Opinión / Ensayos · 04/06/2021

Una verdadera memoria histórica para un cambio social

Los eventos trágicos y violentos han irrumpido en la historia de Nicaragua desde hace más de 50 años y se han adentrado en nuestra memoria, cultura y comportamiento. Tales ciclos de violencia se han perpetuado al no honrar la importancia que existe en la búsqueda de la verdad y el respeto a la memoria histórica, negando así, un alcance pleno de la justicia.

En abril 2018 se volvió a escribir en la memoria de nuestro pueblo un capítulo más de dolor y sufrimiento. Nicaragua vivió como respuesta a su resistencia y lucha por el cambio un sinnúmero de arbitrariedades, abusos y graves violaciones por algunas clases políticas y económicas dominantes que perpetúan su poder a través de un sistema corrupto y dictatorial.

En Nicaragua existen innumerables víctimas de guerras y conflictos pasados y presentes que aún no reciben justicia plena, ni reparación por todos los crímenes que se cometieron en su contra; estas víctimas replican estos ciclos de violencia apoyadas en este sistema que permite la impunidad. El régimen Ortega-Murillo es producto de todos esos años de falta de memoria histórica, negación de la verdad e impunidad en Nicaragua.

Un pueblo que desconoce su historia está destinado a repetirla

Quien escribe la historia en sistemas corruptos siempre ha sido el que abusa del poder e impone su verdad sobre la de los demás, pero si algo hemos aprendido de abril 2018 es que ninguna mentira se puede sostener por mucho tiempo.

Las lágrimas, el sufrimiento y el dolor de las torturas, el asedio, el exilio, el secuestro y los asesinatos que cometieron en nuestra contra no pueden ser borradas fácilmente porque representan la memoria de un pueblo con dignidad, un pueblo que no quiere seguir viviendo en miseria, dolor y pobreza producto de guerras, dictaduras y conflictos por intereses políticos de unos pocos.

Nunca hay que menospreciar el poder que existe en la memoria de un pueblo, es por eso que debemos ser nosotras las víctimas directas las protagonistas de la construcción de esa memoria que parta desde la búsqueda de la verdad, justicia plena, reparación integral y garantías de no repetición; siempre enfocada no en el drama político que alimente la mercadotecnia de alguna agrupación, si no con el fomento a los principios y objetivos de un plan de nación en el que se asuma la responsabilidad de una vez, se alcance la democracia y un verdadero cambio social para el país.

La búsqueda de la paz no puede partir del perdón y el olvido sin justicia. Permitirnos el olvido es traicionar la memoria de todas aquellas personas que dieron su vida, su historia y todo lo que tenían, por la lucha de un verdadero cambio en Nicaragua desde 2018 hasta la fecha. Sería traicionar nuestra historia como nación y como nicaragüenses que seguimos en resistencia desde distintos espacios luchando por obtener justicia plena y que nunca más se cometan crímenes en contra del pueblo por parte de ningún gobierno.

Las personas ex presas políticas sostenemos el clamor de libertad de nuestro pueblo que gritan desde las cárceles nuestras hermanas y hermanos prisioneros políticos. No descansaremos hasta obtener una Nicaragua en democracia, con justicia y libertad.

*Escrito por Allan Gómez de Unión de Presos Políticos (UPPN)