Opinión / Ensayos · 16/12/2020

La Economía Mundial pos pandemia

*Por José Félix Solís | Economista

Ni la salida del sol por el este es una ley de la naturaleza ni todos los cisnes son blancos. La existencia del cisne negro tiene visos irrefutables de pandemia y peor aún si ha sido creada ya que degrada la solidez de la predictibilidad. Dada las limitaciones en la información de los modelos y contradiciendo a Sherlock Holmes se puede afirmar que de la información no puedes quitar lo imposible y menos lo improbable ya que por allí se oculta la verdad,

En febrero la pandemia golpeó la economía mundial en forma no vista desde la segunda guerra mundial. El confinamiento y el colapso en el gasto de los consumidores llevó a un descalabro del mercado de trabajo en el que desaparecieron de la noche a la mañana 500 millones de empleos permanentes. Igual colapso se tuvo en el comercio mundial a medida que las empresas clausuraban operaciones y los países cerraban sus fronteras. Una catástrofe similar en el mundo financiero se evitó por las intervenciones sin precedentes de los bancos centrales, los apoyos de los gobiernos y el quebrantadero de empresas, en especial medianas y pequeñas. Los déficits fiscales han llegado a los niveles de tiempos de guerra.

El colapso fue sincronizado; sin embargo, conforme la recuperación tomaba lugar al abrirse las economías surgieron enormes diferenciales en el desempeño de los países cuyos efectos en el orden mundial están por verse. La OECD estima que para finales de 2021 la economía Americana tendrá el mismo tamaño que en 2019 mientras que la economía China será un diez por ciento mayor. Europa aún reflejará sus niveles pre pandemia que se podrían prolongar durante varios años, una trayectoria que podría compartir con Japón. De acuerdo al banco UBS la distribución de tasas de crecimiento en 50 países serán las más divergentes en 40 años.

Las diferencias en la frecuencia de contagios es también muy amplia. China prácticamente ha logrado el control de los contagios al igual que otros países Asiáticos mientras que Europa y EEUU batallan contra el segundo rebrote sin excluir un tercero.

La situación en países emergentes es un tanto diferente ya que ha sido más fácil contener la crisis económica y financiera que los contagios del virus. Debido que los gobiernos y empresas se endeudan en dólares el impacto depresivo es mayor a medida que el dólar aumenta de valor. El resultado es una mayor presión inflacionaria imposibilitando bajar la tasa de interés en apoyo a las economías. La incapacidad fiscal de los gobiernos ha significado la pobre atención a las cuestiones sanitarias y al soporte de redes sociales. En consecuencia, el virus ha estado a sus anchas en Brasil, India, México, Argentina y Sudáfrica.

Con el avance en la recuperación económica y el control de la pandemia se va perfilando el panorama  de cambios profundos que ya se venían presentando. Las condiciones antes de la pandemia se fraguaron en tres grandes shocks del siglo XXI: la integración de China al sistema de comercio mundial, la crisis financiera de 2008, y la emergencia de la economía digital. Ahora, hay un cuarto shock: la pandemia del covid-19. El ahorro mundial va a permanecer alto por muchos años. Las tasas de interés bajas y aún negativas permanecerán por un buen rato lo que mantendrá el auge en los mercados de acciones aún cuando la economía se muestre frágil y vulnerable. El exceso de liquidez es tal que la inversión en bonos soberanos alcanzó su límite y ahora se concentra en el mercado accionario en corporaciones específicas sin que respondan la inversión productiva y el empleo. La enorme liquidez sólo ha servido para que las grandes corporaciones recompren su deuda mientras el quebradero en los servicios es irreversible. La pandemia ha descubierto los riesgos en las cadenas de producción y obliga a la relocalización más cerca de los centros de consumo y a una mayor diversificación de proveedores. La pandemia está impactando la digitización. Los consumidores sustituyen el comercio al detalle por el comercio on-line sucediendo lo mismo con los servicios de salud y educación. El NASDAQ anda por las nubes.

