Nacionales / Salud y Vida · 06/07/2020

Testimonio del periodista Winston Potosme: “Dios me sanó”

El periodista Winston Potosme, quien se encuentra exiliado en Miami, Estados Unidos dio gracias a Dios este lunes por sanarlo del COVID-19, enfermedad que padeció durante 15 días en la soledad y en la que en los días más terribles deseó estar en Nicaragua al lado de su familia.

“Quiero dar gracias primero a Dios, infinitas gracias. Esto es un testimonio y agradecimiento porque sin Dios y la ayuda de muchos hoy no estuviera escribiendo este mensaje”, escribió Potosme a través de su cuenta de Facebook.

En entrevista con La Mesa Redonda, Potosme contó que durante el virus estuvo presente en su cuerpo “fueron días bastante duros”, entre los síntomas que padeció están secreción nasal, dolor en el cuerpo, falta de apetito, fiebre, pérdida del olfato y gusto, entre otros.

Acudió a un hospital en Miami, allí le realizaron la prueba que dio positivo. Relató que la doctora que lo atendió le dijo que su familia debía darle alimentos calientes, sin saber que Winston está solo en ese país.

Es por ello que al volver a su cuarto organizó lo que él llama “mi punto de reunión”, que era el espacio entre su cama, una silla y mesita ubicadas a orillas de esta. “Ordené mis medicamentos a la par, el agua, todo para solo estirar mi mano”, detalló. Entre las medicinas que tenía a mano estaban Tylenol, iboprofen, aspirinas, te, dayquil, limón, vitamina C.

El periodista pensó que debía tener a mano todo sus medicamentos porque no tenía a nadie para cuidarlo.

“Algo que a mí me impactó fue cuando fui al hospital y me dice la doctora ‘váyase a su casa y tome cosas calientes y dígale a su familia que le den té, que le den sopita, que le den todo caliente’ y yo pensé ‘si yo estoy solo, quién me va a hacer todo eso por mí’, entonces yo dije ‘Señor ayudame’ nada más. Yo sabía que estaba solo”, contó Winston.

“Yo prácticamente pasé solo, te da un frío que solo querés estar acostado, y acurrucado con tres colchas, solo me levantaba a enjuagar mi garganta, eran momentos difíciles”, agregó.

Además de los síntomas del COVID-19, Potosme también batalló mentalmente con su soledad, reveló que en algunas noches lloró y le pidió a Dios fortaleza.

“La soledad que puede vivir una persona cuando está fuera de su patria, que no tiene ni a su mamá, ni a su hermana, ni a alguien, estar encerrado en cuatro paredes y saber que solo sos vos, y que tenés que moverte vos y o hay nadie más, es sumamente complicado cuando tenés todos los dolores encima (…) Yo me mantuve entre la cama y la silla. Yo muchas veces en la cama lloraba dentro de la misma soledad para agarrar a la misma vez fuerzas y pedirle al señor que me ayudara”, manifestó.

Winston, sostuvo que en esa soledad y con los síntomas del coronavirus deseaba regresar a Nicaragua, “yo estaba que agarraba mis cosas y me montaba en un avión para Nicaragua, no tengo porqué estar aquí pasando esto”, pensó.

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Reconoce que un par de momentos difíciles fue cuando vomitó sangre y otro cuando las altas fiebres no le bajaban pese a los medicamentos.

“Me dieron ganas de vomitar y yo hacía el esfuerzo por no vomitar y llegó un momento en que no me aguanté y recuerdo que me fui al baño y saqué sangre, miro lo rojo y le dije al Señor ¿qué pasa? Me regresé a la cama, tomé agua y yo pensé que ya estaba en algún momento ya duro del COVID-19, tomé agua, avena y me esperé”, expresó.

A los 16 días Winston sintió cambio, la fiebre desapareció “y supe que el milagro estaba hecho, Dios me sanó”, apuntó.

El comunicador también destacó su agradecimiento a “ángeles” que le daban animó y en algunas ocasiones le daban una sopa caliente, así se refiere a sus amigos que conoció estando en el exilio.

“Durante todos esos días fueron muchos ángeles a mi lado: Pastor Ronald, su esposa, la mamá de su esposa, Wanda, Luvi, Yira, José Luis Vicente, Mario, Roberto, La Fatima, La Parcera, Julio, El Gato, la Tita, la Anis, Rey, Virgilio, el loquera, y muchas que nunca dejaron de estar pendientes”, manifestó.

Winston instó a las personas a cuidarse, a usar mascarillas, y no bajar la guardia, pero sobre todo: “poner a Dios adelante para que las cosas salgan bien”.