Opinión / Ensayos · 21/02/2020

Sandino ¿Héroe o villano?

La confiscación y la apropiación que ha hecho el orteguismo de la figura de Sandino y los desastres que el régimen ha causado en el pueblo nicaragüense, han colocado a Sandino como un símbolo que una parte de la población considera que hay que desdeñar o vilipendiar.

Estoy claro que referirse a Sandino es, en las presentes circunstancias, un tema espinoso, controversial y también expuesto a las malas interpretaciones. Si bien, en quienes adversan está la identificación que hacen de orteguismo con sandinismo, cuestiones que son totalmente diferentes, también debemos reconocer que buena parte de las aversiones a Sandino tienen su origen en el desconocimiento, o en las desfiguraciones que en el transitar de nuestra historia, ha padecido la figura de Sandino.

Y ¿por qué no decirlo? También debemos reconocer que la memoria de la década de los ochenta salpica a Sandino. Vamos a escribirlo con todas sus letras: La revolución sandinista tuvo entre una de sus consecuencias fracturar la sociedad cuando la partió entre sandinistas y antisandinistas, fijando como frontera la bandera de Sandino. Aquí los patriotas, allá los vendepatrias. Esas heridas dejaron recuerdos ingratos. Algunas de esas heridas todavía sangran. O duelen.

En nuestra opinión al General de Hombres Libres y a su legado debemos aproximarnos con sensatez, madurez y espíritu de patria. Sobre todo, si tenemos a las puertas la oportunidad de construir una nueva Nicaragua.

Lo digo de entrada: Personalmente me enfilo con quienes consideran a Sandino un pilar de nuestra nacionalidad.

Voy a tomar en mi favor el testimonio de dos nicaragüenses respetados por la gran mayoría de los nicaragüenses. Me refiero a Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y a Pablo Antonio Cuadra.

Transcribiré algunos párrafos escritos por Pedro Joaquín Chamorro, fíjense bien, en 1963, treinta años después del asesinato de Sandino y cuando el Frente Sandinista se reducía a unas siglas: “Dígase lo que se quiera de él, Sandino es el más grande héroe de nuestra Patria en los tiempos modernos y su memoria debe de ser guardada con cariño en el corazón de todo nicaragüense. Sandino representa la rebeldía de un pueblo y su gesta gloriosa en las montañas de las Segovias, ha dado a Nicaragua nombre y prestigio en el mundo entero”.

Y en 1970, en otro editorial publicado en el diario La Prensa, Pedro Joaquín afirmaba “Así como es natural que en el aniversario de un hombre ilustre, trate de revivirse su memoria, también es natural que los culpables de su muerte traten de matarla o que los partidarios o sirvientes de quienes cortaron su vida, intenten cortar su recuerdo.

Eso está pasando este año con Augusto C. Sandino, auténtico héroe nicaragüense, General de Hombres Libres, y orgullo de nuestra Patria, a quien mientras todo el país reconoce como el exponente más alto de su bravura y de su independencia en el siglo presente, tratan de matar de nuevo, quienes lo mataron físicamente. Era de esperarse semejante cosa. Era de esperarse que así como ayer el fusil artero mató a Sandino, hoy la pluma de quienes manejaron aquel fusil intentara echar lodo y suciedad a su memoria”.

Pedro Joaquín, en este editorial titulado “Quieren otra vez matar a Sandino” aludía a los intentos del somocismo por denigrar al héroe y enturbiar su gloria mediante la calumnia y el oprobio.

Pero hay otra forma de denigrar la memoria de Sandino. Más marrullera y demoledora. Consiste en confiscarlo, apropiarse de la gesta del héroe y a la vez escupir su ideario. Manipular su imagen con discursos, pero enterrar sus principios. Su fortaleza ética. Su temple moral. Su conducta política.

Este es el camino que ha seguido el orteguismo.

Sandino proclamaba: “Los bienes de la nación deben ser sagrados, y deben respetarse, porque el ser partidario no amerita ningún derecho para medrar al amparo de la causa que se invoca. Precisamente, la ambición desenfrenada de los caudillos nos ha hundido en la más sangrienta ignominia, pues las prebendas a los partidarios han hundido a la Nación y al pueblo en la más espantosa miseria”… exactamente en sentido opuesto, el régimen de Ortega ha hecho charanga con los bienes públicos, además de sus otros desmanes.

La patria es un proceso de construcción social que se va abonando con ilusiones compartidas y con las ilusiones rotas, de un pueblo; con episodios gloriosos y con penurias; con ideas, con tragedias, con alegrías y con tristezas. Así se va moldeando el sentido de pertenencia. Así se va amasando el sentimiento de nación.

Quisiéramos retomar aquí un extraordinario poema, poco conocido, escrito en el exilio por Pablo Antonio Cuadra. Un poema que en unas pocas líneas nos identifica los cimientos de nuestra nacionalidad. Sus puntos de arranque son Darío y Sandino. El poema se llama Riverside y el fragmento dice así:

Perros olfatean nuestras huellas y ladran.
Flota lento el tiempo con su espalda mojada.
Miro nuestras estrellas también
desterradas.

La carreta que lleva a la madre de Darío
con dolores de parto hasta Metapa.
El camión que lleva a Sandino atado
desde el cuartel de la Guardia hasta el
lugar emboscado donde lo fusilan.

La Patria que pensó la madre sintiendo
los dolores del amanecer
la Patria que pensó el guerrillero sintiendo
las angustias de la noche.

Esta es tu patria.

Abonar a nuestra identidad, a nuestra cohesión como pueblo, a forjarnos como nación exige desconfiscar a Sandino. Exige que asumamos a Sandino como patrimonio nacional. Un Sandino para todos. Un Sandino para la nación. Esto significa reconocer su temple moral. Su ética invicta, más allá de banderas partidarias.

Y, quedemos claros, asumir a Sandino como héroe nacional no significa hacerse sandinista. De igual forma que asumir a José Dolores Estrada como héroe nacional no significa hacerse Estradista.

No solo tenemos el desafío de construir la democracia. También tenemos que construir patria. Patria para todos.

*Enrique Sáenz