Opinión / Ensayos · 19/01/2021

¿Qué hay detrás de la reforma constitucional para imponer la pena de prisión perpetua?

*Por Enrique Sáenz

Los sirvientes de la dictadura en la Asamblea Nacional impusieron la reforma constitucional que establece la pena de prisión perpetua, para lo que ellos denominan delitos de odio.

Todavía no se sabe exactamente la definición que utilizarán, pero Ortega ha adelantado por dónde van los tiros. Seguramente el siguiente paso será aprobar una reforma al código penal para precisar la tipificación del delito.

Más allá de los aspectos propiamente formales, lo que nos corresponde es penetrar en las intenciones de fondo y exhibir la ponzoña que esconde la reforma.

Lo primero que llama la atención es que sea precisamente Daniel Ortega el promotor de esta iniciativa. Un personaje que fue encarcelado y condenado por participar en el asesinato a mansalva de un agente de la dictadura somocista. Tan represivo aquél, ayer, como cualquier esbirro de la dictadura de hoy. Si nos atenemos a la descripción que ha dado en sus recientes discursos resulta claro que el crimen que Ortega cometió cabe perfectamente en los delitos de odio.

Además, sabemos que Ortega fue acusado judicialmente por un repugnante delito en el seno de su familia, del cual se libró por escudarse en la inmunidad parlamentaria.

¿Qué credibilidad puede tener que quiera ahora aparecer como blanca paloma?

A decir verdad, conforme la definición comúnmente aceptada fue la dictadura y sus esbirros los que cometieron crímenes de odio con la represión desatada a partir de abril del 2018

A todas luces, esta acción de la dictadura derrama hipocresía.

Una hipocresía más, porque a Ortega no le importa la seguridad ciudadana. Si le importara no hubiera puesto en libertad a más de veinte mil delincuentes, muchos de los cuales ya andan cometiendo fechorías en perjuicio de la población nicaragüense.

Si lleva catorce años en el poder ¿Por qué se le antojó hasta ahora hacer esta reforma?

Durante todos estos años Ortega jamás había mencionado siquiera el tema. ¿O es que hasta ahora se dio cuenta de esto tipo de delitos?

¿Qué hay en realidad detrás de este nuevo ultraje de la dictadura?

Con las chapucerías de siempre intenta aprovechar la indignación que justamente provocan crímenes revestidos de saña o al interior de las familias. Así, pretende cubrir con un manto de legitimidad social lo que simple y sencillamente es un arma política.

Una embestida política destinada a intimidar, castigar y reprimir a la ciudadanía. Un mecanismo para meter miedo. No solamente a los liderazgos y organizaciones opositoras. Levanta el hacha siniestra para amedrentar a moros y cristianos.

Con un poder judicial donde pululan verdugos disfrazados de jueces, ansiosos por congraciarse para subir en el escalafón, seguramente varios están ya frotándose las manos para ver quién hace más y mejores méritos ante el dictador.

La reforma se suma a las otras tres leyes del combo fascista de la dictadura: la de ciberdelitos; la ley hija de Putin, de agentes extranjeros; y la ley para inhibir candidaturas.

Sin embargo, hay un aspecto ridículo en este circo siniestro: Todos sabemos y el dictador se encarga de recordarnos cada día que a él las leyes le tienen sin cuidado. No hay más ley que su voluntad. ¿Para qué quiere tantas leyes?

Ahí están los prisioneros políticos, en cautiverio ilegal. Allí están las confiscaciones de propiedades, sin forma ni figura de juicio. Allí está el cierre de medios de comunicación y la usurpación de inmuebles y equipos. Allí están la gente con casa por cárcel. Allí están los perseguidos.  Allí están los paramilitares. Allí están los muertos.

Y allí están casos como el crimen cometido en La Trinidad, para referirnos al más reciente, de otros que podríamos citar. El delincuente no estuvo ni seis meses presos después de cometer lo que claramente es un crimen de odio.

¿Será que su miedo a perder el poder es de tal magnitud que mientras más leyes, más protegido se siente?

No hombre. Si a usted señor Ortega no lo protegen las leyes, son sus esbirros su única protección.

Estas leyes lo que persiguen es dotar de apariencia legal al cerco represivo. Igual que las normas que impuso Hitler en su tiempo. De paso, también se enmarcan en la pretensión del dictador de configurar el escenario para el circo electoral que prepara para noviembre.

Hipocresía, represión y circo electoral es lo que esconde la imposición de la pena de cadena perpetua.

Hay una frase de la biblia que todos conocemos y que vale la pena evocar: Con la misma vara que midas serás medido. Y llegará el momento.