Opinión / Ensayos · 19/05/2021

Cuatro pasos para acordar una alianza de hecho y una candidatura unitaria

*Por Enrique Saenz

Resulta que el artículo 23 de los Estatutos del PRD dice que es atribución de la Convención Nacional de ese partido, “e) Decidir sobre la participación del Partido en fusiones, alianzas, coaliciones y otras formas de asociación con otras organizaciones políticas que les sean sometidas por el Comité Ejecutivo Nacional y que conlleven fines electorales.”

¿Qué significa esto? Que no podían firmar la alianza porque necesitaban la decisión de la convención nacional.

Nos mintieron miserablemente.

Ahora vean esta otra joya. El artículo 39 de los Estatutos de CxL dice “El Presidente Nacional tendrá la representación legal del Partido, la cual será delegable por decisión del Comité Ejecutivo Nacional”.

¿Qué significa esto? Significa que también nos mintieron miserablemente. Pregonaron a los cuatro vientos que no podían firmar la alianza por el famoso cuento de la representación legal. Y resulta que no necesitaban una reunión de la convención nacional. Bastaba una reunión del comité ejecutivo. Y en ocasiones recientes han demostrado que lo pueden reunir en 24 horas.

En otras palabras, quienes declararon estar dispuestos a firmar, estatutariamente no podían hacerlo. Y quienes declararon que no podían firmar porque estatutariamente estaban impedidos, resulta que sí podían.

Si no hubiera tanto sufrimiento de por medio, diría que es hasta cómica la bufonada que nos montaron.

Es correctísimo señalar al gobierno de Ortega de ilegítimo. Pero cabe preguntarse de dónde viene la legitimidad de estas organizaciones partidarias. Tienen un estatus formal derivado de la voluntad de Ortega. Por voluntad de Ortega y no por voluntad del pueblo son las únicas opciones habilitadas para participar en elecciones. Son herederos espurios de las jornadas libertarias que estallaron en abril. Tienen entonces que bregar duro ante una empinada cuesta para ganar la legitimidad social y política.

Qué conste. Digo lo anterior no para echarle más leña al fuego. Sino para tirar un manto de ceniza que lo apague, aliente a la rectificación y nos permita superar el atolladero.

La buena noticia es que tienen tiempo y circunstancias para ganar una legitimidad social y política que no tienen.

¿Cuáles son los pasos que están al alcance?

Primero, decreten un alto al fuego. Se ha desatado una jauría de caníbales dispuestos a destrozarse unos a otros. Es una equivocación suicida pensar que es ganancia propia arrancarle pedazos al otro. Ortega es el único que gana con el canibalismo entre opositores. Y es la dictadura nuestro enemigo. ¿O, no?

Segundo. El Consejo Permanente de la OEA, la Unión Europea, la Commonwealth y diversos gobiernos rechazan el circo electoral que pretende montar Ortega. Necesitan ser alentados a incrementar sus presiones en favor de condiciones electorales apropiadas. Es imperativo que las organizaciones opositoras envíen un mensaje conjunto a la comunidad internacional.

Tercero. Y esto es lo decisivo: Las organizaciones partidarias opositoras no suscribieron una alianza formal, pero eso no significa que estén impedidas de forjar una alianza de hecho. Todavía hay rutas abiertas para acordar candidaturas unitarias.

Hay dos caminos escabrosos pero viables. Una alternativa es que cada organización realice sus propias elecciones internas, conforme a sus propios procedimientos pero que, a la par, acuerden un mecanismo para establecer objetivamente cuáles candidatos gozan de la preferencia de la gente, incluyendo en el proceso a aspirantes que no pertenezcan a ninguna de las dos organizaciones.

¿Difícil? Sí. Difícil. No estamos diciendo que es fácil.

La otra opción es que de una vez acuerden un procedimiento único para elegir candidatos únicos.

Hay tiempo. No mucho, pero hay tiempo. Es cuestión de recapacitar. Es cuestión de sinceridad, honradez, generosidad y voluntad.

¿Difícil? Sí. Difícil.

Pero es más difícil la situación de los encarcelados y de sus hijos, hermanos, esposas, madres o padres.

Es más difícil la situación de los exiliados, muchos de los cuales viven en el desamparo y comen un día sí y un día no.

Es más difícil la situación de los empresarios pequeños, micros y medianos, ahogados por impuestos, la pandemia, tarifas eléctricas, precios del combustible y la crisis económica.

Es más difícil la situación de los miles y miles de desempleados y subempleados que comen salteado y se acuestan cada noche sin saber si su familia tendrá los frijolitos del día siguiente.

Por nuestro lado, como ciudadanos, también tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Y es mantenernos firmes. No perder la esperanza. El cambio es posible. Lo peor que podemos hacer es bajar los brazos.