Opinión / Ensayos · 08/09/2022

La estrategia de los “anillos marítimos” de EEUU y la estrategia del “collar de perlas” de China

*Por Oscar René Vargas

En aplicación de la  estrategia “de los anillos marítimos”, EEUU procedió, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, a su despliegue geoestratégico según la configuración del mapa del almirante William Harrison, concebido en 1942 por la marina estadounidense con el fin de atenazar todo el mundo euroasiático, articulando su presencia en un eje basado en tres posiciones-bisagras: el estrecho de Bering, el golfo Pérsico y el estrecho de Gibraltar, con el objetivo de provocar una marginación total de África, una marginación relativa de Europa y confinar en un cordón de seguridad el “perímetro insalubre”, constituido por Rusia, China, India y Pakistán.

Sobre los escombros del colonialismo francés e inglés, EEUU apoyó las independencias de Marruecos y Argelia a raíz de la aventura tripartita (anglo-franco-israelí) de Suez, en 1956, y fue acogido como héroe por los pueblos árabes. Pero, luego EEUU basó su hegemonía en el Medio Oriente en una colusión con las fuerzas árabes más reaccionarias (Arabia Saudita, Jordania, Qatar, etcétera), malgastando así su capital de simpatía debido a una política errática ilustrada por la lucha que libra contra el nacionalismo árabe. Segundo error fatal fue lo que permitió a China, en la década de 1960, sacar provecho y establecerse en Asia Occidental y en el norte de África, especialmente en Argelia.

La estrategia del collar de perlas

La “estrategia del collar de perlas”. Atenazada entre la India -su gran rival en Asia-, EEUU y Japón, China intenta liberarse de ese dogal desarrollando la estrategia denominada “del collar de perlas”. El término se utilizó por primera vez a principios de 2005 en un informe interno del Departamento de Estado de EEUU titulado “Energy Futures in Asia”.

La estrategia emprendida por China para garantizar la seguridad de sus vías de aprovisionamiento marítimas hasta Medio Oriente, así como su libertad de acción comercial y militar, consiste en la compra o arrendamiento por un tiempo limitado de instalaciones portuarias y aéreas escalonadas, desde los puertos de Gwadar (Pakistán), Hambantoa (Sri Lanka), Chittagong (Bangladesh), hasta Port Sudán, vía Irán, y el perímetro del golfo de Adén para escoltar a sus barcos a través de esa zona infestada de piratas, así como en la zona Sahel-Sahara, Argelia y Libia, al menos bajo el régimen de Gadafi (1969-2012).

El principio de la libertad de navegación, en apariencia trivial, encierra grandes retos geoestratégicos resumidos por el contraalmirante Alfred Thayus Mahan (1840-1914): “Quien consiga la supremacía marítima en el Océano Índico será protagonista en el escenario internacional”, sostenía este geoestratega de la Marina de EEUU. Los océanos representan el 71% de la superficie del planeta, con una mención especial al Pacífico que ocupa, él solo, el 50% de la superficie oceánica mundial.

El desarrollo de la prospección petrolera en alta mar, el cableado submarino y la sobreexplotación de la pesca han convertido a los océanos en un gigantesco yacimiento de recursos naturales y animales. El 50% de la población mundial vive en una estrecha franja costera de 50 kilómetros a lo largo de las costas, y el 75% del peso del comercio mundial y el 66% de su valor están garantizados por el transporte marítimo, casi 10.000 millones de toneladas anuales. La explotación de los recursos marítimos se ha cuadruplicado en 40 años, pasando de 20 millones de toneladas en 1950 a 80 millones en 1990.

