Nacionales · 12/05/2020

“Entierros exprés” ponen en duda cifras de COVID-19 en Nicaragua

Roger Ordóñez fue hospitalizado por problemas respiratorios la semana pasada en un hospital de Chinandega.

Cuando su hijo Enrique fue a visitarlo a la mañana siguiente, el jubilado de 69 años ya estaba siendo enterrado por empleados del Ministerio de Salud (MINSA), vestidos de pies a cabeza con trajes de protección blancos, en un cementerio en las afueras de la ciudad.

El hospital aconsejó a la familia Ordóñez que se pusiese en cuarentena durante dos semanas, al mismo tiempo que negó que el padre tuviera coronavirus aunque no les mostraron los resultados de las pruebas.

“Le rogué al doctor que me dijera qué le pasó”, relató Enrique Ordóñez a The Associated Press. “Necesitaba saber si estaba infectado. Tengo una niña de 18 meses, mi madre tiene una variedad de dolencias y necesitamos saber si mi padre murió o no por COVID”.

Ordóñez, quien es ejecutivo de ventas, sabía que su padre sufría de dolencias crónicas como hipertensión y problemas respiratorios, pero observó que la semana pasada de repente le costaba respirar. Lo llevó al hospital el jueves y esa misma noche murió.

“El hospital lo organizó todo, ellos pusieron la caja y el terreno”, dijo recordando que cuando acudió a preguntar por su padre el viernes en la mañana se enteró de que ya lo estaban enterrando. “Traté de identificar la tumba lo mejor que pude, porque antes, al amanecer, habían enterrado a otros y junto a él había siete u ocho tumbas más”.

“Yo me pregunto, si mi padre no murió por coronavirus, por qué no nos dejaron enterrarlo. Porque a mi padre no lo enterré yo, lo enterraron ellos. Pero usted sabe, no podemos levantar mucho la voz. El miedo es generalizado en nuestro país”, agregó.

La situación de Enrique la están viviendo otros nicaragüenses que al igual que él perdieron a un familiar en circunstancias sospechosas y les ordenaron un “entierro exprés” sin derecho a ser velados, incluso los ataúdes fueron sellados.

Tanto médicos como familiares de las víctimas dicen que el régimen de Daniel Ortega ha pasado de negar la presencia del virus en el país, a tratar de ocultar activamente su propagación.

Entrevistado por AP, el epidemiólogo nicaragüense Álvaro Ramírez, aseguró que los próximos días “serán decisivos” para Nicaragua. Calcula que en dos semanas podría haber unos 18.000 contagios, de los cuales 890 serían graves.

Durante la última semana, policías de civil y partidarios del régimen han detenido a periodistas en las inmediaciones de un hospital en la capital, Managua, y en un cementerio en Chinandega, donde la pandemia se está volviendo difícil de ocultar.

La presencia de hombres enfundados en trajes blancos a bordo de camionetas con ataúdes sellados, se ha convertido en lugar común para los residentes. Y parece que todos conocen a alguien que ha enfermado.

“Hay mucho nerviosismo aquí”, afirmó Pablo Antonio Alvarado, un estudiante universitario que dijo que un par de conocidos estaban infectados en la ciudad. “Dicen que somos el epicentro de la pandemia, como Wuhan en China.”

Una doctora de Chinandega, que pidió hablar desde el anonimato por temor a represalias, señaló que conocía a cuatro personas que fallecieron. Una de ellas era uno de sus pacientes y fue enterrado dos horas después de morir, agregó.

“A todos los que creen que han muerto por neumonía atípica los entierran de inmediato”, expresó.

La mayoría de los diagnósticos se emiten en base a los síntomas y a radiografías de pulmón de los pacientes porque las pruebas para el virus están estrictamente controladas por el MINSA y son difíciles de obtener.

Una red informal de médicos de Chinandega “contó 25 supuestas muertes por COVID-19 hasta el domingo pasado”, dijo la doctora. “Si logramos sobrevivir a esto, es porque Dios es grande. No hay otra explicación”.

El régimen estaría empezando a reconocer lo que se avecina. A finales de abril, el MINSA citó a reunión a todos los directores de hospitales y a autoridades médicas de alto nivel.

“Les dijeron que esto se está poniendo serio y que todos deben prepararse”, indicó Róger Pasquier, presidente de la Asociación Nicaragüense de Anestesiología, en una entrevista con AP, que cree que la medida llega tarde.

“Aquí no se han tomado medidas de aislamiento, no se ha protegido a los trabajadores de la salud, no hay suficientes camas en ningún hospital de Managua, ni en ningún hospital regional”, añadió.

“Contrariamente a lo que se comparte oficialmente, sé a través de mis colegas médicos que tenemos un gran número de personas enfermas en Managua, Masaya, Matagalpa y Chinandega, donde hay un brote que podría ser muy peligroso”, dijo Pasquier.

*Con información de AP