En el gobierno actual existen personas mentirosas que inventan cosas fabulosas o increíbles, presentándolas como hechos reales.
Es decir, fantasean hechos que pertenecen al mundo de la imaginación como si fuera real (por ejemplo, la construcción del canal interoceánico, la fábrica de aluminio, el satélite chino, Tumarín y ahora la planta para generar electricidad a base de gas), todo con el objetivo para crear una esperanza en la población pobre y sin trabajo.
Los fabuladores o vendedores de ilusiones tienen particular éxito en Nicaragua porque el nicaragüense promedio han sido, históricamente, “perdedores sociales” en la distribución de las cuotas de poder y de la riqueza; por lo tanto, tienen tendencia a creer quimeras (ilusiones creadas por los fabuladores gubernamentales) pensando que la realidad puede cambiar y de esa forma darse compensaciones emocionales a sus acendradas desgracias.