Opinión / Ensayos · 20/07/2020

19 de Julio: La iglesia de satán – Enrique Saénz

Evidentemente, el repertorio de trucos y embustes de Daniel Ortega se está agotando. Como repite las mismas triquiñuelas, cada vez engaña a menos gente.

Para el mes de abril, el dictador se perdió por un buen tiempo y, hay que reconocerlo, su ausencia generó una ola de especulaciones y expectativas, incluso a nivel internacional. En esta ocasión se perdió por más tiempo, pero a la gente su ausencia le tuvo sin cuidado. No hubo misterio.

Cuando apareció, en el mes de abril, dedicó su discurso a mal leer cifras sobre los muertos en Nicaragua por distintas causas, como accidentes de tránsito, suicidios, ahogamiento o ataques al corazón. Aquella vez utilizó los datos para minimizar la amenaza de la pandemia y afirmó muy campante que era algo así con la tosferina. Esta vez, aunque leyó mejor, volvió con la misma sarta de datos para dejar ir la afirmación, de pasadita, como quien no quiere la cosa, de que el combate a la pandemia era un éxito en Nicaragua. ¿Qué les parece?

La única sorpresa fue que apareció con una elegante mascarilla. Y guardando distancia de todos los que estaban a su alrededor.

El mismo que negó mascarillas a los médicos y personal de salud. Y que ahora los despide o amenaza con despedirlos si reciben equipos de protección de parte de sus colegas médicos o de organizaciones solidarias. El mismo que no mencionó una sola medida de prevención en sus anteriores intervenciones públicas. El mismo que promovió y promueve aglomeraciones masivas y que con su desprecio a la amenaza de la pandemia alentó a que sus seguidores agredieran a los ciudadanos que circulaban con mascarillas, ahora, 5 meses después que estalló la pandemia, provocando decenas de miles de contagiados y contándose los fallecidos por encima de los mil. Después de más de cuatro meses que se produjo en #Nicaragua el primer fallecido reconocido oficialmente, apareció ahora como experto en medidas de prevención.

¿Sabrá que miles y miles de #nicaragüenses contagiados se quedan en sus casas, para intentar curarse por sus propios medios, por miedo a ir a los hospitales, o para morirse sin que pierdan su cadáver?

Claro que lo sabe. Tanto lo sabe que, con el afán de exprimir todavía más los bolsillos de los nicaragüenses, no tuvo escrúpulo en imponer arbitrariamente cargas aduaneras a los equipos que la gente utiliza para el tratamiento en sus casas           .

Quiso poner como pretexto las dificultades económicas que enfrentan los países a causa de la pandemia, incluyendo los países desarrollados, pero no dijo que a pesar de esas dificultades todos los gobiernos están adoptando medidas para mitigar los impactos económicos y sociales en la población. Mucho menos que anunciara una sola medida que ayude a enfrentar las calamidades que padecen las familias nicaragüenses.

Pero sí se dedicó, en otra de sus acostumbradas cantaletas demagógicas, a saludar a las maestras y maestros, a quienes ha forzado a exponerse a los contagios; a saludar a los trabajadores. Tuvo la desfachatez de saludar a los trabajadores.

¿Sabrá Ortega cuántos trabajadores, mujeres y hombres, han perdido el empleo en las zonas francas? Claro que lo sabe. Pero no le importa.

¿Sabrá Ortega cuántas empresas han cerrado o están semiparalizadas sufriendo el impacto de los impuestos que elevó, de las reformas al INSS que impuso, de las tarifas eléctricas y de los precios del combustible que también impone, y ahora a causa de la pandemia?

¿Sabrá cuántos trabajadores perdieron el empleo, o están con el peligro de perderlo, como resultado de esta crisis?

Claro que lo sabe. Pero no le importa. Ni siquiera se refirió a los impactos económicos y sociales de la crisis.

¿Sabrá Ortega cuántas familias nicaragüenses padecen penurias a causa de la caída de las remesas? Claro que lo sabe. Con total desparpajo se refirió a los nicaragüenses que desde hace semanas impide retornar a su patria. Sobre este tema dio noticias poco conocidas, dijo que, a pesar de la situación internacional, los nicaragüenses que pueden irse, se van. Que los que volvieron de Panamá, ya se quieren ir de regreso; que en un vuelo a España iban más nicaragüenses que europeos; que en un vuelo a Estados Unidos iban más nicaragüenses que norteamericanos.

¿Por qué se irían? Si aquí el control de la pandemia es un éxito, lo mismo que la economía.

Tal vez es que ya tienen trabajo allá, mencionó, casi como un chiste.

No podía faltar la cantaleta sobre las sanciones a los corruptos, a los señalados de cometer delitos de lesa humanidad, a los negocios turbios de la mafia en el poder. Que son para desmoralizar y acobardar al pueblo, dijo, casi como otro chiste.

Finalmente, debo confesar que no sé nada de magia negra ni de magia roja. Pero leí que con el circo de ayer se estaba montando un rito satánico, entonces fui a investigar el asunto. Encontré que la estrella con los círculos alrededor, y demás parafernalia que se construyó en el centro de la plaza, efectivamente es el símbolo de la llamada iglesia de satán. Cualquiera puede buscar en internet iglesia de satán y encontrará la explicación.

Lo que nos faltaba: Tener el 19 de julio un rito satánico, televisado en cadena nacional, como acto oficial. En resumen: un rito y un discurso para los creyentes de la iglesia del dictador. La iglesia de satán.