Destacados / Opinión / Ensayos · 29/05/2024

Nos gobierna un constante show senil

*José Alberto Montoya

Estamos a un mes de cumplir cuarenta y cinco años del triunfo de la revolución popular sandinista, aunque de la revolución y todas sus dimensiones ya se ha hablado mucho y lo que no se ha hablado, la población nicaragüense lo ha deducido por inercia.

            También está de más hablar de lo que representó el derrocamiento de la dictadura de Somoza tanto para bien como para mal en nuestro país, aunque existan grupos en oposición al régimen, completamente radicalizados, que han tomado tanta distancia con lo que nuestro pueblo necesita que cada vez más, acercan sus planteamientos y sus particulares formas por hacer las cosas, a las formas de la dictadura. Lo que considero importante, al menos de plantear, es una radiografía de lo que está pasando.

            El General en Retiro, Humberto Ortega Saavedra, es el único jefe del Ejército que al hoy por hoy ha sido preso político, pero no el único ex militar con relevancia para las fuerzas castrenses, sobre todo, en un ejército que nació con un arraigo profundamente sandinista; ya otros militares han sido víctimas directas del régimen, como el Mayor Roberto Samcam, el Capitán Fernando Brenes o el General Hugo Torres (quién falleció siendo preso político), lo que indica que si Humberto Ortega no fuera hermano del dictador, probablemente no seguiría viviendo en el país.

Ya se ha especulado mucho cuando la dictadura toca a una ex figura militar sobre las posibles reacciones tanto de las bases históricas del sandinismo como del Ejército, lo que es cierto es que Ortega como el buen ajedrecista que es, para dar un mensaje directo a cualquiera que intente retarle, permitió que su hermano diera la entrevista que dio, señalando lo que ya todos conocemos y conociendo la importancia mediática de que el hermano del dictador hiciera esos señalamientos, y con este la dictadura de forma ordenada, priva “sutilmente” a Humberto de su libertad y días después, empieza a salir el dictador rodeado de su músculo represivo, tanto de la Policía como del Ejército a llamar “traidor” a su propio hermano, a decir que el gobierno de la presidenta Barrios fue ilegítimo y a quitar una orden militar que se le había pasado por alto en dieciséis años continuos de mandato.

La noche de ayer no miramos a un presidente recordando ninguna lucha histórica, lo que se pudo apreciar fue únicamente, un adulto mayor, confundido y tratando de confundir a la base que le queda, con mucha impulsividad, utilizando la figura de su hermano muerto, la del héroe, Camilo Ortega para atacar a su hermano también envejecido, enfermo y ahora en custodia. Daniel, llamó “apóstol de la unidad del sandinismo” a Camilo, sin embargo, si ese apóstol viviera y estuviera en oposición a su régimen correría la misma suerte que otras figuras histórica de la lucha contra el somocismo han corrido, cuarenta y cinco años después de ese julio de 1979 en los que muchas mujeres y hombres, entregaron completamente sus sentimientos, vidas e ilusiones.

Los Ortega funcionan como una especie de zares, donde el castigar súbitamente a quienes consideran o sospechan de traidores, ya no es su último recursos, si no el primero, como pasó con el presidente de la Empresa Portuaria Nacional o con la misma magistrada presidenta de la Corte Suprema de Justicia.

Este “julio victorioso” solo queda recordar la lucha de un pueblo que no sospechó nunca, que uno de sus gallos terminaría siendo el autor de una de las etapas más tristes, dolorosas y no por menos, patéticas de nuestra historia como país.

            Aunque no tengamos la certeza de cuando, lo cierto es, que dictadores más locos han caído y han sido recordados como eso, dictadores.