Opinión / Ensayos · 04/02/2020

La Coalición Nacional y los desafíos de la organización territorial en la UNAB

Por Bonifacio Miranda Bengoechea

El presente documento pretende enumerar una serie de temas que permitan abrir una discusión democrática en el seno de las comisiones de la UNAB, para precisar el análisis político y las tareas que se derivan del mismo.

1.- Algunas consideraciones sobre la Coalición Nacional en formación.

El tema de la conformación de la gran Coalición Nacional (CN) ha sido largamente debatido dentro de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB). Al final, después de algunas dudas, en la última asamblea ciudadana del mes de enero, la mayoría votó a favor de constituirla, incluso con los viejos partidos políticos. Fue así que, después de la segunda reunión en El Salvador, la UNAB y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) – a pesar que días antes se habían separado formalmente, creando un escándalo político— decidieron hacer un llamamiento para constituir la CN, fijando la fecha para el 25 de febrero del año 2020. La conferencia de prensa en la que se lanzó la propuesta de creación de la CN causó impacto político, pero también generó mucha polémica. Efectivamente, hay una enorme presión popular por la llamada “unidad” de las fuerzas opositoras. Esta presión tiene su origen en tres factores. El primero, es la experiencia de 1990, que propinó la primera gran derrota electoral del FSLN. El segundo, es que los altísimos niveles de represión y la frustración de no poder expresarse en las calles, intensifican en las masas populares esos anhelos de crear instrumentos que puedan cambiar la realidad, uno de ellos seria la CN. El tercero, es que con una lógica sencilla el pueblo considera, con razón, que entre mas fuerzas se unan, podrán derrotar más rápidamente a la dictadura en el plano electoral. Sin embargo, la propuesta de creación de la CN fue solo una idea general, tan general, que dio origen a la polémica. Y aquí es donde comienzan los problemas. Existe un pensamiento bastante generalizado que considera a la CN como la gran panacea, la solución a todos los problemas y dificultades de la oposición, cuando en realidad la CN es una simple repuesta organizativa a un candente problema político.

2.- ¿Qué tipo de coalición?

Existen diferentes concepciones sobre lo que debe ser la CN. Cada grupo o partido político interpreta la formación de la CN desde su propio punto de vista. Todos ven ventaja en la unidad, pero no sabemos hasta donde esta será posible. Esta interrogante surge porque todavía no hay documentos sobre aspectos cruciales de cualquier alianza electoral: programa político, estructura orgánica para la toma de decisiones, mecanismos de elección de candidatos, cuotas de participación, etc. Hasta el momento, la UNAB y la ACJD han elaborado un solo documento titulado BASES PARA LA CREACIÓN DE LA COALICIÓN NACIONAL, como una propuesta, pero este documento todavía no ha sido aprobado por la CN que apenas se está formando. Los grupos o partidos políticos representan no solo programas e ideologías, sino también intereses particulares de los grupos sociales que les dan sustento o soporte. En ese sentido, es poco probable que se unan todas las fuerzas opositoras en solo bloque común. Debemos de prepararnos para la peor variante, aunque una de las más probables, dado el mapa de actores políticos en la actualidad, es la existencia de dos o tres coaliciones opositoras. En este punto vale la pena hacer una importante aclaración: no es el fetiche de una CN la que puede darnos la victoria electoral, sino la política y el discurso que sostengamos, si logra sintetizar los anhelos democráticos, lo que puede agrupar a las masas populares en torno a nuestra propuesta. Y como ejemplo podemos citar las elecciones de 1996, donde participaron 27 partidos, pero la mayoría votó por el PLC por el agresivo discurso político que en ese momento agito Arnoldo Aleman. Independientemente de esta perspectiva, dura pero real, la UNAB debe tener como estrategia central la necesidad de unificar a la mayor cantidad de fuerzas políticas y sociales para lograr el desmantelamiento de la dictadura, no un simple cambio de gobierno. Necesitamos una coalición electoral de corte progresista que enarbole las reivindicaciones mas sentidas de la población y de una repuesta satisfactoria a sus aspiraciones democráticas La unidad real de la oposición solo es posible mediante planteamientos políticos claros, propuestas claras que unifiquen a la población en la lucha contra la dictadura. Sin discurso político claro, sin propuestas o denuncias claras sobre lo que necesitamos cambiar en Nicaragua, la propuesta de la CN puede terminar disolviéndose en el tiempo. Este es un peligro real, inminente. No basta redactar un Código de Ética como antídoto contra los partidos zancudos o colaboracionistas.

