Opinión / Ensayos · 20/04/2023

La contradicción fundamental

*Por José Antonio Peraza

A finales de los ochentas, asistí a un debate en la Universidad de Costa Rica (UCR) sobre las elecciones que se desarrollarían en febrero de 1990 en Nicaragua. Uno de los expositores era el estudiante de maestría de sociología Miguel de Castilla (posteriormente, Ministro de Educación de Ortega) quien planteó el problema de Nicaragua así: en Nicaragua se enfrentan dos proyectos, el proyecto de Reagan y el proyecto de la revolución. También he oído decir a muchos, incluso yo lo dije algunas veces, que en Nicaragua no hay una contradicción entre sandinismo y antisandinismo sino una contradicción entre dictadura y democracia. Incluso la derecha tradicional argumenta que existe un enfrentamiento irreconciliable entre sandinismo y antisandinismo, por tanto, para sacar a Ortega del poder sólo se requiere la confluencia de los antisandinistas.

En la tradición política del país, se dice ligeramente, que, para solucionar los problemas de Nicaragua, se requiere resolver primero la contradicción fundamental que la ata al atraso y la violencia, y que una vez resuelta, vendrá la libertad, la paz, la prosperidad, etc. Esa visión que enfoca los problemas económicos, sociales y políticos como un enfrentamiento entre contradicciones irreconciliable deriva de una concepción dialéctica y marxista que ve en el enfrentamiento la solución de los problemas.

Este abordaje fue utilizado por clásicos del marxismo. Sin embargo, quien lo desarrolló teóricamente fue Mao Zedong. Mao identificó muchas contradicciones en los procesos, pero determinó que “una de ellas es la principal”. Según él, ésta, “desempeña el papel dirigente y decisivo, mientras las demás ocupan una posición secundaria y subordinada”. Por ende, “debemos esforzarnos al máximo por descubrir la contradicción principal”. Seguidamente, según Mao, una vez “aprehendida la contradicción principal”, consecuentemente, “todos los problemas pueden resolverse con facilidad”. 

Considero un gran error abordar los problemas del país bajo esa premisa. Es una forma muy simple y descuidada de abordar los problemas. Hay demasiadas señales que advierten que Nicaragua es una sociedad repetitiva y cíclica.  Sin embargo, como dijo Marx, concediéndole a Hegel, “la historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa»​. Desgraciadamente, Nicaragua ha vivido muchas farsas, especialmente, después de 1979. Por tanto, si la historia del país tiende a ser cíclica, por qué nos esforzamos tanto en tratar de resolver esa contradicción, promoviendo un Armagedón que resolverá todos los problemas acumulados del país. 

Después de mucha reflexión teórica y práctica, he llegado a la conclusión que no existe ni existirá ese gran acontecimiento que va remover todos los cimientos en que ha estado fundada Nicaragua. Que no es posible acostarnos siendo una cosa y levantarnos, la mañana siguiente, siendo otra. Hay otras métodos más descriptivos y prácticos para derivar lecciones que nos orienten en la transformación del país. Veamos dos ejemplos.

El primero lo tomo de una descripción que hizo Humberto Ortega Saavedra (HOS) en su libro “La Odisea por Nicaragua” donde expone como Anastasio Somoza García (ASG) construyó su dictadura.  Según HOS, Somoza lo hace fácilmente porque “…llega a acuerdos con líderes de los partidos opositores a través de pactos, y realiza elecciones fraudulentas que conducen al afianzamiento del poder…Además, asume valores tradicionales derivados del sistema patriarcal con el fin de legitimar el orden que su Estado administra a través del clientelismo político. Utiliza prebendas para controlar los poderes del Estado, manipula la Constitución, nombra los alcaldes, domestica los partidos políticos opositores, generaliza la corrupción, y protege las ventajas de grandes capitalistas…”.

Leyendo esta descripción de como ASG construyó su poder, es fácil establecer un paralelismo con la forma en que Daniel Ortega ha construido su dictadura. En sus elementos fundamentales, la construcción de ambas dictaduras es muy parecida. Ergo, no necesito reconocer, casi por un acto de adivinación, cuál es la contradicción fundamental que generó la dictadura de Daniel Ortega. Con sólo leer a HOS, y comparar su relato con las acciones que implementaba su hermano, era suficiente para comprender que se estaba gestando una nueva dictadura. 

El otro ejemplo lo tomo de unas entrevistas que concedió Antonio Lacayo, donde explicaba los aspectos, supuestamente exitosos, que tuvo el proceso de transición política en los noventas. Según Lacayo, las condiciones que permitieron esa transición fueron: el FSLN cometió muchos errores, tuvo gran la virtud de poner a todo el mundo en su contra y forzaron a muchos a viajar al exilio; para enfrentar una elección libre en un proceso de transición se necesitó tener fiscales en cada Junta Receptora de Votos, acreditar abundante observación electoral internacional, dotar al Consejo Supremo Electoral de magistrados con respetabilidad y promover una votación masiva de la población; para ganar la elección se necesitó que doña Violeta enviara un mensaje desde el corazón y eso significaba gobernar sobre los partidos y para todos los nicaragüenses (sin exclusiones); posteriormente, gobernar con magnanimidad y prudencia; profundizando el sistema democrático y la institucionalidad.

Los dos ejemplos nos dan muchas luces para reconocer cuándo se está construyendo una dictadura y cómo deberíamos actuar en el próximo proceso de transición democrática. Por tanto, la búsqueda continua de esa gran contradicción fundamental que resolverá de tajo todos los problemas que nos aquejan, no es la mejor forma de abordar los dramáticos problemas del país.

Además, esa visión alienta la resolución de los problemas de forma violenta porque acrecienta la ilusión que se conoce la raíz del problema y que, por tanto, los podemos resolver de forma inmediata. Desgraciadamente, la realidad nicaragüense ha demostrado que no es así. La experiencia parece señalar que las descripciones ordenadas que toman en cuenta las visiones múltiples y los recuentos históricos de lo que ha sucedido, es más útil para saber lo que debemos hacer, que descubrir esa gran contradicción fundamental.