Destacados / Nacionales · 11/10/2022

Doña Vicenta, medio siglo salvando vidas nicaragüenses de violencia machista

Un hombre iracundo llegó a casa de doña Vicenta tras cruzar la cercana frontera entre Nicaragua y Costa Rica. Buscaba a la mujer y a los hijos que maltrataba y que habían sido escondidos por la activista de 74 años, que no se amilanó pese a las amenazas del abusador y salvó la vida de la madre.

Vicenta González cuenta ese episodio como uno más de tantos en medio siglo que tiene dedicada a ayudar a mujeres migrantes nicaragüenses que tocan a su puerta, una misión por la que acaba de ser galardonada por la ONU.

La madura activista ha recibido en Ginebra el Premio Nansen, que la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) concede a personas que han realizado una labor excepcional en favor de desplazados y refugiados, en una ceremonia en la que ha compartido el estrado con la excanciller alemana Angela Merkel.

Upala -provincia de Alajuela (norte de Costa Rica)- es una suerte de corredor de entrada de los nicaragüenses que abandonan su país, empujados por la pobreza extrema, la violencia machista o la persecución política; y es donde doña Vicenta ha acogido por décadas a cientos de mujeres migrantes y a sus hijos.

De forma más general, Costa Rica se ha convertido en una tierra de refugio para los nicaragüenses, que representan un 90 % de las 200.000 personas que el ACNUR reconoce que requieren protección internacional.

La huida se acentuó tras la represión de las protestas ciudadanas de 2018 y en la actualidad ACNUR da entre 8.000 y 10.000 citas mensuales destinadas a nicaragüenses que solicitan asilo y que entran en parte por Upala.

La zona es remota y sin oportunidades de trabajo. Allí, doña Vicenta ha creado un espacio de protección en él no se niega comida y un lugar para dormir a ninguna víctima, a pesar de que las estrecheces son compartidas.

Yo también soy pobre, pero siempre he intentado ayudar. Este premio me ha alegrado no por mí, sino por las mujeres con las que trabajo y por las que he venido a dar la cara para ver cómo podemos mejorar la situación”, explica en una entrevista con EFE en la sede global del ACNUR.

Mas allá de atender a sus necesidades más básicas, doña Vicenta intenta convencer a las mujeres violentadas de que es posible tener otra vida, con un trabajo como base para su empoderamiento.

Con esa idea donó hace varios años un lote de su finca. Para cultivar el cacao y enseñarles a las mujeres a producir a partir de esta materia prima chocolate, champú, té, vino y productos cosméticos para la venta.

Ahora toda la producción es orgánica y el proyecto se ha ampliado a la siembra de árboles, aunque el paso por Costa Rica del huracán Otto en 2016 hizo tambalear su proyecto.

La recuperación ya aparecía a la vista cuando sobrevino la pandemia, y las ventas de los productos del cacao se interrumpieron en seco, pero en ese momento el proyecto ya contaba con el apoyo de Cenderos (Centro de Derechos Sociales del Inmigrante, una oenegé a través de la cual ACNUR trabaja en la zona).

Ayudada por estas entidades, la cooperativa de cacao salió adelante.

El cultivo de cacao y la siembra de árboles se ha convertido así en la principal fuente de ingresos para las mujeres desamparadas que recibe doña Vicenta, pero el cambio climático ha surgido como una amenaza adicional.

“Llueve demasiado, los árboles y la agricultura se dañan, hay muchos insectos, y allí es donde entramos nosotras con todo orgánico, incluido el abono. No usamos nada de pesticidas”, explica.

Sin embargo, ni el cambio climático ni los maridos maltratadores desaniman a doña Vicenta. Ni siquiera aquel que llegó amenazante en busca de su mujer y sus hijos, a los que maltrataba con indecible crueldad y que habían cruzado la frontera para buscar un lugar seguro en Costa Rica.

El hombre me dijo que me anduviera con cuidado y yo le dije que si me iba a agredir, pues que lo hiciera. Al final agarró su moto y se fue. Yo no podía dejar que esa señora saliera porque él la iba a matar. Son cosas que se viven allí en el día a día”, relata.

La ganadora del Premio Nansen para las Américas regresará en breve a Upala, animada por el reconocimiento y convencida de que seguirá en esta lucha mientras le queden fuerzas.

*EFE