Hacemos alarde de nuestras bellezas naturales, de poseer los dos lagos más grandes de Centroamérica, una biodiversidad exuberante, caudalosos ríos y dos extensos litorales con una paisajística envidiable, eso es lo visible, pero también yacen importantes recursos del subsuelo, suelos feraces y una variada diversidad climática, y ese recuento sigue; sin embargo, una evaluación objetiva de nuestra actitud y acciones frente a esas riquezas, deja mucho que desear.
Hemos destruido bosques, contaminado nuestras cuencas hidrográficas, depredado nuestra fauna y sobreexplotado los suelos, hemos construido donde no debemos, convertido cauces en basureros e inundado de amenazas y contaminantes las calles de las principales ciudades del país. La Alianza para el Progreso y el despliegue de la industria transformadora de los años 60 designó al Lago Xolotlán como vertedero de aguas servidas y desechos industriales, y si no fuera por los donativos de países extranjeros para sanear el segundo lago más grande de Centroamérica, probablemente ya no nadara un solo pez en sus aguas.
La roya del café llegó a finales de los 70 y la dictadura somocista ordenó el despale de la Meseta de Carazo y las tierras altas de Managua, iniciando un crimen ambiental que nunca fue medido, y la administración pública que asaltó el poder en el 79, aceleró el crimen sin recato alguno. Hemos ofertado desde siempre nuestros recursos naturales a potencias extranjeras, hemos ofrecido al país como alternativa para cumplir las metas comerciales del mercado, como sucedió con la expropiación de tierras en el Pacífico y dedicarlas al cultivo de algodón, cultivamos caña de azúcar utilizando agroquímicos venenosos, provocando una tragedia humana, que ha sido manipulada por décadas a manos de politiqueros de variados colores e ideologías inútiles. Nuestros minerales preciosos siguen siendo explotados por compañías extranjeras, protegidas por vende patrias disfrazados de redentores de los pobres y hemos convertido al país en una inmensa Zona Franca, donde la fuerza laboral es explotada al costo más bajo de la región, con el apoyo de sindicatos mafiosos que entonan La Internacional sin rubor alguno.
Y voy a suponer que la mayoría diremos que no hemos participado, o que no tenemos culpa de nada de lo descrito; y es ahí donde reside la traición hecha acción, la aceptación de que las cosas son así y no pueden cambiar, el conformismo convertido en institución y la complaciente actitud de “hagan lo que quieran”. ¿Hasta cuándo nos haremos responsables de la tragedia que vive el país?
Ezequiel Molina
Octubre 31, 2023