El economista Enrique Sáenz explicó las implicaciones políticas y económicas que implicarían la entrada en vigor de la reforma a la “Ley de Protección de los Derechos de las Personas Consumidoras y Usuarias” la cual fue aprobada la semana pasada por la mayoría orteguista de la Asamblea Nacional.
Para Sáenz, la reforma que hasta el momento no ha sido publicada en La Gaceta, no solo pone en riesgo a los bancos, sino los miles de nicaragüenses que viven de las remesas.
“¿Qué es lo que está haciendo la dictadura? Le está poniendo en la cabeza una pistola a los banqueros para varios propósitos: o los banqueros se someten a la voluntad de Ortega, se arriesgan y arriesgan a centenares de familias a las consecuencias que pueden derivarse de la cancelación de las corresponsalías. O, no se someten al chantaje de Ortega y en consecuencia se exponen a las sanciones de Ortega”, valoró el economista en entrevista con La Mesa Redonda.
Como los bancos nicaragüenses no tienen sucursales en la mayoría de las ciudades de Estados Unidos, operan con un mecanismo que se llama “corresponsalía”, mediante los cuales los bancos estadounidenses prestan servicios bancarios a nombre de los bancos locales.
“Con Ortega no hay lugar al engaño, porque a lo largo de estos 40 años él ha repetido unos pasos estratégicos que, como le han dado resultado los vuelve a repetir… Ortega es especialista en llevar a sus adversarios al borde del abismo, hasta ahora todos sus adversarios, una vez que se sienten al borde del abismo y como saben que Ortega es desalmado, se someten”, advirtió.
A juicio del economista y analista político, la determinación de Ortega es “quedarse en el poder cueste lo que cueste, destruya lo que destruya”.
“Él (Ortega) quisiera con fecha de las elecciones con fecha fijada para el 7 de noviembre, aprovechar para restablecer en alguna medida el modelo de dominación que tenía antes del 2018”, comentó en referencia al modelo de alianza que tuvo durante años con el gran capital.
Sáenz opinó que la estrategia de Ortega es que luego de que entre en vigor la reforma a la Ley, podría aplicarla a los banqueros de forma selectiva y paulatinamente, o chantajearlos individualmente.
“Habría que ver si los banqueros y el gran capital le dirán a Ortega ‘vámonos al abismo’”, señaló; no obstante, manifestó que “los acuerdos con pistola en la cabeza son difícilmente duraderos”.