Opinión / Ensayos · 13/01/2021

A los muchachos de AUN

*Por Francisco Larios

A los jóvenes de “AUN”, a quienes por su natural y legítima ambición, e ingenuidad, utilizan los viejos zorros de la política, los han hecho sentirse “vanguardia”. Envalentonados, lanzan su supuesto reto a la población para ir –según ellos–“taco a taco” con el clan genocida, a elecciones para las cuales ya ni siquiera mencionan exigencias de previa libertad.

Impresiona tristemente; deprime. Pero uno, que ya tiene unos cuantos años más que ellos, debe reconocer que todos podemos ser víctimas de nuestros propios sueños, cuando esos sueños ocurren en medio de la perenne pesadilla nacional, y cuando los zorros con experiencia de siglos y con los recursos acumulados en siglos de rapiña maniobran, alientan, inducen, apuestan.

La desventurada historia de Nicaragua, muy desventurada, pero en cierta forma no muy diferente de la historia de casi todos los países en casi todas las eras, sugiere que algunos de estos muchachos no tienen más remedio que un choque doloroso con la realidad, que otros incluso atravesarán esa pared en camino a su total corrupción, y que entre un grupo y el otro habrá la dispersión de quienes se aparten, a centímetros del precipicio, cuando el fuego del cráter, o las voces de sus familias y conciencias–o el trueno de la razón– los alcance.

A todos ellos, por su juventud, y porque conocemos la perversidad de los incentivos que permean la sociedad nicaragüense; porque sabemos que premia al truhán y castiga al recto; que escupe y estigmatiza al pobre que aspira legítimamente, pero abraza al retrógrado heredero post colonial, o al pobre que acepta la ética de este para jugar el juego como lo hacen los ganadores en el semi-feudalismo nicaragüense: a todos ellos debemos inducir a la reflexión, una y otra vez, pero sin la falsa generosidad de la condescendencia, porque ellos, tanto como el resto de nosotros, tienen obligación de ser íntegros y hacerse responsables, mientras todavía haya tiempo, de las consecuencias probables de sus actos. Porque, tarde o temprano, no hay escape. Eso lo vamos aprendiendo con los años, y con frecuencia a punta de golpes.

Por eso, en el tema de la infortunada “campaña” del “taco a taco”, hoy quisiera dirigirles un mensaje breve, pero sincero, y que creo respaldado por los hechos conocidos de la Historia.

Miembros de AUN: el “taco” de la tiranía es AK-47 + Impunidad + Sicarios. ¡No permitan que se use a la gente de carne de cañón como ya hicieron otros opositores pactistas en la historia de Nicaragua! Esta película es muy vieja, es la de los pactos de Chamorro, de Agüero, de Alemán, de Toño Lacayo (el yerno de doña Violeta, historia de otro día, pero también grave y trágica), etc. De estos pactos salen prebendas para unos pocos, cambios a lo sumo cosméticos, y más dictadura. De este pacto lo que quedará es el clan Ortega “gobernando”, es decir MATANDO desde abajo–si es que acaso entregan la Presidencia. Y quedarían los nombres de ustedes deshonrados para siempre, como el nombre de Agüero y los nombres de sus Zancudos. Como el de Arnoldo Alemán y los nombres de sus paniaguados.

¿Y saben qué otra cosa puede quedar? El silencio de políticos algo mayores, que siendo o no empleados o miembros de la casta semi-feudal, prefieren que ustedes se acerquen al fogón, para ver cuánto quema. Que sean ustedes los que den la cara, antes que ellos. La consigna de estos políticos, que no ocultan, aunque la entonan como si fuese ‘filosofía inteligente’, es “debemos estar listos para cualquier escenario”. Listos para todo, claro, pero sin comprometerse, a escasos meses de una tragedia previsible, con ninguna postura de principios, más allá de declaraciones de amor a la democracia, y escenificaciones de su firmeza que ya a estas alturas son tan mediáticas como inefectivas.

Ustedes, muchachos, y ustedes, lectores, saben a quiénes me refiero. No menciono en este breve artículo sus nombres; y no me abstengo por respeto a la hipócrita reticencia que los principales medios de Nicaragua, todos comprometidos con clanes, partidos e intereses económicos, llaman “ética periodística”. No. Sencillamente, no quiero distraer de mi llamado a los jóvenes de AUN, que parecen marchar a un destino indeseable para Nicaragua, y para los amantes de la libertad, de la democracia, y de la decencia.

¡Ojalá me equivoque! Pero si no estoy equivocado, ojalá que escuchen esta apelación, y que lo hagan a tiempo. No digan que nadie les advirtió. No se dejen engatusar por los zorros manipuladores de la política tradicional. Ustedes necesitan romper con la tradición. Háganlo, porque de lo contrario, la tradición les pasará la cuenta. Es la tragedia de Nicaragua, la interminable tragedia de la repetición de los mismos errores y las mismas traiciones que nos han dejado, a un pueblo que podría ser capaz de mucho más, en el atraso abyecto y la penuria.