Nacionales · 02/03/2020

Ernesto Cardenal falleció reconciliado con la Iglesia y desencantado por la corrupción sandinista

El poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal murió este domingo a los 95 años a causa de un paro cardíaco, tras permanecer hospitalizado por cansancio y problemas respiratorios derivados de una descompensación generalizada.

«Murió hoy (ayer), se nos fue en paz absoluta, no sufrió dolor», confirmó a la agencia AFP, Luz Marina Acosta, asistente de Cardenal desde hace más de 40 años.

El sacerdote fue una de las figuras clave de la Teología de la Liberación y estuvo estrechamente vinculado con el movimiento sandinista. Y es precisamente por este último punto por el que tuvo un sonado desencuentro con el Papa Juan Pablo II.

El 4 de marzo de 1983, Juan Pablo II vino a Nicaragua, y Ernesto Cardenal ministro de Cultura, en ese entonces, lo recibió arrodillado. Con gesto duro y el dedo índice señalándole, el Papa lo reprendió públicamente por formar parte del Gobierno sandinista.

El Papa que odiaba a los comunistas no podía soportar a un cura, integrante de la Teología de la Liberación, formando parte de un Gobierno ‘rojo’. «Usted debe regularizar su situación», le amonestó. Cardenal sólo pudo callar, sonreír y seguir hacia adelante.

Ernesto Cardenal nunca fue un cura al uso. Poeta, político, intelectual reconocido en todo el mundo, fue condenado por el Vaticano pocos meses después de aquella visita del Papa y debió esperar 35 años para ser rehabilitado por la Iglesia. Tuvo que ser Francisco, el primer Papa latinoamericano, quien volviera a permitirle celebrar la Eucaristía.

Un guía moral

En cuanto se conoció la muerte de Cardenal, las condolencias no tardaron en llegar. El también escritor nicaragüense y premio Cervantes 2017, Sergio Ramírez, afirmó que «al morir Ernesto Cardenal pierdo a un hermano mayor, amigo entrañable y vecino de muchos años, un guía moral, un modelo literario. Con él se va parte esencial de mi propia historia».

El fallecimiento fue confirmado por la poetisa Gioconda Belli. «Les escribo para avisarles que Ernesto Cardenal, nuestro gran poeta, acaba de morir a sus 95 años después de una vida de entrega a la poesía, la lucha por la libertad y la justicia», afirmó Belli, añadiendo que el poeta será enterrado en la comunidad que él mismo fundó, Solentiname, e invitó al pueblo nicaragüense a participar de las honras fúnebres del poeta y sacerdote.

La vela de Cardenal será hoy a partir de las 10:00 a.m., en funeraria Monte de los Olivos, mañana martes se realizará una misa en la Catedral de Managua a las 3:00 p.m.; y su funeral será en Solentiname el próximo fin de la semana.

No adoro dictadores

Por su parte, el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, que según algunas fuentes dio la extrema unción a Cardenal, dio su último adiós al amigo, quien ahora puede cantar su Salmo 15 delante de Dios: «No hay dicha fuera de ti. Yo no rindo culto a las estrellas de cine, ni a los líderes políticos y no adoro dictadores».

«Mi poesía tiene un compromiso social y político, mejor dicho, revolucionario. He sido poeta, sacerdote y revolucionario», se definió Cardenal en 2012, al ser reconocido con el Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía.

Merton y Solentiname

Nacido el 20 de enero de 1925 en Granada, en el seno de una de las familias más respetables del país, el futuro sacerdote creció en una de las casonas más emblemáticas de la capital conservadora de Nicaragua. Aunque su familia había decidido para él la carrera de Derecho, pronto se rindió ante su vocación literaria. Viajó a México y Estados Unidos y en 1957 ingresó en el monasterio trapense de Gethsemaní, en Kentucky. Allí el religioso conoció a su mayor influencia literaria: Thomas Merton, quien fue su maestro de novicios. Su influencia fue decisiva para la fundación en 1966 de la comunidad de Solentiname.

Solentiname se convirtió desde muy pronto en un refugio para los líderes guerrilleros que luchaban contra la dictadura de Somoza. Tras el triunfo de la revolución en 1979, Cardenal fue nombrado ministro de Cultura, cargo en el que permaneció hasta 1987. Su hermano Fernando fue titular de Educación hasta 1990.

«Mi fe es en Cristo, no en el Vaticano»

«El cristianismo tal como lo vemos en el Vaticano, no es el que Cristo quiso para la iglesia; pero mi fe es en Cristo, no en el Vaticano; si el Vaticano se aparta de Cristo, yo sigo con Cristo», explicaba Cardenal a la BBC en 2007. Sin embargo, la llegada de Francisco y su idea de Iglesia pobre y para los pobres volvió a acercar al teólogo a la cúpula vaticana. Y si Juan Pablo II le condenó, Bergoglio rehabilitó al poeta revolucionario.

No ocurrió lo mismo en lo político. Desencantado por la corrupción sandinista, Cardenal se apartó de Daniel Ortega, convirtiéndose en su mayor crítico después de su regreso al poder en 2007. De hecho, los últimos meses del poeta estuvieron marcados por una creciente persecución. Hace justo un año, el sacerdote trapense exigió la salida de Ortega y de su mujer, Rosario Murillo. «Queremos simplemente que la pareja presidencial se vaya, no hay nada que dialogar (…). Ellos deberían saber lo que está pasando sin que yo se los diga. No tengo libertad para decirlo, no hay libertad de ninguna clase. Cualquiera puede sufrir la represión. Ni yo estaría libre tampoco».

Sin embargo, al conocerse el fallecimiento del poeta, la pareja de dictadores decretó tres días de duelo nacional, calificando a Cardenal de «gloria y orgullo» de Nicaragua.

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