La militarización de las vías marítimas

La militarización de las vías marítimas figura entre los objetivos de EEUU en la zona que conecta el mar Mediterráneo con el sudeste asiático y el extremo Oriente por el canal de Suez, el mar Rojo y el golfo de Adén. En ese perímetro altamente estratégico, EEUU ha procedido a un alto despliegue militar. El mundo árabe alberga tres de las principales vías de navegación transoceánicas, pero no controla ninguna. El estrecho de Gibraltar, que garantiza la unión entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, está bajo la vigilancia de la base inglesa ubicada en el promontorio de Gibraltar, un enclave situado en territorio español. El canal de Suez, la unión del Mediterráneo con el mar Rojo está bajo control de las bases inglesas situadas en los dos extremos del canal de Suez, las bases de Dekhélia y Akrotiti en Chipre y la base de Massirah, en el sultanato de Omán, a la salida.

Finalmente, el estrecho de Bab el Mandeb el paso entre el golfo Pérsico y el océano Índico está bajo el férreo control del rosario de bases de la OTAN: el campamento franco-estadounidense de Yibuti, la base aeronaval francesa de Abu Dabi, el cuartel general del CENTCOM en Qatar y la base aeronaval estadounidense de Diego García.

Los cuellos de botella

La mayor parte del comercio mundial atraviesa en un momento dado por uno de los siete “cuellos de botella” de transporte marítimo (conocidos como “chokepoint” en inglés). Son unos canales estrechos utilizados en las rutas marítimas mundiales que son cruciales desde el punto de vista geopolítico. El bloqueo de uno de estos “pasillos” podría, según expertos, alterar los precios del petróleo y provocar el caos en los mercados energéticos y de mercancías en general.

Todas estas vías de paso transoceánicas, con excepción del estrecho de Bering, están bajo control de Occidente. Desde el estrecho de Gibraltar hasta el del Bósforo, Dardanelos, Malaca, Ormuz, canal de Suez y Panamá, pero China ha conseguido, poco a poco, a soslayar esos cuellos de botella desarrollando su “estrategia del collar de perlas” que le ha permitido establecer un rosario de puertos amigos a lo largo de sus vías de avituallamiento llegando al corazón de Europa, con la zona franca del puerto de El Pireo (Grecia).

La “fábrica mundial”, China, importa en la actualidad alrededor del 30% del petróleo que utiliza. Según las estimaciones de la Agencia para la Energía de EEUU, en 2025 China importará el 85% del petróleo que necesite. La ecuación energética china coloca al país en una situación de “urgencia” de aprovisionamiento que explica su ofensiva de la Ruta de la Seda Marítima en tres sentidos. La búsqueda de bases-relevos y proveedores va acompañada de una significativa modernización de su marina con el fin de controlar las rutas marítimas que garanticen su aprovisionamiento (asegurar la ruta marítima vital vinculando los campos petroleros del golfo Pérsico con Shanghái pasando por el estrecho de Ormuz, el estrecho de Malaca y el estrecho de Formosa, zona caracterizada por una fuerte presencia de las marinas estadounidense y británica.

Vencedor de la Guerra Fría

Gran vencedor de la Guerra Fría, EEUU se benefició de un excepcional estado de gracia en la historia de las relaciones internacionales contemporáneas gracias a la implosión del bloque soviético. La guerra del Golfo de 1990-1991 permitió a los estadounidenses plantarse en medio de los principales yacimientos petroleros del planeta, y la guerra de Kosovo en 1999 facilitó su implantación en Europa central, particularmente en Albania, considerada desde hacía mucho tiempo un bastión de la ortodoxia comunista. Ciertamente también, en línea con sus objetivos, la guerra de Afganistán (2001) y después la guerra de Irak (2003) permitieron a EEUU rematar su misión llegando por primera vez en su historia al Cáucaso y emplazándose en el corazón del sistema energético mundial por su dominación sobre el Golfo Pérsico y su control de las vías de abastecimiento del crudo transcaucasiano.

Europa aparece con respecto a la comunidad internacional como un apéndice de EEUU. Hasta el punto de que numerosos observadores han concluido que Europa ha abdicado de su independencia para desempeñar el papel de promontorio de EEUU al otro lado del Atlántico renunciando a su antigua vocación de faro de la civilización y a su propia autonomía frente a EEUU para convertirse en un engranaje de la estrategia estadounidense.

Desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se ha desarrollado toda una literatura belicista sobre el “peligro rojo” (contra el comunismo) antes de abatirse, tras la implosión del Pacto de Varsovia y la URSS (1989-1991), sobre el “peligro verde” (el Islam), jalón intermedio previo al nacimiento del actual “peligro amarillo” (China e India), debido al auge de los principales países de Asia, que culminará en 2025. En esa fecha Occidente habrá perdido el monopolio del poder y por lo tanto su papel dirigente.

Continente africano

Casi 200.000 chinos estarían ahora instalados en África y casi un millar de empresas chinas invirtiendo en 43 países africanos realizando así 900 proyectos de infraestructuras. 31 países han visto su deuda con China anulada por un valor en torno a US$ 1.330 millones de dólares. Frente al estrés energético, Pekín ha establecido una nueva diplomacia denominada “Zouchuqu”, que se traduce en una participación y en la adquisición de yacimientos petroleros y materias primas por medio de participaciones en las sociedades locales para asegurar su suministro energético regular. Los chinos están implicados en una cincuentena de proyectos petroleros en todo el continente africano.

En 2006, el continente africano representaba el 25% del aprovisionamiento chino de petróleo (principalmente Sudán, Angola, Argelia y Sudáfrica) frente al 15% de mediados de los años 80. En ese contexto, el África subsahariana, como el Magreb, se ha convertido en un escenario muy codiciado, ya que desde su intervención en Irak, EEUU ha reforzado su control sobre el conjunto de los países de Oriente Medio a excepción de Irán. Con el 8,9% de las reservas mundiales de petróleo y el 11% de la producción mundial, África permite a Pekín limitar su dependencia energética, política llamada de desconcentración de los riesgos: Asia Central y Siberia ofrecen un soslayamiento del estrecho de Malaca.

Desde 2010, China es el primer socio comercial de África, con intercambios del orden de US$ 166.300 millones de dólares, un crecimiento del 83% con respecto a 2009. Los chinos acaban de anunciar un incremento de US$ 20.000 millones de dólares en sus créditos a África. Sesenta años después de la independencia de África, los estadounidenses y los europeos continúan dirigiendo África por medio de sus redes políticas-comerciales y las instituciones multilaterales (FMI y Banco Mundial). África suministra el 30% del petróleo del consumo mundial.

África / Estados Unidos

Entre los años 2006 y 2007 el gobierno estadounidense construyó en el golfo de Guinea una base flotante compuesta por barcos de gran velocidad (swift ship) con unos 300-400 marinespara la vigilancia costera a lo largo de los países costeros: Angola, Camerún, Gabón, Ghana, Guinea Ecuatorial, Libera, Santo Tomé y Príncipe, Senegal y Nigeria. Y en la década de 2010 bases de drones en Burkina Faso para la vigilancia y localización de los movimientos yihadistas en África occidental. El aparato militar estadounidense en el continente negro se completó en África oriental con la instalación de la base francesa de Yibuti «Le camp Lemonier», así como la base aeronaval de Diego García en el océano Índico, y el nuevo papel de gendarme confiado a Etiopía para reprimir los movimientos islamistas en la zona, especialmente en Somalia.

La intervención francesa en Malí, en enero de 2013, refleja una estrategia francesa de defensa del coto africano frente a la política de mordisqueo que llevan a cabo tanto China como el wahabismo por medio de las finanzas islámicas (Qatar y Arabia Saudí). El activismo de Francia en Sudán, después en Libia, en Siria y en Malí, tiene el objetivo de garantizar su abastecimiento energético, sus exportaciones militares y sus centrales nucleares.

