Opinión / Ensayos · 16/03/2020

Coronavirus, dictadura y democracia – Edmundo Jarquín

A propósito del coronavirus caben algunas preguntas, no desde el punto de vista médico o epidemiológico, sino de nuestra situación. Además de las noticias sobre la rápida diseminación del virus, que está en todos los medios, oficialistas o no, las únicas noticias del gobierno al respecto han sido, hasta ahora, exclusivamente por los canales y radios  oficialistas, o filtradas. Y, como seguramente ocurrirá en cualquier momento, en cadena nacional.

La emergencia del coronavirus demuestra los límites estrechos a que el gobierno nos ha sometido, por la polarización a que ha conducido entre dictadura y democracia. En democracia, también se adoptan medidas compulsivas, en contra de la voluntad de la gente, aun en situaciones que no son de emergencia. Se regula el tráfico, y se norman las transacciones comerciales y delitos, por ejemplo. En situaciones de emergencia, como hemos visto en este caso, se establecen cuarentenas, prohíben vuelos y elevan restricciones migratorias, entre otras. Y todos los medios tienen acceso a información oficial y la diseminan. Pero en dictaduras como la nuestra, solamente habla por sus medios y para su audiencia partidaria, o en cadena nacional, de las que también abusan cuando no siempre son de emergencia.

A propósito de la supuesta eficacia con que China ha manejado la emergencia, porque ahí tampoco hay libertad de expresión, en qué han disminuido los casos de contagio, en un libro que estamos preparando varios autores y que presentaremos a los dos años de la crisis nicaragüense, se señala: “Los académicos deberían estudiar, porque es cada vez más frecuente la literatura sobre la crisis de la democracia en economías de mercado, el caso de regímenes políticos de sistema de partido único, o hegemónico, en países de economía débil y limitada población, a diferencia de China. Es el caso de Nicaragua, y en cierta forma de Venezuela, aunque haya diferencias sustanciales…”, entre ambos países.

Entre ellas, en Venezuela, después de la arrolladora victoria de Chávez en 1998 como expresión de nueva mayoría política, se realizaron numerosas elecciones libres, hasta que la oposición unida ganó las elecciones para la Asamblea Nacional. No se volvieron a realizar elecciones libres. En Nicaragua, en las elecciones de 2006, Ortega ganó por división de la oposición, aunque el 8% de la votación sigue sin publicarse, y desde entonces nunca se realizaron elecciones libres, porque Ortega sabía que no tendría mayoría. Esa precariedad electoral es mayor después de la masacre, y demandamos en Nicaragua y la comunidad internacional, que volvamos a tener elecciones libres. Y lo último que puede pasar, a propósito del coronavirus, es que atribuyan a las sanciones, como ya han insinuado sus medios, lo que es responsabilidad de su siembra.