Nacionales · 18/05/2020

Obispo Silvio Báez dice que Nicaragua enfrenta dos crisis: el coronavirus y Ortega

El obispo nicaragüense Silvio Báez aseguró que Nicaragua enfrenta hoy dos crisis: una crisis social y política, y la pandemia del coronavirus COVID-19, que el régimen de Daniel Ortega ha calificado de “gripe común”, y que ahora “ha provocado el colapso del sistema nacional de salud”.

El medio Ángelus reportó que Báez habló de forma virtual con un grupo de periodistas el martes desde Miami, donde pasa tiempo con su familia después de llegar de Italia el 8 de marzo en uno de los últimos vuelos comerciales regulares para salir del aeropuerto internacional de Roma antes de que el país anunciara medidas firmes para detener la propagación del coronavirus.

“El gobierno de Nicaragua, en lugar de abordar la pandemia con medidas que podrían bloquear su propagación, básicamente promovió eventos masivos para que más personas se enfermaran”, dijo Báez.

“(Ortega) minimizó la enfermedad, no paró las clases, no promovió la distancia social y la curva exponencial de contagio está creciendo a un ritmo alarmante. Estamos sufriendo una doble crisis en este pequeño país, que es muy pobre, ha sufrido mucho, pero cuyas personas tienen creencias profundas y eso es muy esperanzador”, agregó.

Monseñor Báez salió de Nicaragua a principios de 2019, a pedido del papa Francisco que sabía de las muchas amenazas contra su vida.

“Desafortunadamente, tengo que estar lejos del país, pero para un pastor, no hay tiempos ni distancias, y el pueblo nicaragüense sabe que estoy con ellos, con mi oración y a través de las redes sociales”, dijo el prelado.

Dijo que hay tres aspectos distintivos de Nicaragua:

  • Es el segundo país más pobre del continente, con más de seis millones de personas, la mayoría de las cuales viven por debajo del umbral de la pobreza.
  • Es un país que no tiene una cultura democrática consolidada.
  • Es una nación donde la Iglesia Católica es fuertemente sacramental y «tradicionalista», pero también extremadamente cercana a la gente, con una voz considerada relevante y respetada.

Refiriéndose a la “rebelión cívica y pacífica” de 2018, el obispo dijo que fue la consecuencia de muchos años de Ortega, y que nadie esperaba el tamaño de las protestas. 

“Nadie esperaba esta reacción de la sociedad”, dijo Báez. “Fueron meses de violencia durante los cuales la gente, desarmada, fue víctima de una brutal agresión”, añadió.

La Iglesia se encontró en una situación compleja, argumentó Báez, con más de 400 muertos, miles desaparecidos y otros torturados en prisión, y aún más personas forzadas al exilio.

“Los que fueron atacados y asesinados eran personas de nuestras parroquias, de nuestras comunidades, y vinieron a buscar nuestro apoyo, palabras de consuelo y, sobre todo, protección. Abrimos las iglesias y tratamos de atender a los heridos”, sostuvo.

Al mismo tiempo, Ortega le pidió a la Iglesia que medie en un esfuerzo de diálogo nacional, por lo que los obispos se encontraron “en una posición muy incómoda: como pastores de nuestro pueblo, pero también llamados a ser imparciales”.

Esto condujo a un congelamiento de la relación entre la Iglesia, con Ortega y Rosario Murillo, llamando a los obispos “terroristas y golpistas”.

“Desde entonces, la agresión, la persecución, los ataques perjudiciales contra la Iglesia han continuado”, subrayó Báez.

Una de las ironías de Ortega, dijo Báez, es que durante la revolución fue abiertamente ateo y anticlerical, pero desde que recuperaron el poder, los sandinistas se han etiquetado a sí mismos como “cristianos”.