Opinión / Ensayos · 29/03/2023

Ortega desató todas las cóleras larvadas

*Por Óscar René Vargas | 28 de marzo de 2023

Lo que hizo Somoza en los años 1977-1979 (represión, muerte, destrucción, etcétera), Ortega lo repite ahora. Aquellas ilegalidades, injusticias y represiones de ayer le sirven a Ortega para querer justificar sus propias ilegalidades, injusticias y represiones. Son semejantes las mentiras y las falsificaciones, así como los auténticos motivos, los de entonces y los de ahora: conservar el poder a cualquier precio, o sea conservar el poder a cualquier precio para evitar su muerte política.

La fuerza represiva que utiliza y dispone Ortega explica el apetito irrefutable de usarla sin medida. Y el apetito de conservar el poder lo obliga a buscar los argumentos, mentiras y falsificaciones en la ley de la fuerza bruta represiva que se impone a la fuerza de la ley. Solo ha cambiado el tiempo y las dimensiones, también las morales y los niveles de corrupción. Las acciones de Ortega son monstruosas, despiadades, cínicas, allí es donde está concentrado y pervertido la verticalidad del despotismo. Son los múltiples errores políticos por la pérdida del norte político y los crímenes de lesa humanidad cometidos por Somoza y Ortega que provocaron la caída del primero y que ahora podrían también suscitar la caída de Ortega.

Esos errores políticos acarrean resultados catastróficos contrarios a los buscados por la dictadura. En vez de ampliar o fortalecer su poder, favorecen la implosión social y su aislamiento nacional e internacional. Como en toda caída de una dictadura se conoce como empezó el declive de Somoza, pero no se sabía exactamente cómo iba ser su final. ¿Sucederá también lo mismo en la caída de la dictadura Ortega-Murillo, con un pavoroso balance de muerte, represión y destrucción que supera al antaño dictador en cuanto a la dimensión de la demolición del país.

A corto plazo, en el 2023, tomando en cuenta la ruptura de la política estratégica y el elevado costo político de los errores cometidos por la dictadura, esto podría hacer tambalear el respaldo de algunos sectores del orteguismo y de los poderes fácticos externos. Por otro lado, la posibilidad de que las fuentes de financiamiento se puedan limitar o agotarse, situaciones que, dándose juntas o por separado, también abren las puertas para negociar un adelanto de las elecciones para el 2024 como una táctica que le permita ganar tiempo al dictador para tratar de recomponer la estabilidad política estratégica a su favor y evitar un mayor aislamiento nacional e internacional.

En el mediano plazo, todo indica que la represión continuada no favorece al régimen porque la descomposición social, el estancamiento económico y la perdida acelerada de su base social, lo puede obligar a tirar la toalla y aceptar unas negociaciones para realizar unas elecciones adelantadas o se produzca un cisne negro (un hecho impensable o no previsto) que facilite la caída de dictadura. Al mismo tiempo, el régimen se ha transformado en algo molesto para la comunidad internacional que pareciera favorecer la salida del dictador.

La economía nicaragüense podría estar viviendo el inicio de una nueva década perdida. Casi todos los factores que impulsaron el crecimiento económico entre el 2007 y el 2017 se han desvanecido, lo que provocará que entre el 2023 y el 2026 el crecimiento económico potencial disminuirá, aunque el descenso será mucho más pronunciado en caso de una crisis financiera mundial o recesión internacional.

La disminución del crecimiento económico potencial tiene graves consecuencias para la capacidad del país de hacer frente a la creciente variedad de desafíos internos si Ortega permaneciera en el poder. Este declive es irreversible, ya que solamente podría ser contrarrestado mediante la resolución de la crisis política actual que permita incentivar el trabajo, aumente la productividad y acelere la inversión pública y privada.

Ante este panorama se presenta varios escenarios en el 2023 como posibles salidas a la crisis política.

1) Elecciones 2026. Humberto Ortega, representante de una fracción del orteguismo, propone una tregua política con el objetivo de darle tiempo a la dictadura y que las elecciones del 2026 sean la fórmula para salir de la crisis en la fase política actual empantanada. Al mismo tiempo, propone un pacto con los poderes facticos para abocarse al tema electoral. Es decir, temiendo que las condiciones nacionales socioeconómicas y su aislamiento internacional debiliten aún más al dictador, propone un pacto similar al de marzo de 2019 que le permitió a Ortega recomponer sus fuerzas. Ese escenario no resolvería la crisis política solamente la posterga.

2) Elecciones 2024. Este escenario probable seria consecuencia del proceso adverso que la dictadura vive actualmente y que se podría incrementar en los próximos meses, imposibilitando a la dictadura llegar hasta 2026 sin hacer concesiones fundamentales. Este escenario es parecido al primero con la diferencia que la dictadura se vería obligada a hacer más concesiones, ya que los distintos poderes reales llegan a la conclusión que el inmovilismo político y la ruptura estratégica pone en riesgo sus intereses.

3) Poderes fácticos. La posibilidad real que la crisis interna del orteguismo se pudiera acelerar por las condiciones socioeconómicas es factible y podría obligar a miembros de los anillos de poder y algunos poderes fácticos (ejército, banqueros, gran capital, etcétera) que todavía lo sostienen, a quitarle su apoyo y lo obliguen a renunciar implementando, al mismo tiempo, un pacto del olvido en relación a los crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, Nicaragua necesita una política económica y social ambiciosa para impulsar la productividad, la oferta de mano de obra, aumentar la inversión y el comercio y aprovechar el potencial del sector servicios. Esas condiciones no se pueden dar mientras Ortega permanezcan en el poder puesto que afecta negativamente al gran capital, a los banqueros y sobre todo, al desarrollo del país.

4) Implosión. En el marco de la profundización del debilitamiento de la dictadura se podría producir un cisne negro en el trascurso del 2023 que acelere el proceso de implosión que permita la caída de la dictadura. Escenario poco previsto por los distintos liderazgos de las distintas corrientes de la oposición ampliada, pero es real. La implosión significa el derretimiento de los principales pilares de sostenimiento y el abandono de su propia base social.