Sergio Ramírez: Tengo la seguridad de que volveremos a Nicaragua
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez, recientemente declarado “apátrida” por el régimen de Daniel Ortega, alberga “no solo el anhelo”, sino “la seguridad de que volveremos” a Nicaragua.
Ramírez, que se encuentra en Tenerife (España) participando en el festival de género negro ‘Tenerife Noir’, declaró a la agencia EFE que la situación en Nicaragua es “muy difícil”, pues padece “una dictadura como tantas otras que ha habido en América Latina”.
Su esperanza es que haya “una reconversión democrática lo más pronto posible sin costo de sangre para el país, sin ninguna guerra civil de por medio. Ojalá se pueda lograr”, suspira.
Opina que el sandinismo, la revolución de los años ochenta del pasado siglo en la que fue protagonista, al punto de ser vicepresidente del país, se fue convirtiendo con el paso del tiempo en “un viejo recuerdo”.
Y lo que hoy queda de ella es la figura de Daniel Ortega como “un dictador decrépito” que usa “una retórica revolucionaria para un régimen que de revolucionario es lo que menos tiene”.
Desde su punto de vista, la Nicaragua actual se ha convertido en “una especie de Cuba de los años sesenta” y cuyo modelo “se parece más al de Corea del Norte”.
El ganador del Premio Cervantes en 2017 opina que cada artista, cada escritor, elige su grado de compromiso social con la realidad que le rodea.
“Puede haber muy buenos escritores silenciosos, que no se pronuncian sobre su propia realidad, y son muy buenos, y hay escritores muy malos que son muy vocales en cuanto a la denuncia política”, argumenta.
En su caso, lo tiene claro: “si tengo una voz, tengo que usarla. Y si la realidad me ofende, tengo que denunciar esa realidad, no necesariamente en las páginas de una novela, sino yo como ciudadano”.
Durante su intervención en un debate organizado por el Festival ‘Tenerife Noir’, Ramírez ha hecho hincapié en el boom del género negro en América Latina, quizá por el hecho de ser cuna de “la novela del dictador” y también del concepto de “república bananera”.
“Un novelista no se puede dejar de ver metido en la trama cuando hay un exceso dictatorial” como el que se produce en Nicaragua, ha abundado; más si además “un dictador te dice: no eres más nicaragüense. Es un exceso literario”.
Y “no es solo algo retórico. Vas al registro público a por un certificado de nacimiento y te dicen que no existes. Es más que kafkiano”.
*Con EFE
Sólo hay una verdad, sólo hay una realidad. Un intelectual, que se precie de serlo, no debe evadir su compromiso moral, ético, sobre las violaciones a los DDHH y las libertades consagradas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, plasmados en la Carta de la ONU y los más de 70 tratados de derechos humanos suscritos a partir de la declaración del 10 de diciembre de 1948. No es suficiente, ni justificado, solamente no estar de acuerdo en silencio, con regímenes que violan los derechos fundamentales; de nada sirve tener voz (nacional, regional y/o internacional), para lo interno del alma, del espíritu y del corazón para la sociedad. Una voz, no comprometida en pensamiento, vida y acción contra las dictaduras, (no importa de que signo), es una declaración a favor del crimen, la maldad y la injusticia. En el caso de mi país, hay voces que en silencio condenan a la tiranía sandinista, pero por cobardía, callan.
Habeas corpus ¡YA! para Monseñor Rolando Alvarez L.
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