Opinión / Ensayos · 26/04/2021

La impronta colonial

*Por Eduardo Estrada Montenegro | 2da parte y final

Arturo Cruz, hijo del mestizaje como la mayoría de los nicaragüenses, de origen granadino por cierto, no encontró las voces ni la narrativa ni los hechos históricos para ilustrarnos sobre los 300 años que nos anunció en el subtítulo de su libro y darnos una versión más integradora de la patria del criollo, en su versión nacional.

De su libro Nicaragua, la impronta colonial, se debe contraponer la obra Cultura y política nicaragüense, de Emilio Álvarez Montalván, un libro que antecede al de Arturo Cruz, y que expone un enfoque más integrador de ese periodo, muy a pesar que la obra no está referida especialmente al periodo de la colonia.

Dos capítulos del libro de Álvarez Montalván, La Cultura Heredada del Período Colonial y Evolución de los partidos políticos nicaragüenses, en especial el acápite El gobierno del bipartidista del Patriciado(1857-1893), son suficientes para percatarse de que Cruz no expone nada novedoso en su libro de bolsillo, y que el enfoque del locuaz político conservador, es más integrador y aleccionador que su metáfora de los remedos del rey. (Y por cierto, no lo cita en su bibliografía).

Me llamó mucho la atención la afirmación de don Emilio, que dice al referirse a los 30 años de la república conservadora, que los dos grupos de mayor influencia socio-económica-política de Nicaragua (Occidente y Oriente):.

“Con ello, los criollos alcanzaron finalmente el control del Estado-Nación que hasta entonces comienza a emerger”.

LA REPÚBLICA CONSERVADORA Y EL PODER DE LOS CRIOLLOS

Pero más allá de la versión idealizada que Cruz da de ese periodo, en especial en su libro, La república conservadora, Álvarez nos ilustra con un sano juicio algunas características de la república conservadora:

Durante los treinta años se  vivió en régimen paternalista, de sujeción al orden establecido, obediencia a la jerarquía eclesiástica o seglar y respeto a la propiedad privada, nos dice el ensayista(desde luego a la propiedad de los criollos y no de los ladinos, el subrayado es mío).

Además nos describe Concordato que se firmó con la iglesia –que entre otras cosas– establecía que la religión católica es la del Estado, que la enseñanza será religiosa y conforme a la doctrina de la Iglesia y que  los obispos tendrán el derecho de censura, además de sostener económicamente a la Iglesia.

LA INFLUENCIA CULTURAL DE LA IGLESIA

Se pueden imaginar cómo vivía la población, en especial los más humildes –que por lo general se vestían con ropa hecha de manta blanca–, sujetos a un régimen religiosos que obligaba a la gente a ir a misa, pagar diezmos, a pagar capellanías, gracias a lo cual la Iglesia se convirtió en la institución latifundista más poderosa del país.

Los campos santo eran monopolio de la iglesia, pero además después de 10 o 20 años, los restos de los muertos que habían pagado capellanía –entregando sus casas o fincas para que les ofrecieran misas por varios años- eran vendidos como materia prima para fabricar nitrato, el que servía para hacer pólvora y festejar las procesiones.

Además, sometían a la población a unas penitencias sádicas y su influencia en la educación ha sido causa de atraso cultural de los nicaragüenses, de ahí la falta de florecimiento de la ciencia y de una cultura profunda.

ACUMULACIÓN ORIGINARIA DE CAPITAL DE LA OLIGARQUÍA

Volviendo a las observaciones de don Emilio, resulta  ilustrativo, su pregunta acerca dónde obtuvo la oligarquía granadina la riqueza que acumuló después consolidarse durante los 30 años consecutivos de gobierno.

Y responde:

“…del acaparamiento de tierra fértil en las bien drenadas planicies de la costa del Pacífico y también en los llanos chontaleños (crianza y desarrollo de ganado) y más tarde las sierras de Managua para el café. Contando con mano de obra barata y un estricto sistema laboral compulsivo y paternalista, pudo el patriciado terrateniente echar las bases de un capital luego incrementado con la compra de propiedades a descendientes de criollos venidos a menos”.

Cita esto a propósito de dos de las proposiciones que resumí del libro de Cruz, en las cuales dice que en los gobiernos de los 30 años (1858-1893), se ajustaron a los marcos legales apropiados para los tiempos y que estos mismos gobiernos facilitaron un desarrollo modesto, pero sostenido de la economía(sin mencionar desde luego, su desarrollo desigual y antiecológico)

EL MESTIZAJE, UN TEMA SIN ANÁLISIS

Hay mucho que reflexionar y contraponer al improvisado ensayo de Cruz, aunque su obra La república conservadora, es más enriquecedora y es un esfuerzo académico loable, pero como historiador creo que le falta rigor, muy a pesar de ser graduado de la universidad de Oxford. Creo que no supera el enfoque más integrador y narrativo de La Patria del Criollo, de Severo Martínez Peláez, muy a pesar del enfoque historicista del escritor guatemalteco, que como Jaime Wheelock, analizan la historia con un enfoque marxista y sujetas a leyes de la historia.

Y cito nuevamente a La Patria del Criollo, porque uno de los grandes vacíos de las obras de Cruz es el análisis del mestizaje y la formación de los ladinos, además de minimizar el carácter opresivo del régimen colonial, pues como dice Peláez, fue la colonia la que creó al indio, y desde luego, al mestizo.

El análisis del mestizaje sería por sí mismo todo un tratado, pero hay autores, como el que  he citado, que nos han dado luces sobre su complejidad e implicaciones que ha tenido en la historia de Nicaragua y América Latina. No está de más recordar que Walker, en su libro, La guerra de Nicaragua, decía que el problema principal del país era el mestizaje y que había que eliminar a los mestizos para regenerar a Nicaragua.

Sobre el tratamiento de la Guerra Nacional, también me extrañó que ignoró la obra de Alejandro Bolaños Geyer, con su monumental serie sobre William Walker, el predestinado de los ojos grises. A este historiador no se le ha dado el lugar que merece, y no es fortuito que Cruz lo ignore, siendo un graduado de Oxford.

Para los que no gustan de la lectura, y son muchos nuestros líderes políticos y empresarios que no leen, la obra de Cruz puede impresionarlos, en especial por su oratoria y su estilo histriónico, pero la verdad es que este nuevo político nicaragüense, deja mucho que desear como candidato, en especial por sus forma “fouchesca” de ver el poder, de tal forma que justifica haber sido embajador de la dictadura por “los intereses de la nación”, como lo hacen todos los políticos tradicionales.

En la presentación de su libro, Cruz dijo que no puede haber gobernabilidad democrática, sin ciudadanos éticos, sin ciudadanos que se respeten, y que confíen entre sí, que reconozcan el rol que cada uno de nosotros tiene en la vida en comunidad.

Se le olvidó decir que necesitamos historiadores éticos.

*El autor es escritor y desarrollador de aplicaciones educativas https://gorkieduardo.com/