Opinión / Ensayos · 11/11/2020

¿Por qué no cede Trump, y qué es lo que verdaderamente pretende?

La ventaja de Biden hasta hoy, es enorme, irreversible. Los votos que faltan por contar son pocos y no muestran una tendencia pronunciada. Biden hasta el momento ha impuesto un nuevo record de votos, 76,172,273 vs 71,536,924 de Trump, una ventaja de 4,635,349 votos. La gran diferencia con el 2016 es que Biden le arrebató a Trump cinco estados que este ganó en esa ocasión y que el daba por seguros, Arizona, Georgia, Pennsylvania, Michigan y Wisconsin, que suman 73 votos electorales y Trump por su parte no pudo ganar ninguno de los que ganó Hillary Clinton. Y lo que es más importante, Biden tiene más de la mitad del total de  votos, 50.6 %.

Dado lo anterior Trump debería ya haber concedido su derrota y felicitado a Biden. Y debería haber puesto en marcha el mecanismo de la transición o sea la entrega de información de las operaciones de las diferentes entidades del Gobierno a fin de que los nuevos empleados puedan hacer su trabajo desde el primer día.

Pero Trump no ha hecho ninguna de esas cosas, se niega a aceptar que perdió y más bien ha acusado a las autoridades electorales de los estados que perdió, sin importarle si son de su mismo partido de haber cometido fraude para perjudicarlo. Y ahora los está demandando legalmente por medio de una batería de abogados que han interpuesto ya un total de 20 demandas contra los estados de Nevada, Arizona, Wisconsin, Michigan y Pensylvania, además de que está pidiendo un recuento en Georgia.

Todos los juristas, aún los Republicanos, consideran que sus alegatos no tienen mérito, ya que no han señalado ninguna incorrección. En Pennsylvania, por ejemplo, está exigiendo que se anule el resultado alegando que a los observadores Republicanos no los dejaban ver bien lo que hacían los empleados al abrir los sobres, pero sucede que los observadores tanto los Republicanos como los Demócratas estaban a la misma distancia de tres metros por causa de la pandemia, y cuando reclamaron se los acomodó a todos un poco más cerca y se volvió e empezar el conteo. Los observadores en ese momento expresaron satisfacción. Pero no Trump. También exige que no se cuenten los votos recibidos después del 3 de noviembre aúnque hayan sido enviados a tiempo, pero dichos votos, que son pocos, no están incluídos en el total reportado.

La pregunta, entonces, es: ¿por qué no cede Trump, y qué es lo que verdaderamente pretende?

Lo primero que debemos recordar es que el caso de Trump es muy diferente al de todos los presidentes anteriores al dejar el cargo, y es que Trump no solamente se está jugando su futuro político sino posiblemente su libertad y su fortuna. A un Trump ya ciudadano corriente lo esperan alrededor de 50 investigaciones y juicios de todo color y peso, que van desde abuso sexual, fraude bancario, fraudes fiscales tanto a nivel estatal como federal, falsificación de documentos ante la municipalidad de New York, lavado de dinero, colaboración con una potencia extranjera, etc… En el mejor de los casos lo esperan años de juicios. En el peor, enormes multas, y cárcel.

<<…llegó a la Casa Blanca después de una vida entera marcada por acusaciones de estafa, de no pagar sus deudas, de haber fracasado en más de 20 negocios diversos que van desde una línea aérea hasta un equipo de fútbol, de haber recurrido a la bancarrota en seis ocasiones y de haber sido obligado por un Juez a compensar a las víctimas de un fraude…>>

Ante este panorama se abren tres posibilidades para tratar de entender su comportamiento hasta el momento. Una sería que simplemente no ha acabado de absorber la derrota, que está en el proceso de aceptarla y que al final en unas semanas cederá ante lo que es evidente e inevitable. Otra es que esté tratando de negociar algún tipo de arreglo con Biden para que a cambio de una transición normal este se comprometa a que el futuro Fiscal General no le abra investigaciones por posibles delitos de orden federal. Y la tercera es que esté decidido a no abandonar el cargo de ninguna manera ya sea porque engañado por sus propias mentiras crea que en realidad ganó, o porque viendo todo perdido piense que su única ruta de escape es obligar a la Corte Suprema a que lleve a cabo un Golpe de Estado en su beneficio, causando un caos en el país de consecuencias imprevisibles.

Lo que haga Trump, lo que resuelvan los tribunales incluyendo a la Corte Suprema de la que muchos desconfían, y el apoyo que reciba o no del Partido Republicano, determinará si la democracia de los Estados Unidos sobrevivió o no a la presidencia de este hombre, que llegó a la Casa Blanca después de una vida entera marcada por acusaciones de estafa, de no pagar sus deudas, de haber fracasado en más de 20 negocios diversos que van desde una línea aérea hasta un equipo de fútbol, de haber recurrido a la bancarrota en seis ocasiones y de haber sido obligado por un Juez a compensar a las víctimas de un fraude cometido con una universidad fantasma y que ya siendo presidente volvió a ser sentenciado a devolver dinero a las víctimas del fraude que cometió con la Fundación Trump y a no poder ser directivo de ninguna fundación en el futuro.

Si las demandas son rechazadas a nivel estatal y la Corte Suprema no interviene, los estados podrían entonces el 14 de Diciembre certificar los resultados y confirmar los votos del Colegio Electoral de cada uno. En caso contrario habrá caos. Ni Biden, ni sus 76 millones y medio de votantes, ni los estados que ya determinaron que Biden es el ganador se quedarían de brazos cruzados. Que pasaría entonces es algo que no queremos siquiera imaginar, pero de llegarse a eso estaríamos entrando a un territorio desconocido.

*Leonel Arana

El autor es ciudadano estadounidense y miembro de la iniciativa Nicas por Biden.