Enemigos jurados de la educación
Somos víctimas de una clase política delincuencial. La campaña de alfabetización sandinista de 1980 no fue un noble acto de enseñanza-aprendizaje, que sirviera de motor para dar inicio a una transformación educativa que nos posicionara a la vanguardia en Centroamérica, más bien fue un masivo proyecto piloto de ablandamiento ideológico de alfabetizados y alfabetizadores, a la vez que validación del retorcido principio leninista, que la educación es el vehículo idóneo de dos estrategias infalibles para la penetración del modelo colectivista: adoctrinamiento y propaganda.
Durante una década, la batalla de las ideas se libró en las aulas de clases en todos los niveles del sistema educativo, así fueron expulsados miles de educadores que se resistieron a renunciar a la libre cátedra, palanca de transmisión por excelencia del conocimiento y el aprendizaje. Se impuso la pedagogía del oprimido, acompañada de la magia multidisciplinaria del camarada Lenin y la erudición infinita del comandante Fidel. En 1989, la pesadilla educativa colapsó por defecto, con la caída del régimen, pero la administración Chamorro y subsiguientes (1990-2006), no fueron capaces de desmantelar el andamiaje destructivo del sandinismo en materia educativa. Pero ese prolongado episodio, tiene una variopinta interpretación, que en el futuro servirá de referente para enmendar errores y sentar las bases para un modelo educativo evolutivo y democrático a toda prueba.
El voto-premio recibido por Ortega en 2006 y la posterior indolencia ciudadana que le permitió atornillarse al poder, le facilitó cumplir su sueño de siempre, ser el líder único, el elegido, el salvador de todo y el creador de todo cambio; y qué mejor que adueñarse, controlar y dirigir de manera absoluta el sistema educativo, para la dictadura se trata de escoger entre dos opciones que han probado su eficacia: ¿el modelo cubano o el modelo norcoreano?, además, hay que decirlo con franqueza, nuestro modelo educativo es deficiente, elitista y conservador en materia pedagógica e investigativa, adicionalmente es tímido promotor de la libertad de cátedra, del libre pensamiento y de una política investigativa periférica y desarticulada.
Que lo anterior no se interprete como argumento de que no hemos perdido nada. Todo lo contrario, el sandinismo ha cometido un crimen sin precedentes al confiscar, tomar por asalto o robarse la mayoría de instituciones educativas de educación superior. La educación es un derecho humano fundamental y al contaminarla con sus estupideces panfletarias e ideologizantes, y obligar a miles de estudiantes a huir del país o resistirse a ser víctimas de un puñado de zombies disfrazados de docentes, ubica a los dictadores y sus acólitos, sin lugar a dudas, en un sitial preferencial para ser juzgados y responder por los crímenes cometidos.
Ezequiel Molina
Agosto 24, 2023