Destacados / Nacionales · 28/11/2022

Dennis Martínez: “Los gobernantes pueden quitar y poner nombres a su antojo, pero lo que más me ha importado es qué ejemplo dejo en esta vida”

El legendario beisbolista nicaragüense Dennis Martínez reaccionó este lunes 28 de noviembre, a la acción del régimen de Daniel Ortega de haber quitado la semana pasada el nombre del ex lanzador estrella de Grandes Ligas al Estadio Nacional de Béisbol. Al respecto, Martínez señaló que “los gobernantes pueden quitar y poner nombres a su antojo, pero lo que más me ha importado es qué ejemplo dejo en esta vida”.

El nombre de Dennis Martínez fue eliminado de la fachada del campo deportivo, y también fue retirado un mural dedicado a la carrera de Martínez, que se encontraba dentro de la infraestructura deportiva.

En una nota de opinión titulada ¡Gracias a Dios!, publicada hoy en el diario La Prensa, el big leaguer nicaragüense dijo que cuando recibió la noticia que el estadio nuevo, que se construía tras la donación de Taiwán, llevaría su nombre “fue una sensación única, un enorme reconocimiento a que la ‘joya de la corona’ de las nuevas construcciones para los Juegos Centroamericanos” y dio “¡Gracias Dios!”. Y ahora dice: “‘Gracias a Dios’ otra vez por haberlo removido”.

En aquel 2017 hasta le escribí una carta a Daniel Ortega agradeciendo la decisión. Mi objetivo era comprometerme a aportar desde el vínculo deportivo, siendo el siguiente paso llevar un partido entre dos equipos de Grandes Ligas a Nicaragua. Las conversaciones estaban adelantadas con MLB hasta que el país erupcionó, cansado por tantos abusos. Los ciudadanos pedían a gritos un nuevo camino debido a que ese destino en el cual estaban no tenía otra salida que el retroceso. En 2018 entendí que el deporte había quedado en un segundo plano. Nunca me importaron las consecuencias sobre mi postura a favor del pueblo nicaragüense, porque mi manera de pensar, mis valores y dignidad nunca han estado a la venta”, apuntó.

Cuando empezaron a circular las duras noticias e investigaciones periodísticas que el Estadio Nacional se había convertido en un cuartel de donde salían los matones del pueblo, me golpeó y, luego tras las investigaciones de la CIDH donde confirmaron el uso de francotiradores ubicados en el coloso, me hundió aun más. Esa estructura representaba la unidad, la diversión, el olvido de nuestras desgracias porque somos un país beisbolero que en medio de momentos difíciles la pelota nos reencontraba, sin embargo, ahora desde ahí habían salidos las balas de la muerte. Las madres de los fallecidos miraban el estadio con repudio y se convirtió en sinónimo de división: unos llamándome ‘vendepatria’ y otros defendiéndome y que debían quitarle mi nombre para no seguirlo ensuciando”, agrega el escrito de Martínez.

Los gobernantes pueden quitar y poner nombres a su antojo, pero lo que más me ha importado es qué ejemplo dejo en esta vida. Soy una persona de 68 años que supo enderezar su vida cuando el alcohol quiso hundirla, pero Dios, la Virgen y mi esposa me rescataron. Soy un padre de familia con muchos errores y aciertos, también fui el hijo que le dio muchos dolores de cabeza y alegría a Edmundo y Emilia y, soy un esposo que disfruta el viaje con Luz Marina. Ya sé lo que fui y entiendo lo que soy, pero no sé qué más seré en el futuro, lo que tengo claro es lo que no quiero ser y es una persona que le dio la espalda a sus compatriotas cuando más lo necesitaban”, continúa.

Finaliza expresando: “Yo simplemente agradezco a Dios por todas sus bondades en mi vida y así como le di las ‘Gracias a Dios’ cuando ese hermoso estadio llevaba mi nombre, le digo ‘Gracias a Dios’ otra vez por haberlo removido”.

El cambio de nombre al Estadio venía promoviéndose por fanáticos orteguistas desde 2020, cuando Martínez condenó el uso del mismo como un cuartel de la Policía y paramilitares de Daniel Ortega, y se oficializara como un opositor más a la dictadura Ortega-Murillo.

El campo deportivo es considerado por la Confederación Panamericana de Béisbol (Copabe) como “el mejor de Latinoamérica”. Construido bajo los parámetros y supervisión de la Major League Baseball (MLB) de Estados Unidos en 2016, a un costo de 36 millones de dólares.