Opinión / Ensayos · 22/02/2021

Criticar y refutar sin violencia ni vulgaridad

Por Sergio Simpson

Faranduleros, oportunistas, adivinadores, sabelotodo, serrucha piso, chistosos, vemos en el escenario político. Personas que buscan beneficiarse de una u otra manera con sus publicaciones y actos: egos y dinero.

En ese tinglado, entre opositores se han vertido críticas, debatido argumentos, lo cual evidencia la necesidad de una buena parte de nicaragüenses que busca superar el sistema dictatorial en el cual es prohibido y delito pensar distinto o proponer.

Dejan atrás el sí señor o sí señora, impugnan decisiones secretas de cúpulas y reclaman participación amplia y transparencia, y programa político no discursos mesiánicos, sin pretender superioridad o recompensa.

El proceso es lento para una sociedad poco lectora o con dificultades en el aprendizaje, por razones genéticas, nutritivas, o carencias escolares de calidad; también debido a la cultura de verticalidad y agresión resultado de las causas mencionadas.

Este ejercicio de intercambiar criterios debe erradicar la violencia, el vocabulario vulgar, al momento de comunicar, además no creerse dueño de la verdad queriendo imponer; conversar para encontrar puntos de coincidencias y planificar acciones conjuntas.

Pareciera sencillo, pero no lo es aun cuando cientos de talleres con millones de dólares financiados por organismos internacionales han tratado de contribuir al tema de relaciones humanas horizontales y derechos ciudadanos.

Hay que continuar criticando, proponiendo, con fundamentos, sin palabras soeces por muy folklórico nica que consideren el hdcmpdlgp, porque es ofensiva como el “no jodás hp” o el “comé mierda”, para citar algunas del amplio vocabulario ordinario lesivo.