Opinión / Ensayos · 08/12/2020

Ortega y el síndrome de la soberbia

Por Oscar René Vargas

En el estudio de las psicopatologías relacionadas con el poder y la dificultad para soltarlo encontramos algunas claves en el comportamiento del actual dictador. El primer factor, tiene una mente que busca de modo enfermizo el poder y luego no soltarlo. El segundo factor, padece del síndrome de la arrogancia, como trastorno narcisista que ve al poder como escenario para buscar la gloria.

El tercer factor, tiene excesiva confianza en el propio juicio y desprecio el de los demás. El cuarto factor, la creencia de que no tiene que rendir cuentas a la sociedad, sino a la historia o su propia creencia. El quinto factor, la ceguera ante la realidad. Usa a la gente y luego la desecha.

Su lógica es tergiversar, engañar, manipular y reprimir para permanecer en el poder. Para Ortega, la política es el arte de hacer creer a la gente que toma parte de las decisiones que le importan, por eso la consigna del “pueblo presidente”.

Ortega carece de ciertas cualidades que los ciudadanos tradicionalmente estiman. Por ejemplo, no tiene encanto, ni credibilidad, ni compasión, ni calidez, ni sutileza, ni sensibilidad, ni humildad, ni gracia; todas las cualidades, curiosamente, con las cuales la Sra. Chamorro fue generosamente bendecida.

Ortega golpea abajo y cada golpe que apunta está por debajo del cinturón. Le gusta agredir a los vulnerables o sin voz y los patea cuando están abajo.

Ortega es una persona que nunca se ríe; sólo se burla, en sus discursos sus mensajes son provocadores, irrelevantes o fuera de tema. Su mente está dominada por prejuicios y la maldad instintiva. Y lo que es peor, es un soberbio.