Opinión / Ensayos · 08/03/2023

Respuesta a HOS: ¡Ninguna tregua santa, general! ¡Memoria, verdad, justicia y reparación!

*Por Danny Ramírez-Ayérdiz

He leído con detenimiento la nota Tregua santa escrita por el general Humberto Ortega Saavedra publicada hoy en La Mesa Redonda. En estas líneas, como ciudadano nicaragüense, víctima de las tropelías de su hermano y su cuñada, quisiera responderle. ¡Ninguna tregua, señor! Memoria, verdad, justicia y reparación para las víctimas sobrevivientes y los familiares de las víctimas fatales.

General Ortega, para que exista una tregua tiene que existir antes partes en guerra, usted lo sabe fue el jefe del ejército. ¿A qué guerra implícitamente se refiere? Ni siquiera en términos metafóricos. Usted no puede ni siquiera insinuar la existencia de una guerra implica entre partes, porque no lo hay. El Grupo de Expertos en Derechos Humanos para Nicaragua del Consejo de Derechos Humanos habla de un Estado y especialmente de dos funcionarios familiares de usted: Daniel Ortega y Rosario Murillo que han atacado a la población civil y han cometido crímenes de lesa humanidad. Como militar, usted mejor que nadie sabe lo que significa el talle y la gravedad de estos crímenes. No hay partes en conflicto, sola una que, queriendo atornillarse eternamente al poder, ataca sin piedad a todos los sectores de la sociedad, triturando las libertades y los derechos.

La liberación de los 222 no es una concluyente coyuntura. ¿Usted se refiere a un crimen de lesa humanidad que se llama desplazamiento forzado como garantía de «pacto democrático de cohabitación nacional»? ¿Cómo se puede llegar a este punto de distorsión de los hechos? No, general, recuerde que su hermano despojaron de su nacionalidad y están confiscando los bienes a los 222 y después arremetió contra 94 nicaragüenses más. ¿Un pacto democrático sobre la base de la sangre y el sufrimiento de los que están en Nicaragua? ¿Usted ha, si quiera, escuchado cómo su hermano se refiere de las personas a las que desterró?

Con un régimen autoritario no se puede ni alcanzar un pacto democrático, porque él mismo erosionó, extenuó a la democracia misma y no se negocia con criminales de lesa humanidad. ¿Usted se ha puesto a pensar en las madres de los asesinados por las fuerzas policiales que pensarían de su propuesta? ¡Es un insulto para la inteligencia de los nicaragüenses!

Usted refiere que hay una pugna ideológica. No hay tal pugna, general, usted sabe bien que hace años que su hermano abandonó las matrices ideológicas y gobierna a pulso de autoritarismo, muerte, cárcel y confiscación. Su hermano y su cuñada no están ubicadas en ninguna acera ideológica, porque incluso, una lectura económica de su gobierno, resultó ser más neoliberal que cualquiera de sus predecesores. Que conste: aquí le escribe un ciudadano común que comulga con la izquierda democrática y no autoritaria. Lo autoritario le quita cualquier cercanía ideológica al gobierno que usted quiere salvar. ¡No hay ninguna pugna ideológica!

¿Dónde nos recogeremos el más de medio millón de nicaragüenses que hemos huido por la violencia de su hermano? Quisiéramos hacerlo en nuestro país, con nuestras familias. Más el pueblo católico no puede ni siquiera participar de los ritos procesionales tan vitales para la espiritualidad católica. ¿No observa los ataques sistemáticos a la Iglesia Católica que constituyen persecución a una colectividad religiosa en arreglo con el Estatuto de la Corte Penal Internacional? ¿Tregua santa, general? ¡Usted escuchó a su hermano llamar «energúmeno» al obispo Álvarez por quien dice alegar en su nota! Su cuñada quiere destruir la autoridad espiritual de la Iglesia, atacándola todos los días, para transferir esa autoridad indiscutible y consolidada por los siglos a ella y su esposo. ¡Pero no podrán! La fuente del poder estatal es la coerción legítima y la de la Iglesia su prédica del evangelio que denuncia las injusticias. Denuncie eso, denuncie los ataques, no sesgue su visión de las cosas.

¿Polarización? ¡Esta no es una sociedad democrática! Lo que existe es un gobierno que comete día a día crímenes de lesa humanidad contra el pueblo, no hay polarización donde una de las partes ataca a la otra que en justo derecho debería proteger para doblegarla. ¡No, general! Ni tregua, porque no hay guerra, ni pacto democrático, porque no hay democracia, ni cohabitación, porque medio millón de nicaragüenses hemos sido expulsados, más de 350 asesinados, miles de heridos y más de 3 mil oenegés disueltas y confiscadas!

Usted sugiere un pacto y cohabitación con su hermano, mientras continúa torturando al pueblo que está en Nicaragua, lo ataca, cierra sus espacios y lo encarcela. ¡No se puede negociar con el agresor, ese es un principio básico y usted lo sabe! Lo que nosotros queremos es memoria, verdad, justicia y reparación. Queremos que cesen los ataques al pueblo, que se abran las vías democráticas legales, no a través de pactos, ni amnistías para sumarnos a las nauseabundas prácticas erráticas del pasado, queremos reparación para las víctimas fatales. Que el Estado abandone su discurso de negación de su participación en los crímenes de lesa humanidad desde 2018, discurso que repite su cuñada todos los días al mediodía.

Eso no depende de esa otra parte imaginaria que usted elucida en su artículo. Todo está en manos del Estado y lo seguirá estando. ¡Memoria para no repetir, verdad para saber cómo sucedieron los hechos represivos, justicia para que los responsables respondan por sus crímenes y reparación para que las víctimas sobrevivientes y los familiares de víctimas fatales puedan avanzar en el camino de la cicatrización de su hondo dolor!

¡Ninguna tregua, general!

** Secretario ejecutivo de CALIDH y catedrático de derechos humano