En un libro blanco de 2010, “Estrategia para los minerales imprescindibles para Estados Unidos”, EEUU aboga, en conjunto con la Unión Europea (UE), por la urgente necesidad de constituir reservas de cobalto, niobio, tungsteno y por supuesto coltán, imprescindibles en la composición de materiales de alta tecnología. El 80% de las reservas mundiales de coltán se encuentran en la República Democrática del Congo (RDC-Kinshasa). Fuente estratégica esencial en el desarrollo de las nuevas tecnologías, el coltán (fusión de los términos columbio y tantalio) entra en la producción de las pantallas de plasma, teléfonos móviles, GPS, misiles, cohetes espaciales, cámaras fotográficas y los juegos de Nintendo), cuyas principales beneficiarias son las grandes empresas electrónicas e informáticas (Appel, Nokia, Siemens, Samsung).

África: campo de batalla estratégico

En ese gran juego de las potencias África emerge como el campo de batalla estratégico en el que China ha puesto su línea del frente a la búsqueda de una mayor influencia mundial triplicando su comercio con el continente, adueñándose de sus recursos energéticos y, lo que es más grave para el futuro de los occidentales, asegurando la formación de las futuras élites africanas en las universidades chinas.

Según las previsiones de los estrategas occidentales, el África subsahariana podría sustituir a Oriente Medio como principal proveedor energético de EEUU. África occidental dispone de casi 60.000 millones de barriles de reservas petroleras comprobadas. Su petróleo bajo en azufre es un crudo suave, muy apreciado por las petroleras estadounidenses. Paralelamente a esos descubrimientos EEUU ha multiplicado las iniciativas diplomáticas y militares con el fin de adherir a los países africanos a la estrategia global de EEUU. En la zona del Sahel senegalés-maliense, así como en Namibia en la frontera con Angola, se han establecido centros de intervención que facilitan el despliegue rápido de las tropas estadounidenses.

El desafío esencial de la cuestión Sahara-Sahel no es de ámbito local. Concierne a la economía mundial y al nuevo reparto de las zonas de influencia entre las potencias internacionales con la entrada en escena de nuevos actores (estadounidenses, chinos, indios), que alteran el antiguo panorama colonial. El codiciado acceso a las riquezas minerales (petróleo, gas, uranio, oro, fosfatos) que abundan en Níger, Libia, Argelia y Malí según las prospecciones más recientes, está en el centro de la batalla invisible que se desarrolla en el desierto.

China / Estados Unidos

China, acreedora principal de EEUU, poseedora de un sólido colchón de bonos del tesoro de EEUU, percibe anualmente casi US$ 50.000 millones de dólares en concepto de intereses de la deuda, que China se apresura a invertir en África en una espiral paranoide que desemboca en que EEUU financia la expansión china en África que pretende combatir. El mismo impulso desconfianza por parte de Francia, que paga anualmente millones de euros de intereses de su deuda colosal y se niega a eliminar la carga de la deuda africana.

«Para ganar una guerra se trata de no hacerla y en realidad, si es posible, librar otra batalla disimulada y ferozmente negada. El arte de la guerra consiste en conducir al adversario a través de la niebla hasta el punto en el que, en el límite del estallido del conflicto, el rival se dé cuenta de que la guerra es inútil porque ya la ha perdido. El auténtico estratega construye su política (ya que se trata de política) por todos los medios en función del tratado que impondrá a su rival permitiéndole «salvar la cara» e incluso llegando a hacerle creer que sale beneficiado», recomendaba Sun Tzu en su libro “El arte de la guerra”.

Los estadounidenses establecen el aparato militar y estratégico necesario para un enfrentamiento inevitable con China, sostiene el especialista en geopolítica y geoeconomía Jean-François Susbielle en su libro “Chine-Etats Unis, la guerre programmée”, (China-EEUU, la guerra programada, 2006). “La instalación de bases militares permanentes alrededor de China y las iniciativas geopolíticas estadounidenses con respecto a Oriente Medio se inscriben en los preparativos de una logística de guerra contra Pekín. EEUU y China tienen pronto una cita con la historia”, predice Jean-François Susbielle.