Opinión / Ensayos · 17/04/2020

Editorial por el Guardián CR

Algunos juzgan con simpleza la acción del Gobierno de Daniel Ortega Saavedra alrededor del Covid-19, nosotros no, por eso consideramos necesario cerrar las fronteras con Nicaragua hasta más no poder.

Sus Consejeros Cubanos saben jugar muy bien a la guerra política. Debe ser hasta entretenido pensarlos analizar el temor de los ticos ante la avalancha que se avecina.

Ortega no es un líder democrático, no le interesa su pueblo, ni tampoco se sonrojaría por la muerte de sus ciudadanos, pero jamás lo señalen de ingenuo.

Su plan de la inmunidad del Rebaño significará sacrificar a miles de vidas ante un sistema sanitario precario para obtener protección a un altísimo costo.

Comparar las decisiones políticas de Nicaragua con el accionar del Gobierno Sueco son abismal y diametralmente opuestas e imposibles de comparar.

Suecia decidió combatir el coronavirus con la inmunidad de rebaño. Nada de cerrar fronteras, ni restaurantes, ni bares, ni escuelas. Sumó 800 muertes por el COVID-19 y contando. Su sistema de salud pública es Sueco, no Nica.

La soberanía de las decisiones Nicaragüenses deberían no importarnos, mas no es posible obviar lo obvio, cuando Nicaragua hierva en casos el vaso se desbordará para Costa Rica.

Nuestra frontera es tan permeable, que cientos de humildes nicaragüenses se convertirían en bombas biológicas viajantes.

Un bus lleno de indocumentados en las paradas clandestinas, ubicadas irónicamente en las cercanías del Ministerio de Salud en San José, serían un evento de contagio masivo en horas.

El reconocido «amor» por Costa Rica de Daniel Ortega llegaría oculto, cual Caballo de Troya, para contagiarlo todo.

Y el Gobierno Tico actuó bien. Nadie sale, nadie entra de Nicaragua, bajo la amenaza de perder su estatus migratorio regular con todos los beneficios incluidos.

Sin embargo, lo ocurrido con la menor embarazada de 17 años que apareció de la «nada» del lado tico en Upala con síntomas extraños evidencia la vulnerabilidad de la frontera.

El Nadie entra, Nadie Sale, no violenta Derechos Humanos porque el primer Derecho es la preservación de la Nación.

Además, se respetó la condición de miles de nicaragüenses entre nosotros, a quienes se les brindan las mismas oportunidades de Salud e incluso hasta del #PlanProteger para ser candidatos a recibir el bono de Salvamento. Lo mantendrán si cumplen el Nadie sale, Nadie Entra.

De nada serviría todo el sacrificio económico y social del pueblo costarricense para permitir colapsar el sistema de salud pública con el ingreso de un solo bus de nicagüenses contagiados.

Según el diario La Prensa de Nicaragua, al 28 de marzo 22713 y 66 muertos por Neumonía, reportados por un tardío recuento del boletín del Ministerio de Salud Nicaragüense. Extrañanamente menos casos que en el mismo período del 2019, cuando reportaron 25134 y 68 muertes por neumonía.

Datos de la Universidad Johns Hopkins colocan a Nicaragua en el lugar 172 de 185 con menos contagios y muertes. Esos datos simplemente evidencian la mentira más cruda o la verdad más dura por aceptar.

Señalamos la obligación del Gobierno tico y del Ministerio de Trabajo de controlar hoy más que nunca las empresas piñeras que no han parado su operación y se alimentan de la miseria nicaragüense para no detener sus Molinos de dinero.

La ambición de éstos empresarios debe ser frenada en raya, y tener un ejército de inspectores vigilantes del origen de su mano de obra.

En el plano internacional, Costa Rica no debe pedir, debe exigir y con la voz alta a la Organización Mundial de la Salud enviar urgente una Delegación Oficial para levantar un informe de la irresponsabilidad política de Daniel Ortega para curarnos en salud.

No habrá concierto internacional capaz de señalar a Costa Rica de xenofobia si demostramos lo evidente, Daniel Ortega escogió sacrificar a los suyos y de paso debastar a su vecino del sur.

La economía nicaragüense vive en eterna crisis, una más, una menos no les interesa, además ya inmune su pueblo, tras un evento tipo Ecuador, en el mediano plazo recuperaría su escaso Parque industrial y Económico, así convertirse en un paraíso barato para el turismo u otros negocios.

Costa Rica al contrario, ocuparía un largo aliento para superar la paralización económica por un año entero sin clases, sin dinámica económica, y aislamiento social.

No se llama Xenofobia, se llama sensatez Nadie entra, Nadie Sale, y por eso urge dotar a las autoridades de lo necesario, eso incluye Reservistas Activos para colaborar con la vigilancia fronteriza, así como el ICE/UCR/TEC coordinando tecnología para vigilancia electrónica eficaz.

Los Aeropuertos deben contar con el instrumental técnico necesario para asegurar el ingreso de personas con un diagnóstico de negativo bajo el brazo.

El Nadie Entra, Nadie Sale es la salvación de Costa Rica en los próximos diez meses mientras sale la vacuna contra el COVID-19.

Si cumplimos el Nadie entra, Nadie Sale salvaremos economía, salud, y bienestar social costarricense.

No se llama Xenofobia, pues si colapsa el sistema sanitario y económico tico los miles de nicaragüenses aquí sufrirán en carne propia.

Daniel Ortega Saavedra debe ser frenado en raya, y si pudo burlar la soberanía para atenderse en el Cima San José, no le permitiremos usar a su humilde pueblo para contagiar un sistema demócratico que odia.

Tomado de: https://elguardian.cr/