Nacionales · 30/05/2020

Forenses argentinos reconstruyeron la masacre del 30 de mayo de 2018 en Nicaragua

La “Madre de todas las Marchas” comenzó a primera hora de la tarde del 30 de mayo de 2018 en la rotonda Jean Paul Genie, sobre la carretera que sale de Managua hacia Masaya. Estaba organizada por diversas corrientes de estudiantes universitarios y encabezada por las madres que habían perdido a sus hijos en las protestas contra el régimen de Daniel Ortega que se sucedían desde el 18 de abril. Se congregó, al menos, medio millón de personas. Muchas familias. Ese día se conmemora el Día de la Madre en Nicaragua y esto hizo que muchas mujeres fueran acompañadas de sus hijos y padres.

Cuando la enorme manifestación llegó a la zona universitaria fue atacada a balazos por fuerzas policiales y paramilitares afines al orteguismo. Ocho manifestantes murieron en ese lugar. Otros 10, en otras movilizaciones en varias ciudades del país. El régimen de Ortega hizo lo que hacen todos los regímenes totalitarios del universo: se escudó detrás de la confusión y el “no podemos saber, exactamente, lo que sucedió”.

Sin embargo, un grupo de investigadores del Equipo Argentino de Antropología Forense y la organización SITU Research, que se especializa en investigación audiovisual de acciones contra los derechos humanos, lograron reproducir los hechos y probar cómo al menos tres de los manifestantes fueron asesinados por disparos de las fuerzas gubernamentales.

El video se presentó este sábado en Managua, a dos años de los acontecimientos.

“El relato oficial nos dice que a menudo estas situaciones son muy complejas y es difícil entender lo que sucedió. Y argumentan que la búsqueda de responsabilidades es inútil. La documentación ciudadana, los videos y fotos tomados por los celulares de la gente, proporciona nuevos caminos para la rendición de cuentas cuando se ven todos esos materiales como un conjunto de evidencias claves. Para este proyecto, nuestro equipo sintetizó las pruebas de disparos y estableció una secuencia específica de eventos, una reconstrucción digital extraída de los fragmentos aportados por los ciudadanos y que nos permiten tener una idea amplia de lo sucedido”, explicó Brad Samuels, fundador de SITU Research.

La reconstrucción forense muestra claramente los hechos de ese día. La manifestación ocupaba cuatro kilómetros de la carretera. Al llegar a la intersección con la Avenida Universitaria, el grueso de la columna continuó hacia el predio de la Universidad Centroamericana (UCA), donde se realizaría un evento cultural. Y otro grupo se desprendió de la columna principal hacia la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), que había sido escenario de enfrentamientos en los días anteriores. Al aproximarse al Estadio Nacional, comenzaron los disparos de grupos progubernamentales apostados allí y protegidos por la policía. Varios estudiantes cayeron heridos de muerte y fueron trasladados en moto a hospitales. Muchos otros fueron atendidos por estudiantes de medicina dentro del campus de la universidad, donde se refugiaron muchos de los manifestantes.

La violencia se desató minutos después de que Ortega diera un discurso en una marcha que había sido convocada por el orteguismo en otro punto de la ciudad, para responder a las protestas. “Nicaragua no es propiedad privada de nadie”, dijo Ortega. “Nicaragua nos pertenece a todos y aquí nos quedamos todos”, afirmó, en clara referencia a la exigencia de que deje el poder. De esta manera, Ortega –asediado desde hacía 43 días por una insurrección popular que exigía el fin del régimen– se escudaba en la violencia para mantenerse en el poder que comparte con su esposa Rosario Murillo.

“Después de todo esto que hizo exigimos que se vaya de Nicaragua, que aquí no lo queremos. Si aquí hubiera pena de muerte eso pidiéramos para él. Lo que queremos ahora es ayuda internacional para encontrar justicia, porque aquí en Nicaragua no se respetan las leyes”, fue la respuesta de una de las madres de los jóvenes asesinados durante el acto que dio inicio a la marcha.

