Nacionales · 29/02/2020

Leonor Zúniga: “En Nicaragua está normalizado el abuso sexual en los propios hogares, incluso en el del presidente”

Leonor Zúniga tenía un proyecto ambicioso: retratar a través de un documental la cultura de la impunidad y el silencio de los abusos sexuales dentro de las familias de Nicaragua a través de la historia de la hijastra de Daniel Ortega. En 1998, Zoilamérica Ortega Murillo, hija de Rosario Murillo, denunció públicamente que su padrastro la violaba desde que tenía 9 años. Tras la denuncia, se vio obligada a exiliarse por considerarse perseguida por el Estado nicaragüense. Finalmente, el caso fue archivado en 2001 por la justicia del país aduciendo que había prescrito.

“Exiliada” es un documental que por primera vez muestra una Zoilamérica humanizada: hija, profesora, madre y mujer víctima de abusos sexuales. La intención de su directora, Zúniga, es trasladar a la sociedad nicaragüense y al mundo en general que el silencio cómplice que rodea estos casos se debe romper, ocurran dentro de la propia familia o en la vida pública. El documental se proyectará este sábado en Azkuna Zentroa de Bilbao y contará con la presencia de Zúniga, con quien se podrá debatir tras visionar la película. El acto está organizado por Amnistía Internacional, Feministas por Nicaragua – Euskal Herria, Osalde y Pikara Magazine.

En 1998, Zoilamérica denunció a Daniel Ortega de abuso sexual

¿Cómo describiría a Zoilamérica?

Cuando pienso en Zoilamérica la primera palabra que se me viene es resiliencia. Es una mujer extremadamente resiliente, tiene una capacidad de seguir sus principios y sus ideas y defenderlas a pesar de todos los obstáculos que se le pongan enfrente. Es una mujer muy decidida, muy fuerte, muy íntegra. Es sensible y, además, tiene un gran sentido del humor, que también creo que lo ha desarrollado a través de todas estas dificultades.

“Exiliada” es un documental que relata el abuso sexual, pero también el político.

Para mí el abuso sexual es una expresión de abuso de poder. Ambas cosas no están para nada desconectadas, al contrario. El abuso sexual es una expresión más de cómo se expresa el abuso de poder que se origina en la familia, pero que se extiende a todos los planes sociales. En este caso, el abuso de poder se da por un hombre que cree tener el control y el privilegio de poder tener control sobre el cuerpo de una niña o de un niño y lo ejerce.

¿Cuál es el papel de la madre de Zoilamérica en la historia?

Tratar la figura de Rosario Murillo fue uno de los retos más grandes para mí, porque cuando hice este documental sobre Zoilamérica yo siempre me dije que quería hacer algo que realmente explore a la familia como un espacio de opresión, como una estructura de opresión de la familia como concepto, no necesariamente esta familia en específico. Pero sí que lo he hecho a través de esta historia de Zoilamérica, que además es una familia que tiene una gran influencia y poder en el país. Quería que esa historia sirviera como un espejo donde otras familias, nuestra sociedad y el mundo entero pudiera reflejarse. Daniel Ortega es un abusador sexual, pero tiene un montón de comportamientos que creo que se pueden ver en muchas familias con los abusadores sexuales. Culpabilizan a la víctima, la hacen responsable sexual y son extremadamente manipuladores. Además, tratan de hacer a la familia cómplice del abuso sexual, llenándola de vergüenza y haciéndole sentir responsable. Rosario María Murillo es una persona extremadamente autoritaria, una persona que es responsable de crímenes de lesa humanidad, pero también quería explorar su figura como una madre que tiene que lidiar con un abusador sexual, que abusa de su hija y que entra en esa cultura de complicidad a partir del poder que ese abusador sexual ejerce en ese hogar.

¿Y cómo es la situación actual en Nicaragua en cuanto a los abusos sexuales?

Hice esta película porque de diez de mis amigas, siete habían sufrido abusos sexuales, varias de ellas por parte de miembros de su familia. En muchos casos les decían ‘por favor, no montes un escándalo, no digas nada’ y muchas de estas familias continúan teniendo relaciones funcionales con los abusadores sexuales. Eso me intrigaba muchísimo, el entender por qué la familia, que se supone que es un espacio de protección a sus miembros, sobre todo, a los niños y niñas, se convierte en esta estructura que protege al abusador sexual. Lo que ocurre es ese factor del abusador sexual como un manipulador dentro de una familia que siente mucha vergüenza de lo que ocurre y que tiene miedo a decir la verdad porque eso implicaría una ruptura familiar. Esa cultura de silencio e impunidad alrededor del abuso sexual lamentablemente está esparcida en nuestro país y no solamente en nuestro país. El tema del abuso sexual por parte de miembros de familia sigue siendo un tema tabú, pero extremadamente común, pero creo que es una situación de especial urgencia en Nicaragua. Porque en Nicaragua, a pesar de que la hija del presidente lo acusó de haberla violado durante 13 años, tantos nicaragüenses votaron por Daniel Ortega. En Nicaragua está normalizado que la gente conviva con el abuso sexual en sus propios hogares, incluso en el del presidente y no creo que los nicaragüenses crean que Daniel Ortega es inocente. La mayoría de ellos sí creen que él mantuvo relaciones de violación, relaciones incestuosas con su hija, pero creo que para ellos el abuso sexual está tan normalizado en nuestras familias que no se considera una falta lo suficientemente grave para que eso implique que no pueda ser un líder político válido. Esa cultura está totalmente insertada, totalmente normalizada, totalmente justificada y por eso gente que convive con el abuso sexual en sus propios hogares, sea como abusadores, como víctimas de abuso o como cómplices de abuso pueden votar por un presidente como Daniel Ortega.

