Opinión / Ensayos · 08/03/2023

Del maridazgo al concubinato

El último signo lanzado por la dictadura, la cancelación de la personalidad jurídica del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) y sus cámaras, es la misma cara en ambos lados de la moneda; las reservas guardadas por el sector más poderoso de la empresa privada frente al triunfo electoral de Ortega a finales de 2006, se esfumaron rápidamente al establecer el “modelo de diálogo y consenso”, que no fue más que un acuerdo político-económico en beneficio de ambos contrayentes, sin importar las consecuencias resultantes, las que hoy superan cualquier predicción hecha en su momento. La parte toral de dicho acuerdo se basó en el vetusto principio politiquero de, “ustedes hagan dinero, que yo me encargo de la política”, y así fue.

Las exoneraciones y otras ventajas fiscales de las que goza ampliamente el sector privado, agremiado en el COSEP y otros sectores claves de la economía (los banqueros, los mineros, las Zonas Francas y otros beneficiarios de menor cuantía), superan la astronómica suma de 11 billones de dólares, si bien es cierto el maridazgo público dictadura-COSEP, entró en crisis por el apoyo del sector privado a los grupos que se levantaron contra Ortega en 2018,  éste experimenta una nueva fase, ahora como un concubinato encubierto; sólo en 2022 las exoneraciones al empresariado sumaron más de 750 millones de dólares. Y es que Ortega le “cantó” al sector privado, en una de sus acostumbradas verborreas anticapitalistas, posteriores a la insurrección de 2018, que iba a divulgar todo lo que les había “dado” a los empresarios, pero pronto se enteró que eso lo dejaría mal parado frente a la decreciente fuerza fanatizada que le apoya incondicionalmente, además de que dicho modelo contaba, y cuenta, con la aprobación de sus jefes del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Dicho esto, podemos deducir que el desmantelamiento del COSEP no es más que otra maniobra distractora de la dictadura frente al verdadero fondo del problema, el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), los ha declarado criminales de lesa humanidad, los gobiernos de izquierda del continente han marcado distancia oficial y públicamente, la Unión Europea ha llegado a comparar los crímenes del sandinismo con los cometidos por el nazismo, Venezuela y Cuba están ahogados en sus propios problemas internos, Rusia está empantanada en un guerra que no logrará ganar, además que su situación económica es crítica, China no está interesada en tener mayor presencia en América Latina y Nicaragua no es el atractivo que Ortega pretende vender bajo su control; del repudio interno de la mayoría de nicaragüenses, ni hablemos, y de la fidelidad de los cuerpos de seguridad -policía y ejército- se sospecha que está erosionada en grado irreversible.

Lo que espera Ortega y su consorte es que los empresarios acudan, o llamen, a El Carmen para prometer su lealtad a título individual y seguir gozando de las últimas regalías que la dictadura les puede facilitar; y para dar el golpe de gracia que pone al desnudo la debilidad estructural de la dictadura, su delincuencial hermano, el general retirado que tiene numerosas cuentas pendientes con la ley, y goza de credibilidad cero, suscribe un documento “analítico” plagado de retorcidas interpretaciones, y el pedimento de lo imposible: unas elecciones con Ortega en 2026. La dictadura está de cara al precipicio y sin posibilidades de echarse atrás. Eso es lo único cierto.

Ezequiel Molina

Marzo 8, 2023