Opinión / Ensayos · 12/01/2022

¡Que el miedo cambie de acera!

*Por Francisco Larios

[Palabras de recibimiento a los delegados a la instalación del Congreso de Unidad de los Nicaragüenses Libres]

<<  Desconocemos a la pandilla criminal y genocida que a partir de hoy comienza su camino a la tumba que la historia ya ha abierto para ellos, y que el pueblo sellará con una pesada lápida, con un letrero imborrable: Nunca más. Yace aquí la última dictadura, Nace aquí la república democrática.>>

Hoy iniciamos una nueva fase del camino hacia la libertad, la instalación del Congreso de Unidad de los Nicaragüenses Libres. 

Nos une una meta: derrocar a la dictadura e iniciar la transición hacia una Nicaragua democrática. ¿Alguien puede, de buena fe, con buen corazón, con amor a Nicaragua, con respeto a los derechos humanos, oponerse a esta meta? Nos unirá un métodoel democrático, que consiste en la toma de decisión por voto mayoritario, respetando—como se respetará en la república democrática que queremos fundar—los procedimientos que hacen que nadie que quede en minoría sea excluido; por el contrario, todos nos comprometemos a seguir pensando, seguir actuando, seguir escuchando, y nos comprometemos a ejecutar las decisiones de la mayoría. Nos unirá una necesidad imperiosa, y el reclamo del pueblola unidad en la acción; porque de algo estamos claros, y queremos que el pueblo de Nicaragua esté claro: estamos aquí únicamente para diseñar, planificar, coordinar y ejecutar acciones de lucha que golpeen a la dictadura, que socaven todos sus puntos de apoyo. Nada más. Así de sencillo: no venimos aquí a discutir ideologías, grandes programas políticos, ni mucho menos a pelearnos por el sueño individual de tener una diputación, un alto puesto, ninguna prebenda. Queremos que esto no sea posible entre nosotros, y por eso excluimos de la actividad del Congreso y de su meta, todas esas cosas que nos han desunido, y dejamos lo que une a los nicaragüenses demócratas: la meta de derrocar a la dictadura e iniciar la transición hacia una Nicaragua democrática. 

Por esta meta, desconocemos a la pandilla criminal y genocida que a partir de hoy comienza su camino a la tumba que la historia ya ha abierto para ellos, y que el pueblo sellará con una pesada lápida, con un letrero imborrable: Nunca más. Yace aquí la última dictadura, Nace aquí la república democrática. 

Por esta meta, y porque respetamos y sentimos el dolor de nuestra gente, porque no podemos ser parte de la vieja política, la que juega con las vidas de las personas, la que arranca a madres de hijos, a hijos de madres, a hermanos de hermanos, a amigos de amigos; la que impide que un joven se eduque en paz, que viva la alegría de su juventud y triunfe, sin tener que huir de su casa o su país; la que desbarata años de esfuerzos de los emprendedores que con sacrificio, con sudor y entrega tratan de construir una empresa; la que manosea la religión y las creencias más sagradas; la que vende a los pobres a cambio de ganancias económicas; la que permite que se dé licencia al Estado para usar el secuestro político como arma; la que tiene hoy secuestrados a casi 200 ciudadanos bajo condiciones de tortura y abuso, para ellos y sus familias, cometiendo así otro crimen contra la humanidad; la que ha usado a los secuestrados políticos como moneda de cambio, para intimidar, para chantajear, y para darle a los inescrupulosos que quieran sentarse a la farsa de diálogo y pacto una excusa, para que digan “miren, por lo menos conseguimos sacar a los presos”, antes de que venga, por supuesto, otra ronda de secuestros; por esta meta, declaramos, junto al pueblo de Nicaragua, la ilegitimidad del clan usurpador, desconocemos al régimen que dice empezar hoy un nuevo período – según ellos (“van a morir engañados”, se dice sobre esto). Y como es ilegítimo, decimos lo que lógicamente sigue: no existe un Gobierno de Nicaragua, porque esa pandilla que dirige el crimen desde El Carmen no nos representa. Y como es ilegítimo, y lo es por genocidio y por fraude, damos el paso al que tenemos derecho, el paso al frente: decimos NO a cualquier diálogo y negociación con la tiranía, nos unimos al pueblo que el 7 de Noviembre del 2021 dijo NO de manera contundente y audaz, y valiente, y con gran coraje, y como pueblo nos comprometemos a trabajar, sin dejar duda de nuestras intenciones, para que el sistema dictatorial de Ortega, Murillo, y todos su cómplices, sea derrocado por nosotros, con el pueblo, por el pueblo, y para el pueblo. Que el pueblo sea el protagonista y no lo que llaman “operadores políticos” que compran y venden beneficios y prebendas que se pagan, y esto ustedes saben que no es hipérbole literaria, con el dolor profundo del pueblo, de todos los que somos el pueblo y queremos tener, queremos que tenga el pueblo, un país libre, próspero, sin discriminaciones, con oportunidades para todos, con ciudadanía para todos. Es decir: derechos para todos, privilegios para nadie.  Por esta meta, decimos a la comunidad internacional: ya que ustedes han determinado que el régimen usurpador ocupa, a partir de hoy, el poder del Estado sin tener derecho, sin que lo legitime la única fuente de legitimidad, que es el pueblo, acompáñennos en nuestra justa y elemental demanda, y desconozcan con nosotros al clan usurpador; impidan que se les den recursos bajo la excusa de que son para buenos fines: un dólar que se le entregue a Ortega para pavimentar una calle es un dólar que Ortega puede usar para pagar a sus paramilitares; rompan diplomáticamente, corten el financiamiento a quienes matan a nuestra gente; ayuden a detener el asesinato, el genocidio, el robo y el terrorismo de estado impuesto a toda la población, en especial a nuestros hermanos del campo y a nuestros hermanos en las diferentes naciones del Caribe de nuestra bella tierra de muchos colores, tradiciones, lenguas y culturas. 

