*Por Ezequiel Molina
El editorial del diario La Prensa del pasado 25 de julio, repite ensalzadamente su llamado al diálogo, ignorando total o parcialmente, deliberada o involuntariamente, que en la historia reciente, se han despeñado varios intentos de lo que erronéamente se ha considerado «diálogo», y que efectuados con participación de distintos actores de toma de decisiones, que no representaban necesariamente a mayoría alguna, y que sus resultados en general, naufragaron alejados del puerto de los intereses de esas mayorías que dijeron representar; adicionalmente, sus efectos posteriores han profundizado la permanencia histórica de algunos de los más sobresalientes males que hoy nos aquejan: entronización en el poder político de élites enemigas de la necesaria división de Poderes del Estado, diseño de una arquitectura socioeconómica que imposibilita la movilidad social, y domesticación de unos cuerpos de seguridad fieles a los intereses de coludidas y voraces castas familiares y oligarcas, dispuestos a aplastar cualquier intento de subvertir el orden impuesto por estas minorías.
Sandino y Somoza, Agüero y Somoza, Sandinistas y Contras, Violeta Barrios y Sandinistas, Arnoldo y Daniel, Oposición y Daniel; estos binomios son prueba contundente que el efecto mágico que Platón, inventor del diálogo, dio a este sublime acto humano, jamás anidó en la mente de los caudillos, políticos de oficio, participantes accidentales y seudolíderes, en sus remedos de diálogo. El diálogo es la exposición de ideas u opiniones que representan el bien común, y que presentadas frente a un interlocutor con intereses compartidos, pretende hacer avanzar el conocimiento; el diálogo enriquece una posición original, o cambia el rumbo de una posición que se considere equivocada; es por antonomasia el mecanismo de creación de un nuevo paradigma, evolutivo, creciente y constructivo.
La Prensa propone, tergiversando conceptualmente el término, una parodia de diálogo, que podríamos calificar como temerario, vacío de contenido, carente de objetivos y legitimador de la dictadura; tratando de dar fuerza a su propuesta, nos remite a las fallidas reuniones, entre grupos opositores y Daniel Ortega en mayo-junio 2018 y febrero-marzo de 2019, en ambos casos, el mismo editorial desdice su propósito al exponer las causas del fracaso de ambos encuentros: «…no hubo las condiciones apropiadas para que tuviera éxito», en el primer caso, y en el caso subsiguiente argumenta, «…si la oposición no se hubiera levantado bruscamente de la mesa de diálogo y a pesar de eso el Gobierno hubiera ejecutado los acuerdos»; pero dicho Editorial insiste en vendernos la desafortunada idea de la necesidad de un tercer intento de «diálogo», atendiendo nada más y nada menos que la carga simbólica del número tres, contenida en el antiguo refrán, «la tercera es la vencida», ganaba el luchador que derribara a su oponente por tercera vez, en la antigua Grecia; o se establecía la pena de muerte al tercer robo, en la práctica procesal del Derecho Penal en los siglos XVI y XVII; pero su desparpajo no para ahí, proponiendo «crear un clima apropiado dejando en libertad a todos los presos políticos mediante cualquier modalidad que permita la ley, los resultados podrían ser satisfactorios tanto para el Gobierno y la oposición».
La mayoría de nicaragüenses consideramos que los reos de conciencia deben recuperar su libertad a cualquier costo, y es absolutamente comprensible que más de cien familias de estos, aboguen por un diálogo con la dictadura y lograr la libertad de sus familiares, pero no bajo «cualquier modalidad que permita la ley», porque esto los podría dejar en total indefensión y ser encarcelados nuevamente, y también es cierto, o debería ser, que el dictador se interese por dicha propuesta en aras de reducir la presión internacional que, aunque pausada y aparentemente con poca efectividad, se cierne sobre su familia y círculo de poder; pero contrario a toda lógica, la dictadura ha escogido el camino de profundización de la represión y más bien ha endurecido sus técnicas represivas y encarcelado a más ciudadanos, incluyendo a la fecha a dos miembros del clero nicaragüense.
El inconstitucional presidente es un adicto a la mentira, pero esta vez debemos darle la razón, cuando en el acto de celebración del 19 de julio pasado, el Primer Ministro de San Vicente y las Granadinas, sugirió un acercamiento con la administración Biden, «hago el llamado a los Estados Unidos de América, un país de grandes logros, de acercarse en amistad con el Pueblo y Gobierno de Nicaragua, ¿es eso tan difícil?»; Ortega respondió tajantemente, «…es imposible el diálogo, los diálogos son para ponerle la soga al cuello a uno mismo y que uno mismo se ponga la soga al cuello». Y le damos la razón porque su experiencia más cercana a un diálogo fueron los Acuerdos de Sapoá en marzo de 1988, y los resultados fueron la pérdida del poder en las elecciones de 1989. Ortega está claro del significado de la palabra diálogo, y si hoy accediera a algo cercano a un diálogo, los resultados serían mucho más contundentes que los de 1989; basta recordar que hay más de 300 asesinatos, en distintos grados, que deben esclarecerse, sólo para mencionar uno de los actos de terror más perversos cometidos por las fuerzas represivas bajo sus órdenes.
Por eso consideramos que la propuesta de La Prensa se circunscribe más al ámbito de la negociación, es decir un pacto donde la partes se comprometen a cumplir unos acuerdos, y sabemos que la parte correspondiente al pueblo de Nicaragua será renunciar a cualquier forma de reclamo a la familia presidencial y sus secuaces, por los crímenes cometidos; o una transacción, que se expresaría en una especie de convenio, donde la libertad de los reos de conciencia sería la moneda de cambio, frente a la legalización de un «borrón y cuenta nueva», y olvidar los crímenes de la dictadura.
Debemos encontrar los mecanismos para forzar a la inconstitucional pareja dictatorial a liberar a ese grupo de ciudadanos que guardan prisión injustamente, pero no puede ser a costas de legitimar a la dictadura y olvidar el daño causado, ignorar ese pedimento que en silencio, pero valientemente nos hacen llegar desde las ergástulas sandinistas los reos de conciencia, sería la peor traición a la estatura moral y férrea voluntad de estos ejemplares ciudadanos. No a la negociación o la transacción; y aunque el dictador se resista al diálogo, la soga al cuello la carga desde hace años, sin lugar a dudas.
Julio 27, 2022.