En el documental también se habla del hijo de Zoilamérica y de cómo vive él esta situación.

Una de las sorpresas del documental fue abrirlo a los hijos de la Zoilamérica, algo que no estaba planeado. Al hablar con su hijo menor, Giordano, que vive con ella, veo que es una persona muy importante para toda esta reflexión que quiero hacer con la película. Giordano es hoy en día quien está viviendo más de cerca el trauma generacional que se transmite de la víctima de abuso sexual a las nuevas generaciones cuando hay una cultura de silencio e impunidad que no deja hablar de las cosas, no deja obtener justicia y no logra sanar. Giordano representa a las hijas de las víctimas de abuso sexual, donde no han tenido justicia, donde no sanan. Estas personas tienen que enfrentar su propio reto de cómo llegar a una paz en la que entiendes que el abuso sexual no es correcto, en la que no obtienes justicia, pero al mismo tiempo tienes que darte la oportunidad de ser feliz. Una de las cosas que no se han visto hasta ahora de Zoilamérica es a ella como madre. Después de que hace la denuncia, de que su familia literalmente la expulse no solo de la familia, sino del país, su mayor reivindicación es el hecho de que ha podido construir su propia familia con hijos que la comprenden, la aceptan y le creen. 

Porque una vez que denuncia, hasta personas de su propio entorno tratan de hacer que la sociedad no le crea.

Exacto, sí. Una de las cosas que me hace sentir contenta con lo que logré hacer con esta película es que dejaba a una Zoilamérica humanizada. La estrategia de comunicación del Frente Sandinista de Liberación Nacional desde el inicio con este caso fue -y es una cosa muy común en cuanto a la forma de responder a las víctimas de abuso sexual especialmente con personas que tienen poder- comenzar a estigmatizar a esta persona. Se le dice que es culpable por lo que pasó y eso que se trataba de una niña de nueve años y se pone al violador como una víctima de la manipulación. Después se inventan que ella tenía fines políticos. Me acuerdo que además se le decía que era la CIA, que quería destruir al Frente Sandinista, que estaba loca… de manera que se ve obligada incluso a abandonar el país. Un montón de cosas para desprestigiar a la persona que sufre el abuso sexual. Lo que hace mi película es una exploración tan humana y tan cercana a Zoilamérica que por primera vez la ves como madre, como profesora universitaria, como hija. Ya no la ves como una mancha en la biografía de Daniel Ortega que las personas que están a favor o en contra van a utilizarla para desprestigiar o no desprestigiar a Ortega, sino como un ser humano que tiene valía por sí misma, que tiene sentimientos y que tiene un camino propio que ha recorrido. Eso es un espejo muy importante para que aquellas víctimas de abuso sexual que vean la película se sientan humanizadas y no estigmatizadas.

¿Por qué decidió realizar este proyecto? ¿Qué ha supuesto para usted?

Es un tema muy cercano a mi corazón por las experiencias que tengo. Muchas amigas cercanas han sufrido abuso sexual por parte de miembros de su familia y yo también he sido víctima de abuso sexual cuando tenía ocho años por parte de un vecino. No hablé de esto hasta que hice esta película porque tomé mucho valor de escuchar a Zoilamérica y vi la importancia de hablar y de no promover la cultura de silencio e impunidad. Hasta ese momento no lo compartí con mi propia familia. En cuanto a la historia vi que al ser una familia que tiene tanta influencia política, el presidente y la vicepresidenta de Nicaragua, me parecía que iban a ser un espejo donde se iban a ver no solo las familias, sino la sociedad nicaragüense en general. De esta manera podrían ver qué rol hemos estado jugando dentro de las familias y dentro de la sociedad en conjunto para proteger a los abusadores sexuales, sean nuestros familiares o sea el propio presidente. 

¿Considera que con esta película puede llegar a concienciar a la sociedad sobre los abusos sexuales intrafamiliares?

Lo que buscaba era impulsar un diálogo sobre el autoritarismo, la violencia y el abuso sexual que no se quedara solo en el ámbito público, sino llevarlo al plano íntimo. Ese plano íntimo, esa estructura familiar tiene que ser transformada también para transformar la cultura de violencia y de autoritarismo en Nicaragua. Existe un paralelismo entre cómo se promueve la cultura de silencio e impunidad para ocultar los abusos sexuales dentro de la familia y cómo se oculta desde el Estado la violación de derechos humanos en Nicaragua. Hay una apertura a hablar de este tema en Nicaragua. Cuando salió el trailer hubo gente que se me acercó y me dijo ‘si hubiéramos defendido a esta víctima de abuso sexual, hoy no tendríamos que estar lidiando con este dictador ni con estas violaciones de los derechos humanos’. Que se haga esa conexión es sumamente importante. El cómo la gente conecta que la justicia para las víctimas de abuso sexual sean mujeres, hombres, niños o niñas está vinculado a poder construir una sociedad en su conjunto más justa.

*EFE