Opinión / Ensayos · 04/02/2021

Mayoría nica sin partido desde el 2016

Por Sergio Simpson

No es novedoso que más del cincuenta por ciento de nicaragüenses no crea en representantes de partidos políticos actuales, eso fue confirmado con la abstención en las elecciones de hace cuatro años.

Desde entonces, la sociedad civil opositora no pudo organizarse para crear un nuevo partido, con programa y directivos que brindaran confianza a los votantes y derrotar al matrimonio Ortega Murillo -y sus aliados políticos económicos-, en noviembre del 2021.

El partido FSLN ha negado el derecho ciudadano al pueblo que lo rechaza, en Nicaragua se vive bajo la represión policial, judicial, y fuerzas de choque con civiles armados.

Ha sido imposible que la gente opositora se reúna en su barrio, en su comarca, y tampoco lo pueden hacer libremente quienes en hoteles se encuentran para disertar o planificar.

Gobiernan con el lema El pueblo presidente y sólo consideran con derechos a quienes los adoran y la pareja presidencial les concede impunidad cuando los azuza para que ataquen y les permite obtener botín callejero que ellos llaman recupere.

Con sistema democrático, don Daniel y doña Rosario habrían entregado el poder para ser investigados por actos que violan leyes nacionales e internacionales. Porque lo saben se aferran al dominio absoluto, fortaleciendo un régimen militar.

Temen a la mayoría del pueblo. No les conviene la democracia y no sólo a los del FSLN, también en los otros partidos políticos sobresale: la mentalidad del caudillismo, el afán por las prebendas, el tráfico de influencia, serruchar el piso; para obtener beneficios han participado en elecciones fraudulentas.

Personas de las organizaciones civiles que, por capacidad de gestión financiera, funciones y conocimientos, se han vuelto famosas en la política provinciana, también se encuentran supervisadas por muchos analistas criollos.

En Nicaragua cualquier liderazgo emergente es cuestionado y descalificado, nadie cree en nadie, atisba la desconfianza de uno hacia el otro, florece el oportunismo de quienes se benefician en las revueltas exponiéndose lo menos posible.

El esfuerzo por practicar la democracia está en camino, es lento el aprendizaje, surgen ofensas y acusaciones, hay más figuración que propuestas y actos consecuentes. Pero se desenmascaran los intereses personales.

La mayoría aún no escoge líder, ni recibe programa de gobierno, mucho menos se conoce cuan organizada está para garantizar el voto, el tendido electoral.

Se sabe que la abstención sería favorable al matrimonio Ortega Murillo, que denuncien fraude a ellos no les importa.