Nacionales · 08/02/2022

“Pensé que este año iba a graduarme y esto equivale a no tener nada”: dice estudiante universitario nicaragüense exiliado

*Con información de BBC News Mundo

Durante mucho tiempo, el estudiante Elthon Rivera se negó a tener que salir de Nicaragua, pero el sábado pasado lo hizo.

El universitario de 27 años se había quedado dos veces a un año de graduarse de la universidad. Primero, como estudiante de quinto año de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), al ser uno de los 150 estudiantes expulsados de sus carreras por haber participado en las protestas en contra del gobierno del presidente Daniel Ortega.

Elthon Rivera | Foto tomada de Twitter

Y ahora, como estudiante de último año de Ciencias Políticas en la Universidad Paulo Freire, ya que el parlamento de Nicaragua, a pedido de Ortega, le canceló la personería jurídica a esa universidad privada y a otras en lo que los opositores ven como el último ataque de Ortega contra los críticos.

Me arrebataron nuevamente la oportunidad de ser un profesional. Dos veces. Es un sentimiento de impotencia, tan cerca de lograr la meta. Pensé que este año iba a graduarme y esto equivale a no tener nada”, lamentó Rivera en diálogo con BBC Mundo antes de dejar el país.

La Asamblea Nacional, dominado por el orteguismo, aprobó el miércoles 2 de febrero la cancelación de la personería jurídica de cinco universidades: Universidad Politécnica (Upoli), Universidad Católica del Trópico Seco (Ucaste), Universidad Nicaragüense de Estudios Humanitarios (UNEH), Universidad Paulo Freire y Universidad Popular (Uponic).

La petición de cancelación, hecha por el Ministerio de Gobernación, argumenta que las instituciones no han reportado sus estados financieros y tampoco a sus juntas directivas y por lo tanto han violado la ley contra lavado y terrorismo, misma ley que el oficialismo ha utilizado en contra de los opositores encarcelados, y la ley sobre personas jurídicas sin fines de lucro.

“Hay muchas asociaciones y fundaciones que se cobijan bajo las siglas sin fines de lucro, pero lo que hacen en la práctica es lucrarse”, dijo el diputado sandinista Filiberto Rodríguez, que advirtió que la cancelación de personerías jurídicas es un “proceso que continuará” y que “nadie debe asustarse”.

Las autoridades de las diferentes universidades han dicho estar sorprendidas con la medida y afirman que su documentación está en orden y que habían entregado al Ministerio de Gobernación lo requerido.

“Silenciar voces críticas”

Este lunes 7 de febrero, la Asamblea Nacional aprobó leyes para cambiar el nombre de las universidades y confirmar que pasan a ser centros estatales.

Estudiantes y académicos críticos coinciden en que esta es una medida más del régimen para acallar las voces disidentes en Nicaragua. Desde mayo de 2021, se han encarcelado opositores, cerrado ONGs, impedido la entrada y salida del país a periodistas y opositores y cerrado y confiscado medios de comunicación independientes. Ahora son las universidades privadas las que están en el punto de mira.

La única explicación es la venganza política porque algunas de esas universidades y sus estudiantes tuvieron un papel importante en las protestas de 2018”, dice a BBC Mundo el académico y opositor Ernesto Medina.

Una de las universidades canceladas, la Upoli, fue un bastión estudiantil en las protestas de 2018. Los estudiantes, que permanecieron atrincherados por casi dos meses y exigían la salida de Ortega del poder, recibieron múltiples ataques de paramilitares y de la policía.

El hecho de que la Upoli haya sido uno de los centros de protesta, Ortega no lo olvidó, no lo perdonó”, asegura Medina, que además considera que se trata de una advertencia del régimen, al resto de universidades del país: “Es mejor portarse bien, callarse, no criticar”.

“Estamos viendo opciones fuera del país”

En la comunidad estudiantil, mientras, hay mucha incertidumbre y temor.

Estaba súper confundida y desesperada, la verdad, quería salir corriendo a la universidad a pedir mi certificado de notas”, cuenta a BBC Mundo una estudiante de 20 años de la Upoli, que prefiere no dar su nombre por seguridad.

Mi miedo es no poder seguir estudiando de forma gratuita”, confiesa. Ella es becada de la carrera de Diseño Integral de la Comunicación.

“Veré qué pasa, yo me matricularé, ya ahorita no puedo ir corriendo a matricularme a otra universidad. Si vemos que la situación empeora, mi mamá y yo ya estamos viendo opciones fuera del país”, cuenta.

Tras la ilegalización, el Centro Nacional de Universidades (CNU), el órgano rector de la educación superior en Nicaragua y también bajo el control del orteguismo, emitió un comunicado en el que asegura que garantizará “la continuidad académica y responsabilidades educativas pendientes”.

La directora del CNU, Ramona Rodríguez, dijo a un medio oficialista que los estudiantes recibirán clases en los mismos recintos y prometió reducción de tasas.

“Es una forma encubierta de intervención académica”, afirma el opositor Medina.

Una situación repetida

Elthon Rivera ya había estado en una situación similar.

Formaba parte de un programa especial de la Universidad Paulo Freire que acogió a estudiantes expulsados en 2018 por haber participado en las protestas en contra de Ortega y que habían quedado en un “limbo académico” porque su historial académico fue eliminado.

Ese año, Rivera se involucró en las protestas estudiantiles, estaba en último año de Medicina y se quedó sin nada. En 2019, la Paulo Freire le dio la oportunidad de continuar sus estudios, pero en otra carrera, Ciencias Políticas. Hizo exámenes, le convalidaron clases, adelantó otras y ya estaba a un año de graduarse.

“El CNU llama a la calma, pero eso no nos incluye a nosotros”, dijo a BBC Mundo antes de salir del país el sábado. Al presentarse, asegura, lo identificarían como uno de los estudiantes expulsados y temía terminar tras las rejas como varios de sus compañeros.

El académico Ernesto Medina asegura que Ortega ve las universidades como “espacios problemáticos donde la protesta está latente”.

El estudiante Elthon Rivera siente que se le acabaron los espacios. “No tengo carrera, no tengo posibilidad de hablar, de expresarme, no puedo decir nada porque todo lo que diga puede ser usado en mi contra. Ya sentí que aquí no tengo posibilidad más que huyendo o escondiéndome”.

El sábado anunció en las redes sociales su salida de Nicaragua.