Asimismo se están produciendo cambios en la política, la geopolítica y la economía. El mundo que aparecerá después de 2020 será uno de mayor rivalidad de las grandes potencias, en especial China y EEUU. Las disputas comerciales escalarán en el terreno de la tecnología 5-G, en el acceso a la tecnología de los semi-conductores; TikTok, la plataforma más exitosa de videos y de mayor exportación está siendo forzada a venderse o salir del Occidente. La inversión China en EEUU ha caído aunque ambas economías están muy interconectadas pero en un ambiente de profundas sospechas mutuas, un clásico problema del “Dilema del Prisionero”. El proteccionismo probablemente seguirá escalando.

Las crisis del capitalismo han resultado en grandes transformaciones, especialmente en el contrato social. La depresión de 1929 trajo el “New Deal”, la pos guerra trajo los amplios programas de bienestar y el pleno empleo, la crisis de la estanflación trajo el conservadurismo de Reagan- Thatcher, con su individualismo y el empequeñecimiento del Estado. Sin embargo, en el siglo XXI los shocks de importancia como la emergencia de China, la revolución de la informática, y la crisis financiera no trajeron ningún cambio fundamental. Las personas no sienten ningún apoyo ante lo que consideran fuerzas incontrolables. Los beneficios del crecimiento económico no se han compartido y gobiernos mediocres han ignorado al enorme segmento social de perdedores. La falta de liderazgo político se observa en la ausencia de cambios de importancia lo que ha deteriorado la relación Estado-Individuo.

Una alternativa de respuesta a la pandemia sería analizar las reacciones de los diferentes modos de capitalismo ante el impacto de shocks simultáneo. Por ejemplo, en materia de innovación está la innovación incremental, que es un proceso contínuo de mejoras marginales, y la innovación radical caracterizada por cambios profundos. En este  sentido, las economías con mayor coordinación de mercados como las Europeas con énfasis en el largo plazo están mejor posicionadas para la innovación incremental. Son economías restringidas por sus propias estructuras, con procesos lentos de adaptación a cambios de ambiente. En cambio, las economías con mayor sustentación en los mecanismos de mercado para la asignación de recursos, llamadas economías liberales como las de EEUU, Gran Bretaña y Canadá presentan estrategias menos coordinadas y a veces un tanto caóticas, sin embargo son más apropiadas para las innovaciones de mayor calado, para las sorpresas tecnológicas. China, con un capitalismo de Estado, una economía dirigida, sobresale por la ausencia de leyes y la marginación del sector privado por lo que decisiones como el confinamiento lo llevaron al extremo en el control de la pandemia. Aunque China es también innovativa, es más propensa a la corrupción y al encubrimiento de sus errores. No hubiera habido pandemia si China no hubiera encubierto los primeros brotes en Wuhan. La desconfianza es evidente en la falta de credibilidad de su vacuna anti covid.

Estos diferentes modos de capitalismo sugieren diferentes trayectorias de liderazgo. En los requerimientos de cambios sustanciales las economías liberales de mercado son más propensas a la adaptación. Respecto al trabajo en casa, las economías Anglo-Sajonas se posicionan mejor que las Europeas, que muestran más resistencia. Igual sucede con el comercio on-line. Las economías Anglo-Sajonas han apoyado los ingresos de las familias, China ha menospreciado los criterios de la economía del bienestar. Sus prioridades han sido la inversión y la construcción; el sector de familias ha sido dejado a su suerte.

A manera de conclusión y como se dice que después de la batalla todos son generales, en el mundo pos pandemia todos reclamarán victoria. Las economías Europeas han tenido respuestas comunitarias formidables pero es muy probable que las economías liberales tomen delantera en la producción de vacunas y en la vacunación logrando posicionarse como los vencedores en la lucha contra la pandemia. La vida bajo el capitalismo liberal de mercado es exigente y riesgosa y sus fallos ocasionan sufrimiento, pero los beneficios que se generan no tienen comparación.

Fuentes: Varios números de The Economist (de oct a dic)