Dejen de rasgarse ya las vestiduras los que pretenden escandalizarse y dicen: “ustedes quieren guerra”, o “todo cambio debe ser dentro de la ley y la Constitución”, o “no lo va a aprobar la comunidad internacional”.  No hace falta ser un “politólogo”, o un gran “analista político” para saber, como lo sabe el pueblo que ha cursado ya doctorados en sufrimiento, que a la dictadura hay que derrocarla antes de que podamos tener elecciones libres; que hay que derrocarla o no habrá elecciones libres, y que no somos nosotros quienes queremos esto, pero es la realidad, es la verdad, y conocer y decir la verdad nos hará libres: el clan dictatorial no quiere salir del poder, y sobre todo no puede, porque todo lo que tienen viene del poder, y renunciar al poder –no a la “presidencia”, sino al poder real—les costaría todo, pondría hasta sus vidas en peligro, probablemente a manos de sus propios cómplices. Son, a la vez que verdugos, prisioneros de su ambición.

Yo, el otro día, buscando luces que me ayudaran a entender por qué estas personas que se rasgan las vestiduras dicen lo que dicen, busqué la sabiduría popular, conversando con personas mayores de nuestra patria, que han pasado por tanto en sus largos años. ¿Y qué me han dicho, uno tras otro? Pues lo que ustedes seguramente se imaginan. Me dicen ¿Y que no es eso acaso lo que todos queremos, pues, derrocarlos? ¿Y vos creés que se van a ir por las buenas? ¿Y no son ellos los que hacen las leyes, las hacen y deshacen? ¿Y cuál Constitución, si lo que dice la Constitución que ellos mismos cambian a su gusto, ni así lo practican?

Por eso, por ellos, con ellos, con todos los hombres y mujeres de Nicaragua, sin discriminaciones de ningún tipo, ni por ideología, ni por creencias, ni por género, ni grupo étnico, ni lengua, ni ninguna consideración aparte del deseo de libertad y respeto a los derechos para todos, para todas, para cada uno, para cada una, donde quiera que esté dentro o fuera del territorio, iniciamos hoy la construcción de lo que queremos sea un gran martillo, un gran mazo que ayude a demoler las murallas de la dictadura, las murallas de El Carmen, que caerán, porque somos más, muchos más, y mucho más, porque estamos del lado del bien, de una causa justa, defendiendo apenas el derecho, que nace con cada uno de nosotros, de tener esperanza y libertad.  Este martillo, el Congreso de Unidad de los Nicaragüenses Libres, tiene que golpear los pilares de la dictadura hasta hacerla colapsar, con la fuerza del pueblo y de todos los pueblos y gobiernos de buena voluntad democrática.  

Que empiecen a temblar los tiranos en su lado de la calle. Que cruce la calle el miedo. Porque del miedo que ellos necesitan plantar de nuestro lado es que viven, es por lo que sobreviven. Que cruce de acera el miedo. El miedo es su instrumento, su único instrumento, porque saben que están cercados por nuestro rechazo. Que cruce de acera el miedo. Que la cruce.  Ellos sabotean nuestros negocios, y plantan entre nosotros el miedo a perder lo que hemos construido; pues, que cruce de acera el miedo, que sepan que sus negocios también son vulnerables a nuestro sabotaje, que podemos identificarlos y cortarles sus ganancias; Que cruce de acera el miedo. Ellos pintan con letreros de terror nuestras casas, en nuestros barrios, ellos nos dejan mensajes amenazadores y buscan hacernos sentir bajo vigilancia día tras día. Que cruce de acera el miedo, que sepan que nosotros somos la inmensa mayoría, ese 90 por ciento que el glorioso 7 de Noviembre les cerró las puertas en sus caras, y que son nuestros ojos los que vigilan, por el bien de la patria. Y no son ojos para la venganza, sino para la justicia, y por eso repetimos “ni perdón (legal), ni olvido”.  Habrá justicia, así, a secas, sin apellidos engañosos, como el tal “transicional” que esconde impunidad, y todos aquellos que han sido cómplices y verdugos tendrán que responder por sus crímenes, dentro del respeto de los derechos humanos que serán la más alta bandera de nuestro país azul y blanco. Pero pagarán, ni perdón ni olvido, por todos nuestros hermanos caídos desde Abril, y todos los que antes fueron víctimas y luchadores libertarios. Por todos ellos, desde el Congreso de Unidad de los Nicaragüenses Libres: que cruce de acera el miedo, que el pueblo, y nosotros junto al pueblo convirtamos nuestro miedo y nuestra angustia, nuestro desvelo, en tiempo para que el ingenio del nicaragüense salga a relucir en la lucha que por todos los medios a nuestro alcance tenemos el derecho a emplear para alcanzar nuestra libertad.  No queremos guerra, pero lo que por supuesto queremos por encima de todo es libertad y democracia. Lucharemos por evitar el derramamiento de sangre, y por eso, para eso, mientras más pronto organicemos la lucha política del pueblo, y más pronto entienda la comunidad internacional que el régimen usurpador, aparte de cruel, desestabiliza el país y la región, más fácil evitaremos que nuestro país sufra más violencia. 

Bienvenidos al Congreso de Unidad de los Nicaragüenses Libres. ¡Viva nuestra amada Nicaragua, pronto libre!