Allí también estaba el escritor y ex vicepresidente Sergio Ramírez, para quien la manifestación era “una demostración de fe en el futuro”. Ramírez afirmó en ese acto que “Ortega tiene que convencerse de que, cualquiera que sean los mecanismos que se acuerden, esta solución (su salida) tiene que darse a corto plazo, si no el conflicto va a seguir, el riesgo de enfrentamientos, de más muertes. Hay que hacer un llamado a su propia conciencia de que tiene que apartarse él y su esposa para que el país pueda encontrar un cauce democrático”.

Desde el oficialismo respondieron con una violencia brutal. Ese día murieron allí ocho personas, seis manifestantes y dos agentes paragubernamentales.

La investigación que realizó el EAAF y SITU se centró en tres de ellos: Jonathan Morazán Mesa, Francisco Reyes Zapata y Daniel Reyes Rivera. De acuerdo a la reconstrucción de los hechos, a las cuatro de la tarde de ese 30 de mayo, los estudiantes levantaron barricadas a lo largo de la Avenida Universitaria usando baldosones y adoquines que levantaron de la calle. Algunos estaban armados con lanzamorteros de fabricación casera.

La investigación de los expertos en balística determinó que el impacto de estos morteros tienen apenas un alcance de 60 metros como máximo y no es letal.

Minutos después, las evidencias fotográficas muestran a un grupo de paramilitares que se movilizan en motocicletas ubicados a unos 150 metros de las barricadas. Están armados. En la esquina aparece una camioneta blanca de la cual unos individuos sacan más armas que reparten entre los policías y paramilitares.

A las 17:25 comenzaron los disparos contra los manifestantes. Un video tomado por un periodista muestra el caos que se produce en ese momento y cómo ya llevan en una moto a uno de los heridos, Reyes Rivera. Inmediatamente después otra moto llevando a Morazán Mesa con su cabeza y rostro bañado en sangre e inconsciente. Cuatro minutos más tarde llevan a Reyes Zapata, un chico de 16 años. Varias cámaras muestran cómo la moto que oficia de ambulancia pasa por entre los manifestantes. Uno de ellos grita “¡Lo hirieron en la cabeza!”. Los tres murieron en el hospital o antes de llegar. Los certificados de defunción dicen “muerte por proyectil de armas de fuego”.

Los peritos en balística muestran en el video del EAAF y SITU que los disparos provenían desde el lugar donde se encontraban los policías y paramiliatres, así como del edificio de Radio Ya, una estación progubernamental. El análisis del material visual sugiere que los tres manifestantes fueron asesinados por tiros disparados por ese grupo de individuos, la mayoría sin uniforme, ubicado a unos 150 metros de la zona de la barricada. El material sirve como evidencia forense en el caso de un juicio. Hasta ahora, las autoridades judiciales y el régimen se negaron a iniciar la investigación.

“Las escenas de crímenes en los espacios urbanos son muy complejas de analizar. Los videos utilizados en esta reconstrucción digital muestran el valor que tiene el uso por parte de la gente de los teléfonos celulares para documentar violaciones, particularmente cuando el monitoreo nacional e internacional está severamente limitado. La integración de estas imágenes en un video de reconstrucción es una herramienta innovadora para el análisis forense de violaciones de derechos humanos”, explicó Mercedes Doretti, fundadora de la EAAF y directora de la ONG para Estados Unidos, México y América Central.

La presentación de estas evidencias ante la justicia está patrocinada por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), un equipo especial de expertos establecido por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para investigar la matanza. “Estos son crímenes contra la humanidad que no pueden quedar impunes”, dijo en la presentación Claudia Paz y Paz, una de las integrantes del GIEI. Con esta investigación, “La Madre de todas las Marchas” ahora se convierte en un robusto argumento de presentación ante la justicia internacional, más allá de la indiferencia del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

*Infobae