Internacionales / Salud y Vida · 28/07/2020

El hambre relacionada con la pandemia podría desencadenar la muerte de 10.000 niños al mes

En todo el mundo, las restricciones impuestas por el nuevo coronavirus están llevando al límite a comunidades que ya padecían desnutrición antes de la pandemia. La crisis sanitaria ha bloqueado economías, cortado cadenas de suministro y aislado a pueblos enteros de la ayuda médica y alimentaria. 

Con este escenario, el hambre relacionada con los impactos de la pandemia podría desencadenar la muerte de 10.000 niños al mes durante el primer año de la emergencia, según alerta la Organización de las Naciones Unidas señalando un estudio publicado por la revista The Lancet.

Además, la ONU resalta que cada mes otros 550.000 niños están sufriendo de emaciación, “una forma de desnutrición potencialmente mortal” que podría alcanzar niveles aún no vistos en este milenio, según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Unicef.

El número de menores con emaciación ha aumentado en 6,7 millones respecto a los 47 millones de niños que ya sufrían ese flagelo en 2019. La ONU advierte que el desgaste y el retraso del crecimiento pueden afectar de manera permanente a los menores tanto física como mentalmente y que esto podría marcar a toda una generación. 

El problema trasciende fronteras. En América Latina, el sur de Asia y África subsahariana, se concentran la mayor parte de las familias que atraviesan por la dolorosa situación y la mayor parte de los 128.000 niños que según los cálculos de Naciones Unidas podrían morir en el primer año de la pandemia por hambre. 

Ya en abril, el director del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, advirtió que los estragos en la economía causaría hambrunas globales “de proporciones bíblicas”.

A nivel regional, la entidad estimó en febrero que una de cada tres personas en Venezuela sufría hambre, en medio de una creciente inflación que hace imposible comprar alimentos.

A la crisis de alimentación que había antes de la pandemia se suma la llegada de decenas de miles de venezolanos que habían emigrado a otros países y decidieron regresar por falta de trabajo en el exterior. Muchos de los niños migrantes realizan largos viajes de regreso desde Colombia, Ecuador o Perú, donde en muchos casos ya sufrían desnutrición.

“Todos los días recibimos un niño desnutrido”, dijo el doctor Francisco Nieto, quien trabaja en un hospital en el estado fronterizo de Táchira. El experto agregó que se ven “niños que no hemos visto en mucho tiempo en Venezuela”, aludiendo otras crisis de hambruna.

*AFP