Destacados / Nacionales · 10/07/2023

Ataque a iglesia Divina Misericordia: una herida abierta desde 2018

*Por Voces Unidas

A cinco años del brutal ataque armado contra la parroquia católica Divina Misericordia, en Managua, las huellas de aquella violencia sandinista siguen visibles como una herida abierta de horror provocada por la dictadura sandinista. 

Los agujeros que provocaron los balazos en paredes, ventanales y en imágenes en la iglesia Divina Misericordia de Managua, son fiel testimonio del violento asedio de fuerzas del gobierno contra estudiantes opositores en julio de 2018, uno de los episodios más cruentos de la crisis política que dejó 355 muertos en Nicaragua.

La violencia más notable son los agujeros al sagrario y a la imagen de Cristo en el templo, con tres perforaciones de bala, una en el pecho y dos en su atuendo, del que parecen emanar destellos de luz.

Esa imagen del Cristo de la Divina Misericordia fue traída de Polonia.  Es una réplica de la original desde aquella fecha, así ha quedado.   Si bien el templo nunca cerró sus puertas, la presencia de fieles es casi nula pese a las actividades religiosas.  

Los vecinos y feligreses temen ser detenidos o capturados por policías y agentes de seguridad de civil que transitan por la zona. 

Balas sin piedad 

Todo comenzó cuando estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), se atrincheraron en el recinto por semanas hasta que tropas combinadas de policías, paramilitares y militares activos tomaron por asalto las barricadas con armamento de guerra. 

Los atrincherados resistieron unas horas, pero por la tarde, tras horas de fuego, se refugiaron dentro del templo y quedaron atrapados junto con sacerdotes y periodistas por unas 12 horas, durante las cuales fueron asediados por paramilitares que dispararon armas de fuego.

Uno de los sobrevivientes de aquel ataque, ahora en el anonimato desde Managua, recuerda que corrió junto a cinco estudiantes más a buscar refugio en la iglesia pero no lograron llegar, por lo que un vecino les abrió una puerta de garaje casi frente al templo. 

Desde ahí vieron y oyeron todo el ataque. “Eran policías los que dirigían. Usaban radios transmisores y claves policiales. Andaban con drones, perros entrenados y pasamontañas. A cada momento pedían más municiones porque estaban descargando todo contra la iglesia”, recuerda. 

Esa noche, después de las 12, cortaron la energía en la zona residencial y los ataques con fusilería se prolongaron hasta el amanecer

Nosotros quedamos a oscuras y pasamos todos tendidos en el piso del garaje. Las botas corrían de un lado a otro. El vecino estaba aterrorizado que entraran a su casa y nos descubrieran”, recuerda. 

15 de horas de horror 

Su mente rememora que previo al asalto a la UNAN “había asedio todos los días. Ya habían caído casi todos los tranques en Managua y nosotros sabíamos que venían por nosotros”. 

Aquella noche, tras 12 horas de asedio y ataque, el asalto terminó por gestiones del cardenal Leopoldo Brenes, cuerpo diplomático y organismos de derechos humanos. 

En total, fueron 15 horas de angustia e incertidumbre: “dentro, todos esperaban que en cualquier momento iban a entrar a matarnos”. 

Las balas de diferentes calibres atravesaban zumbando los ventanales y rebotaban en paredes, descascaran los muros y caían charneles al piso, a orillas de los estudiantes que se habían refugiado en la parroquia Divina Misericordia y permanecían tirados en el piso. 

El momento más dramático fue cuando sus compañeros les avisaron que habían matado a dos estudiantes: Gerald Vázquez y Francisco José Flores, ejecutados por francotiradores. 

Tres más estaban heridos y uno de ellos estaba grave y se desangraban dentro del templo, pero les permitieron salir de madrugada cuando una ambulancia de la Cruz Roja fue autorizada a sacar a un periodista extranjero que estaba atrapado dentro. 

Una de las muchachas heridas se fugó del hospital vendada y así llegó a Costa Rica, cojeando”, dice este testigo. 

No se olvida 

A cinco años de aquel episodio de terror, este sobreviviente dice que todos sus compañeros de estudios de aquel entonces están en el exilio.   “Lo que pasó aquella noche permanecerá en el recuerdo de todos los que estuvimos ahí. Aún tengo pesadillas, fíjate…”, dice. 

Las huellas de los impactos de bala en la imagen de Cristo de la Misericordia, que fueron mostrados al mundo entero junto con las marcas en otras zonas de la iglesia, permanecen intactas como símbolo indeleble de un Cristo atacado a balazos por una dictadura cruel.