Ratifican extradición de Juan Orlando Hernández a EEUU

El Pleno de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de Honduras ratificó este lunes el fallo del juez natural Edwin Ortez, quien dio luz verde el pasado 16 de marzo a la extradición de Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras de 2014 a 2022. Ahora el exgobernante será judicializado en un Tribunal del Distrito Sur de Nueva York.

Esto dio fin a la posibilidad de Hernández (53) de quedarse en suelo hondureño, aunque su defensa legal argumentó la existencia de 32 procesos judiciales en su contra, dos de ellos por casos similares a los que motivan la solicitud de extradición.

La defensa de Hernández centró sus esperanzas y fundamentó la apelación en dos aspectos: el primero, el Tratado de 1909 entre Honduras y Estados Unidos el cual “no permite la extradición de ciudadanos nacionales, por lo tanto, no se cumple el requisito del artículo 102 de la Constitución”, adujo la ex primera dama Ana García de Hernández.

Asimismo, se expuso en la apelación al Pleno que Estados Unidos ya ha negado peticiones de extradición de ciudadanos norteamericanos solicitados por otros Estados, como fueron los casos de Victor Manuel DeSena y Thomas R. Vokes, como segundo punto.

Sin embargo, los argumentos no tuvieron el suficiente peso para evitar que el dos veces presidente de Honduras sea llevado ante la justicia estadounidense.

Hernández enfrenta tres cargos de narcotráfico y tráfico de armas, delitos por los que podría pasar el resto de su vida en prisión de ser hallado culpable.

Un total de siete magistrados nacionalistas, siete liberales y un juez (en sustitución de Ortez) fueron los encargados de deliberar este lunes el recurso para ratificar la extradición de Hernández hacia Estados Unidos.

Carta de JOH

Horas antes de conocer la resolución de la CSJ, apoderados legales del expresidente compartieron una carta -escrita a puño y letra- por el ahora extraditable.

En ella, Hernández manifestó su sentir sobre el futuro incierto que le espera en territorio estadounidense y la tristeza que embarga su corazón al saber que quizás nunca vuelva a ver más a su familia.

Aquí su carta íntegra:

Es muy doloroso lo que estoy viviendo. Es muy doloroso estar separado de mi familia, mis seres queridos, privados de tantas cosas.

Cuando pienso en mis nietas, Violeta y Olivia, se viene a mi mente la psoibilidad de no verlas nunca más. Que no podré entregar a mis menores hijas, Daniela e Isabela, cuando decidan casarse. Que no podré ver Honduras y su gente.

Todo cambió. Todos los planes que tenía para mi retiro después de tantos años de trabajo.

Al final concluyo en la posibilidad de que al enfrentar cargos por tres cadenas perpetuas podría llegar a convertirme en un muerto en vida. Vean un ejemplo, mi abuela Chayo murió al inicio de mi detención. No solo no pude asistir a su sepelio, tampoco pude llamar a mi madre Elvira, ni a mis tíos para decirles que al igual que ellos sentía un profundo dolor por la muerte de su mamá, mi abuela Rosario.

Nunca creí que esta lucha por la paz de nosotros los hondureños me llevaría a convertirme en privado de libertad.

Nunca creí que la respuesta a muchos años dedicados al trabajo por la seguridad nos llevaría a ser calificados como narcoestado.

Sabía que esta lucha no sería fácil, tendría muchos riesgos.

También creí que con la voluntad sincera de las instituciones y sectores del país, más el acompañamiento activo de nuestros socios y aliados, sería un ganar ganar.

Soy inocente, víctima de una venganza y conspiración. Estoy seguro que Dios me hará justicia.

Esto es una venganza de los carteles. Es una trama orquestada para que ningún gobierno vuelva a hacerles frente.

Parte de esta conspiración ha sido una campaña de odio y desinformación. Pero es evidente las contradicciones de los delincuentes, juicio tras juicio, mienten y se contradicen.

Además, que también es evidente que después de entregarse o ser capturados pasaron meses, días declarando y nunca me mencionaron hasta que iniciaron la ejecución de su venganza, y además buscando reducir sus condenas y devolución de bienes, entre otros beneficios.

Hace poco leía lo que dijo Alfredo Landaverde: “… el pueblo, todos nosotros sabemos quiénes son. No solo porque trabajé con la Policía, la gente común sabe quiénes son los jefes de organizaciones de su municipio y su comunidad”.

Y yo agregó, Dios nos conoce a todos, no solo nuestras acciones, también en pensamiento.

Ojalá no sea tarde. No sea tarde para nosotros con mi familia. No sea tarde para quienes han sido sorprendidos, por qué dudan de nosotros o les creen a los delincuentes. No sea tarde para Honduras. No sea tarde para los pueblos que quieren vivir en paz.

No sea tarde y que sufran la pena de reconocer que tomaron esta trama, estas acusaciones, a la ligera o cayeron en la desinformación. Si es tarde, no podrán justificarlo frente a sus familias, colegas y frente al juicio de la hisoria.

Solo espero que se haga justicia. Que se respete el derecho que nos asiste a las personas y a las naciones. Si así fuera esta trama se para de inmediato.

Creo en Dios, sé que él es justo.

Él es nuestro juez, conoce nuestros pensamientos y actuaciones. De él nada escapa.

También entiendo que él tiene sus propósitos, sus planes y sus formas de hacer las cosas. En él está mi fe y confianza.

Quiero agradecer a todos los que oran y nos tienen en su pensamiento con buenos deseos y aún aquellos que nos adversan les digo, que los perdonamos. Esto porque cuando hablamos con Ana, mi madre, mis hijos, hermanos y seres queridos me doy cuenta de sus oraciones y buenos deseos.

Soy inocente, confió en a justicia y misericordia de Dios.

Tegucigalpa, M.D.C., 27-marzo-2022.

Bendiciones.

Juan Orlando Hernández Alvarado