Opinión / Ensayos · 25/03/2020

Opinión: Duda despejada – Edmundo Jarquin

Al ser reelegido Luis Almagro como Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), quedó despejada una de las dudas atribuidas a Ortega en cuanto a las decisiones sobre la solución a la crisis nicaragüense. Si es que hubiese esa duda, porque  los nicaragüenses estamos acostumbrados a sus cambios de actitudes, dependiendo de las presiones que reciba dentro y fuera de Nicaragua.

Recordemos brevemente su cambiante actitud ante Almagro. Después de la violencia y las irregularidades en las fraudulentas elecciones de 2011, y frente a la criticidad al respecto de las misiones de observación electoral de la OEA y Unión Europea, y cuando venían las elecciones de 2016, en el Congreso del Frente Sandinista que le proclamó candidato (por cierto, no ha habido otro), Ortega despotricó contra las misiones de observación electoral, a quienes llamó de sinvergüenza para arriba. Poco después, en la Asamblea General de la OEA que se realizaba en República Dominicana, su embajador en la OEA, y actual canciller, pidió la renuncia de Almagro porque “él mismo con su comportamiento ilegal, irrespetuoso y prepotente se ha autodescalificado y expulsado del cargo ocupado en la Organización de Estados Americanos”. Entonces era por la criticidad de Almagro frente al gobierno de Maduro en Venezuela.

Pero cuando en septiembre de ese mismo año fue aprobada en primera instancia la Nica Act, el mismo embajador de Ortega buscó a Almagro para, finalmente, pocos días después suscribir apresuradamente un acuerdo para fortalecer el sistema electoral, que anticipaba el que se firmó pocos meses después, previa visita de Almagro a finales de 2016. Y Ortega, en las elecciones municipales de noviembre de 2017, volvió a permitir observación electoral, con el mismo Consejo Electoral y mañas, y, claro, su gobierno ganó el 90% de las alcaldías, confirmando así el régimen de partido único, del cual había advertido la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), en junio de 2016.

La otra duda que se atribuye a Ortega, son las elecciones en los Estados Unidos de noviembre próximo. Según esa duda, dependerá de los resultados de esas elecciones para, haya o no renovado el Convenio con la OEA, y según cómo pinte el Presidente elegido en las elecciones de Estados Unidos, ceder o no en las elecciones de 2021algunas de las condiciones para que sean efectivamente democráticas, se adelanten o no esas elecciones.

Pero renueve o no el convenio con la OEA, e independientemente de quién sea elegido en los Estados Unidos, Ortega no podrá cambiar su negativa correlación de fuerzas nacional e internacional si no facilita una solución electoral de la crisis, y de ahí la importancia que esa correlación se mantenga y fortalezca.