3. Mapa de actores políticos

A pesar de las concesiones que hizo la UNAB, en torno a aceptar en términos generales la presencia de los viejos partidos, sin entrar en más detalles, el espectro de posibles partidos aliados es realmente muy pequeño. Veamos por qué.

3.1.- Partidos que tienen personalidad jurídica:

1.- Partido Restauración Democrática (PRD), liderado por Saturnino Cerrato

2.- YATAMA liderado por Brooklin Rivera

3.- El llamado Bloque de Centro Derecha, compuesto por el pequeño Partido Conservador de Nicaragua (PCN), liderado por Alfredo Cesar, disidentes como Noel Vidaurre y otros disidentes del PLC como Miguel Rosales.

4. Partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), liderado por Kitty Monterrey

5.- Partido Liberal Constitucionalista, liderado por Arnoldo Aleman

6.- Partido Alternativa por el Cambio (AC), liderado por Orlando Tardencilla

7.- Moviemiento Yapti Tasba Masraka Raya Nanih (Myatamaran), liderado por Osorno Coleman

8.- Partido Indígena Multiétnico (PIM), liderado por Carla White Hodgson

9.- Partido Liberal Nacionalista (PLN), liderado por Constantino Velázquez Zepeda

10.- Partido Unidad Cristiana (PUC), liderado por Daniel Ortega Reyes

11.- Camino Cristiano Nicaragüense (CCN), liderado por Guillermo Osorno

12.- Partido Resistencia Nicaragüense (PRN), liderado por Julio Cesar Blandon

13.- Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), liderado por Alejandro Mejia Ferreti

14.- Partido Liberal Independiente (PLI), liderado por Mario Asensio Flores

15.- Partido Alianza por la República (APRE), liderado por Carlos José Canales

3.2.- Partidos que tienen suspendida la personalidad jurídica:

16. Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), liderado por Suhey Moreno

17.- Partido de Acción Ciudadana (PAC), liderado por Moises Hassam Existen algunas organizaciones, como el Movimiento Campesino y Aliados (MCA), dirigido por Medardo Mairena, que ha mostrado interés en convertirse en una nueva fuerza política, pero no sabemos si este proceso culminara exitosamente, o terminara ligándose a algunos de los partidos existentes. En el exilio, tanto en Costa Rica como en Estados Unidos, existe una infinidad de grupos de naturaleza política, y son fuerzas que deben tomarse en cuenta. Del amplio espectro político detallado anteriormente, la mayoría son aliados de la dictadura, salvo los casos del PRD y YATAMA. El caso de CxL es distinto, porque ha sido castigado en dos ocasiones por la dictadura. El MRS y el PAC son partidos opositores que forman parte de la UNAB Los partidos que tienen mayor estructura orgánica son las dos facciones del liberalismo: PLC y CxL Como se puede apreciar, el espectro opositor es muy reducido y con ello las posibilidades de una gran CN también son limitadas

4.- Omisiones y errores estratégicos

Las vacilaciones de la UNAB, al no convertirse claramente en un nuevo movimiento o partido político, aunque actúa en los hechos como tal, ha contribuido a resucitar los viejos partidos políticos. A raíz de la insurrección de abril del 2018, las masas populares clamaban por el surgimiento de una nueva fuerza política, pero en la UNAB se confundió la vital necesidad de crear esta nueva alternativa política con la otra necesidad de crear una CN. Esta confusión puede tener efectos negativos sobre el futuro de la UNAB. En Nicaragua, cualquier campaña electoral se libra con partidos políticos o con candidaturas de suscripción popular, que todavía no existen. En pocas palabras, solo queda lugar para los partidos políticos. En la medida que nos acercamos a una posible fecha de elecciones, los cadáveres de los partidos políticos tradicionales han comenzado a levantarse de sus tumbas, disputando el lugar que corresponde a la UNAB. Un error estratégico ha sido impulsar primero la construcción de la CN sin darle prioridad a la creación de estructura territoriales propias de la UNAB. Sin musculo territorial, entramos debilitados a cualquier coalición electoral, la membresía de la UNAB terminará convirtiéndose en activistas en el marco de las estructuras organizativas de los viejos partidos políticos. En realidad, una coalición electoral es una coordinación de fuerzas políticas o partidos políticos en el marco de una campaña electoral. Aunque actuemos como partido político, no siéndolo, tenemos una enorme debilidad estructural y organizativa, falta de disciplina, ausencia de centralización política, etc. En esas condiciones se acentúa la debilidad de la UNAN en relación a los partidos políticos que posiblemente formen parte de la CN

