Opinión / Ensayos · 26/01/2021

Hoy hace dos años

Por Mundo Jarquín

Hace hoy exactamente dos años que se dieron hechos relevantes, vinculados a la crisis política de Nicaragua, en un contexto venezolano muy especial. De esa coincidencia entre Nicaragua y Venezuela, nosotros en la oposición y los principales actores nacionales e internacionales vinculados a la solución de la crisis política en nuestro país, podemos extraer lecciones que nos sirvan para el futuro inmediato.

Antes, hay que dar un antecedente. A todos, en especial a la dictadura de Ortega,   sorprendió la masividad de las protestas que estallaron en abril de 2018, después que bajo la aparente complacencia nacional con la dictadura, se acumulaban agravios contra diversos sectores. Mientras se iniciaba la masacre con el “vamos con todo”, y el Frente Sandinista estaba agazapado en Managua, Diriamba, Jinotepe, Masaya, entre otras ciudades, aunque no en todas, Ortega, entonces a la defensiva, solicitó a la Conferencia Episcopal que organizara un Diálogo Nacional. Eso, mientras reorganizaba sus fuerzas y armaba un discurso que le permitiera retomar la ofensiva. Cuando en junio pudo empezar la represión generalizada, terminó el Diálogo.

Además del anterior antecedente, el contexto de Venezuela que enmarca los dos hechos que relataré, es que el 5 de enero de 2019 Juan Guaidó asumió la Presidencia de la Asamblea Nacional, y el 23 de enero de ese año, la Asamblea declaró la vacancia del Poder Ejecutivo y Guaidó asumió la Presidencia en funciones. Rápidamente, muchos países reconocieron la Presidencia de Guaidó. Entonces, el derrocamiento de Maduro lucía inmediato.

En esas circunstancias, es que se dieron los hechos. Primero, la visita de una delegación del Parlamento Europeo, encabezada por el eurodiputado español Ramón Jáuregui, la cual había sido rechazada por el gobierno de Ortega meses antes. Entonces, la Unión Europea, frente al rechazo, había endurecido su posición. Segundo, coincidiendo no sorpresivamente con lo ocurrido en Venezuela ese mismo día, Ortega se entrevistó con una delegación de alto nivel del gobierno de los Estados Unidos, integrada por el Embajador Michael McKinley, asesor principal del Secretario de Estado, Mike Pompeo, y por Julie Chung, Subsecretaria de Estado.

Mientras la delegación del Parlamento Europeo, después de múltiples entrevistas y visitas a los presos políticos, ayudó a informar y endurecer la posición de la Unión Europea sobre la dictadura de Ortega, de la visita de Mckinley y Chung resultó el segundo Diálogo Nacional. Ese Diálogo se realizó en las instalaciones del INCAE y los compromisos se firmaron en marzo de 2019, de los cuales solamente se cumplió la liberación de centenares de presos políticos. También fue suspendido este segundo Diálogo por el gobierno después del asesinato de Eddy Montes en el mes de mayo, después que, y esto no es casualidad, se desmontó la inminencia del derrocamiento de Maduro. Recuérdese, al respecto, el fracaso del intento de asumir la Presidencia en Funciones de Guaidó, entre el 30 de abril y el primero de mayo, al fracasar el complot militar que sustituiría a Maduro. 

De este artículo, hay algunas conclusiones. Primero, Ortega bajo presión creíble, nacional e internacional, no es inamovible en su posición, como lo demuestran los hechos relatados. Segundo, entre más rápido se pronuncie la comunidad internacional, en particular el nuevo gobierno de Estados Unidos, mejor, para que se realicen las reformas electorales y podamos tener en noviembre unas elecciones creíblemente democráticas.

Finalmente, esa mayor presión nacional e internacional, mucho depende que se unifique la oposición. “Estamos ya en tiempo de descuento”, escribió Ramón Jáuregui en un artículo publicado hace dos días en Confidencial, refiriéndose a las elecciones del próximo noviembre. Y así es.