Opinión / Ensayos · 19/02/2020

Cleptómanos y mitómanos / Oscar René Vargas

La cleptomanía y la mitomanía son dos desórdenes neuróticos que afectan gravemente a una parte de nuestros funcionarios. La ambición económica a cualquier costo y el delirio de grandeza atraparon a una buena parte de los miembros de la nomenclatura gubernamental y partidaria.
La cleptomanía de la élite gobernante se combina con otro trastorno sicológico conocido como mitomanía, el cual consiste en mentir de manera compulsiva y patológica.
La habilidad del mitómano radica en que siempre te contará algo que genera tu interés; hay ejemplos muy ilustrativos: el canal interoceánico fue presentado como el salto a la supresión de la pobreza y el pleno empleo, la refinería, la fábrica de aluminio o Tumarín.
El hábito de mentir se conforma al lado de ciertas características de la personalidad. El mitómano suele ser narcisista, tener baja autoestima, deficiencias en habilidades sociales y desconfianza en las personas y sus relaciones, entre otros.
Los mitómanos tienen la tendencia a desdibujar la realidad con grandilocuencias y a buscar la aceptación y admiración de sus interlocutores, tienen miedo constante a ser descubiertos y con el tiempo muestran un incremento progresivo de la magnitud de las mentiras.