5. La lucha por la reforma electoral El esfuerzo conjunto de la UNAB y la ACJD, junto con el Grupo promotor de Reformas Electorales (GPR) dio como resultado que el tema de la necesaria reforma electoral ya está posicionado en la población y esta a la orden del día en la agenda política. La propuesta de reformas electorales consensuadas, que fueron presentadas a la nación el 12 de diciembre del 2018, corre el riesgo de convertirse en papel mojado, porque algunos de los partidos políticos con personalidad jurídica, dispuestos a participar en la CN, no están interesados en promover la participación democrática de nuevas fuerzas políticas, sino en cuidar sus propios espacios. Le temen profundamente a la competencia electoral. El peligro de diluir la propuesta consensuada en aras de construir la CN, es fatal para el futuro democrático de Nicaragua. La CN debe verse como un proceso gradual de acuerdos políticos y consolidación de las relaciones políticas y confianza entre diferentes actores. El problema es que se ha priorizado una fecha de proclamación, obviando el hecho que mientras no haya claridad sobre el alcance y profundidad de una reforma electoral, y sobre la fecha de convocatoria de elecciones (anticipadas o no) no deben establecerse plazos perentorios para la formación de la CN. La lucha por la reforma electoral es la base de construcción de una solida CN. Es ahí donde se establecerán alianzas duraderas. No tiene sentido proclamar prematuramente una CN si las elecciones serán, por ejemplo, en noviembre de 2021

6.- La urgente transformación interna de la UNAB La UNAB se constituyó en octubre del 2018 como la primera gran coalición de grupos y fuerzas sociales, pero las condiciones de brutal represión impidieron el objetivo. El planteamiento de construir la CN es como intentar formar un gigante con pies de barro. Cualquier campaña electoral se libra en los territorios, en una lucha política intensa, palmo a palmo, para ganar el voto favorable de la población. Debido a que la UNAB no quiso dar el paso al frente para constituirse en un nuevo partido político, y tomando en consideración que no existen solidas estructuras en los territorios, la formación de la CN y la propia campaña electoral terminará siendo controlada y dirigida por los viejos partidos políticos. Lo más grave es que no tenemos plan B. Mientras la dictadura trabaja varias opciones y posibilidades al mismo tiempo, nosotros en la UNAB nos hemos decantado por una sola: la formación de la CN. ¿Y si fracasa? ¿Y si se constituyen varias coaliciones, que es lo mas probable? ¿Y si la gran CN no logra cautivar a las masas populares? Debemos trabajar partiendo del peor escenario. Igual que el atleta que va a correr 25 kilómetros, pero se entrena subiendo montes, corriendo 100 kilómetros con una mochila llena de piedras, la UNAB debe desde ya iniciar un proceso de reorganización interna, creando estructuras territoriales en los departamentos, municipios, barrios, caseríos, distritos, etc. Nuestro plan B debe aspirar a tener las estructuras listas por si acaso resulta necesario obtener nuestra propia personalidad jurídica, aun bajo las actuales duras condiciones de la antidemocrática Ley Electoral. Sin estructuras territorios propias de la UNAB, nuestros miembros terminaran siendo simples activistas de los partidos en la campaña electoral. El tema de la necesidad del trabajo territorial es una vieja discusión en la UNAB, pero todavía no se ha materializado. Recientemente, en Managua se inicio un proceso de creación de estructuras territoriales, a partir de los grupos existentes. Este primer paso no debe circunscribirse al departamento de managua, sino que debe generalizarse a nivel nacional, retomado las experiencias de Granada y Masaya. Sabemos que costará, porque cada grupo intenta mantener su espacio y área de influencia. Debemos iniciar una transición desde los grupos hacia estructuras comunes en el territorio. Cada grupo puede y debe conservar su autonomía, sus siglas y su membresía, pero ya es hora de iniciar el trabajo transicional para crear estructuras coordinadas en cada territorio, bajo lineamientos políticos mas claros Obviamente, este giro al trabajo territorial debe ser previo a una rica discusión interna para que termine siendo aprobado en una asamblea ciudadana. Otro aspecto a discutir es la necesidad de iniciar una campaña de afiliación de todos los simpatizantes de la UNAB, para agruparlos por territorios. Esto permitirá el ingreso masivo de individuos a estructuras territoriales definidas.