hay que resistir a la dictadura, pero eso no es suficiente, hay que derrocarla. La clave del cambio es la unidad en la diversidad y sobre todo, la unidad sin fines electoreros. Pase lo pase, se debe mantener el objetivo de derrotar al régimen movilizando a todos los sectores. Pero esto debe hacerse con habilidad política para no socavar las oportunidades de un cambio democrático que la gran mayoría anhela.