Nacionales · 14/01/2021

Cristiana Chamorro le responde ofensas a Rosario Murillo

Cristiana Chamorro, respondió este jueves a las ofensas que la vicedictadora Rosario Murillo lanzó contra su familia el martes pasado a través de sus medios oficialistas, cuando llamó “agachados” y “vendepatrias” a Cristiana y a su primo Juan Sebastián Chamorro por expresar sus aspiraciones políticas.

En su acostumbrado monólogo del 12 de enero, Murillo atacó a la familia Chamorro, y aunque no mencionó nombres y apellidos, fue evidente su descontento, pues un día antes tanto Juan Sebastián como Cristiana anunciaron que sí aceptarían una propuesta para ser candidatos a la Presidencia de la República para derrotar a la dictadura de Daniel Ortega.

“Un montón de ungidos andan por ahí. Ungidos por quién? Ni siquiera su trayectoria de vida los defiende o los hace ponerse de pie, o verse de pie, porque agachados son, y vendepatrias son. Y prácticamente no es sólo el personaje o la personaje, sino una historia de familia que de patrimonio heroico no tiene nada”, arremetió Murillo, quien fue secretaria del mártir de las libertades públicas Pedro Joaquín Chamorro, cuando trabajaba en el diario La Prensa.

Cristiana, hija de la expresidenta Violeta Barrios y de Pedro Joaquín Chamorro, comentó a través de un artículo de opinión publicado en La Prensa que, ni Rosario Murillo ni Daniel Ortega “pueden borrar con palo, plomo y monólogos” la historia de Nicaragua y menos aún obviar que “los Chamorro constituyen uno de los capítulos más honrosos de la misma”.

Compartimos el escrito íntegro de Cristiana Chamorro:

En un reciente monólogo frente a sus medios de comunicación, Rosario Murillo se refirió a mi primo Juan Sebastián Chamorro y a mi persona como “vendepatrias”, todo porque ambos de una u otra forma le hemos dicho sí a Nicaragua en caso se requiera de nuestra entrega y servicio.

Dijo también que pertenecemos a una “familia que de patrimonio heroico no tiene nada”. Ante tal ofensa, que incluye a mis padres quienes entregaron, uno su sangre y mi madre su vida por tener un país con libertad, desarrollo con futuro para todos, no puedo callar. Injurias de ese tipo no justifican, ni siquiera la pasión política más encendida.

Si algo se puede decir de Chamorro, como Violeta Chamorro, es que cuando les ha tocado servir a la patria, han asumido el poder de manera limpia, con la fuerza de los votos y nunca se les pegó un córdoba en el bolsillo.

Combatieron a sus adversarios con decencia, algunos en el campo de batalla y fue tan limpia su actuación que una vez que salieron del gobierno, volvieron a su casa como ciudadanos comunes, permanecieron en su patria, y cuando murieron, recibieron el homenaje multitudinario de un pueblo que los reconoció como patriotas.

La evidencia histórica de esta familia está escrita en la república de papel, que era como mi tío, el poeta Pablo Antonio Cuadra, llamó a LA PRENSA. Si algo nos enorgullece es el trato digno que mantuvieron hacia nuestros semejantes, a ninguno se le ocurrió dar la orden de asesinar, encarcelar y torturar a sus adversarios. Por el contrario, esta familia ha sufrido asesinatos, encarcelamientos, cárcel, exilio forzoso y torturas crueles por defender la libertad de Nicaragua.

Uno de mis libros de consulta permanente es Estirpe Sangrienta: Los Somoza, que publicó mi padre hace 64 años, en el que narra las inhumanas torturas a las que él y demás presos políticos fueron sometidos por la dictadura de turno.

La vicepresidenta designada y el gobierno de Ortega, si algo no pueden borrar con palo, plomo y monólogos es la historia de Nicaragua y menos aún obviar que los Chamorro constituyen uno de los capítulos más honrosos de la misma. Los llamaron patriotas porque al igual que mis padres pensaron primero en el bien común de Nicaragua, pospusieron sus planes personales por la patria y supieron manejar situaciones complejas de manera cívica.

Fruto, Fernando, Pedro Joaquín, Emiliano, Diego, todos ellos junto a Sandino, con sus proclamas, ocupaban espacios privilegiados en las paredes de la biblioteca de mi padre, donde siempre recibimos con mucho respeto y consideración a Rosario Murillo, quien se desempeñaba como secretaria del Director de LA PRENSA.

“Mis viejos generales”, nos decía mi padre cuando nos daba clases de historia. Entre esas reliquias figuran Pedro Joaquín Chamorro, su bisabuelo y Presidente de Nicaragua en 1875, el que con todo y bastón, levantó a su pueblo contra el extranjero. A la par, su hermano, don Fernando de uniforme verde oscuro, vencedor del filibustero en “El Jocote”, murió de un lanzazo que le encontró con mucha facilidad el corazón, porque —decía mi padre— lo tenía tan grande que no pudo aceptar, junto a su hermano, la amnistía que le ofrecían porque no cubría a don Máximo Jerez.

Y de cómo los Chamorro se rebelaron siempre contra los tiranos era otra de las lecciones que nos enseñaron desde niños y las aprendimos muy bien. Murillo lo sabe perfectamente y le molesta en lo profundo que nos mantengamos firmes, con la frente en alto y decididos, como nuestros antecesores, de acompañar al pueblo en sus anhelos democráticos y el restablecimiento del honor en el servicio público.