Opinión / Ensayos · 11/07/2022

Población, nivel y calidad de vida

El 11 de julio de 1987, la población mundial alcanzó 5 mil millones de personas, por eso la Organización de Naciones Unidas instauró esa fecha como Día Mundial de la Población, llamando la atención sobre urgentes aspectos de la población que requieren especial atención: salud y educación; hoy día estos temas se han ampliado a otras esferas de la vida que son vinculantes al bienestar poblacional, como son las cuestiones relativas al medio ambiente y el desarrollo.

Un gran número de países han adoptado, y tratan de mejorar cada día, diversas políticas públicas en función de elevar el nivel y calidad de vida de sus pobladores; la búsqueda del mejoramiento sostenido y la simetría entre ambas debe ser la aspiración suprema de toda administración pública comprometida con la paz y la prosperidad de sus pobladores. El nivel de vida está referido a los aspectos materiales, es la cantidad de bienes y servicios que una persona posee o puede adquirir, generalmente vinculada a los ingresos; la calidad de vida, en cambio, alude a temas de índole subjetiva como el bienestar social, personal y emocional, es por tanto un concepto más amplio y que puede verse reflejado de mejor manera en los indicadores del Índice de Desarrollo Humano (IDH), establecido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el que combina tres aspectos: esperanza de vida, educación e ingresos. 

Nicaragua está clasificado, en una división de cuatro categorías (muy alto, alto, medio y bajo), en el grupo de IDH medio, ocupando el puesto 128 en una lista de 189 países (PNUD, 2020); en la región latinoamericana y caribeña esta misma clasificación nos ubica muy por debajo del mejor índice, Chile que ocupa el puesto 43, pero bastante por encima del más bajo, Haití con el puesto 170. Estos indicadores se establecen a través de fuentes oficiales y datos obtenidos de organizaciones internacionales, muchos de estos datos no son completos, o no están actualizados, y además debemos considerar el posible sesgo que puede tergiversar los datos proporcionados, principalmente por los gobiernos, en aras de proyectar una exitosa gestión pública.

Una aproximación al análisis de los indicadores de nuestra realidad, nos ubica indefectiblemente en el complejo entorno sociopolítico que atraviesa el país, la inestabilidad demográfica debido a la creciente emigración, la invasiva acción ideológico-política en las instituciones educativas, a través de la confiscación de facto de las entidades de la educación superior y la imposición de programas educativos en los sub sistemas de educación; la prestación de servicios de salud, extendidos como favores de la ilegal pareja presidencial; la acción policial distante de su misión en el ámbito de la seguridad ciudadana, con un desempeño orientado al espionaje, la represión y un desmedido afán recaudatorio en la aplicación de multas a los conductores de vehículos; el persistente desempleo estructural y el creciente subempleo e incremento de la informalidad laboral; a ese adverso escenario añadimos el bloqueo informativo que sufre la ciudadanía con el cierre de medios de comunicación y la ascendente opacidad en la información oficial brindada a la ciudadanía, a la que constitucionalmente tiene derecho.

En general, tenemos muy poco, cercano a nada, que celebrar en materia de población; sin embargo tenemos la seguridad de que la mayoría ciudadana está convencida que los cambios a emprender en el futuro cercano, están plenamente identificados y que habrá suficiente voluntad política y acciones ejecutivas, para revertir el daño infringido por la dictadura. Población, medio ambiente y desarrollo están en nuestra lista de objetivos a transformar, habrá un mejor 11 de julio próximamente.

Ezequiel Molina.

Julio 11, 2022.